Ha pasado un meses desde el atentado, y mi relación con todos los que habitan la casa, es peor que cualquier cosa.
Dante y Leah se han mantenido a una distancia prudente de mi persona, cuando ven que llego, deciden retirarse, algo que realmente agradezco, mientras que Gusev, el… bueno, no he entablado conversación alguna, desde lo sucedido y no quiero hacerlo por el momento.
Respiro hondo mientras me concentro en la botella de vidrio que tengo como objetivo principal.
Tengo que ser la mejor en usar armas, nadie puede vencerme.
La suave brisa del viento hace que mi cabello choque en mi rostro, y se cuele por una parte de mi boca, y al mismo tiempo, hace que mi cuerpo sienta la necesidad de abrigarme.
Las suaves gotas que caen del cielo comienzan a descender por mi rostro a medida que espero para disparar.
Todo a su medido tiempo. Me digo para mis adentros.
Y cuando el cielo decide caer encima de mí, disparo dando exactamente en mi objetivo.
Camino de regreso a la mansión, en donde me espera una joven de la servidumbre con una toalla y un abrigo.
La despido con un asentimiento de cabeza, y me dirijo hacia las bodegas.
—Mi señora, el… señor, se rehusó a hablar, dice que aun con la peor de las torturas no lo hará. —menciona Dieck.
—Bien, le hemo dado un mes de caridad y no ha querido aprovecharlo, perfecto. —analizo cual sería la mejor manera para que se vaya de este mundo hasta que lo consigo: —manda a encender uno de los contenedores subterráneos, lo quiero para medianoche, ¿entendido?
—Si mi señora.
—Llévame con él.
Pasamos por varias bodegas en las cuales el olor putrefacto inunda miss sentidos.
Gritos desgarradores, llantos desconsolados, personas tendidas en el suelo, respiraciones pesadas, de todo hay.
—Señora… —hacen un reverencia en cuanto notan mi presencia.
—Pero que tenemos aquí —murmuro con pasos lentos mientras tomo su rostro—, ¿es cómoda tu estancia en este lugar, querido?
—Estas loca. —murmura con la boca llena de sangre.
—Si piensas que eso me hará sentir peor, estas equivocado.
—Él te encontrara y te matara de la peor manera.
—No si primero lo hago yo. —puntualizo. —Me han dicho que te rehúsas a hablar, y bueno… caridad te he dado bastante y mira que yo no soy de dar, por lo tanto, tu momento ha llegado. Que lastima, yo quería divertirme un poco más, pero todo tiene un final.
Respiro hondo.
—Quiero que lo preparen para esta noche, denle el mejor traje que encuentren, la mejor de las habitaciones, que un doctor venga y curen sus heridas, la mejor atención para el caballero.
—¿Qué vas a hacer? —pregunta con miedo.
—Nada que no vayas a disfrutar. —los miro y asienten—Hasta la noche entonces.
Salgo del lugar camino directo al estudio conde me espera Alexander.
Alexander.
He tenido que acostumbrarme a llamarlo por su nombre, aun cuando este me cause repulsión.
—Lamento la demora. —digo entrando.
—No se preocupe, entiendo que tiene que hacer más cosas de las vistas. —dice mientras me espera de pie.
—Si, ya sabes… asuntos que resolver y eso. —indico que tome asiento y hago lo mismo— Dentro de unas semanas se llevara a cabo una subasta para la recaudación de fondos para ayudar a las personas con enfermedades difíciles, por lo tanto, necesito que comiences a verificar que todo esté en orden, necesito que haya el mejor banquete que encuentres, con los mejores vinos, la mejor iluminación, y eso. Amy se pondrá en contacto contigo en la brevedad más posible, con ella llevaras a cabo el orden década una de estas.
—¿Alguna temática en especial?
—Mascaras. —levanta la mirada— Quiero que sean mascaras.
—De acuerdo, ¿Dónde se llevará a acabó?
—Aquí. Que mejor opción para que conozcan la casa de Bianca Argov. —menciono con una sonrisa.
—Claro… lugar específico?
—Acompáñame.
Seguimos hablando de detalles importantes mientras caminamos al salón principal. Una vez allí, me enfoco en lo principal.
—Sera en este salón, necesito que haya el mejor orden, no quiero ver meseros de aquí para allá corriendo.
—No meseros corriendo de un lado a otro, anotado. —murmura y levanta la mirada—Esto es… nol tengo palabras para describir lo hermoso que es este lugar.
Lo entiendo, yo tampoco las tenías cuando conocí este lugar.
—Aquí fue donde entable conversación con mi difunto esposo frente a mi padre. —menciono y paseo mi mirada por todo el lugar.
—Supongo que tiene un gran valor sentimental para usted.
—Así es, porque en este mismo lugar el me propuso matrimonio. —digo con una sonrisa agria al momento de recordar sus palabras.
—Bianca, no tengo palabras para describir lo mucho que me ha cautivado, desde el momento en el que e vi, quede hipnotizado por tus ojos que producen mil desvelos, desde el momento que pase esa puerta y vi tu silueta, supe que serias i mayor perdición y al mismo tiempo salvación, es por eso por lo que hoy, con el permiso que me ha concedido tu padre —se hinca en una rodilla— te pido a tus pies: cásate conmigo, prometo que serás la mujer más feliz y hermosa del mundo. Prometo que tu y nuestros hijos no tendrán que sufrir más porque yo estarecon jstedes, porque cuando ustedes lloren, el mundo ardera en llamas.
—Entiendo… usted por lo menos tiene recuerdos con el señor, lo contrario a m i madre y a mi.
—¿Por qué dice eso?
—Digamos que mi madre nunca me ha mostrado una foto de él, dice que no le gustaban… Aunque en el fondo de mi corazón, guardo la pequeña esperanza de encontrar una algún día, también porque no le gusta que lo mencione.
—Razón en especial? —pregunto recorriendo cada rincón del salón.
—No que yo sepa… lo poco que me ha contado de él, es que era un hombre de 1.95, cuerpo robusto, no mucho, pero si, voz gruesa y profunda, dentadura perfectamente acomodada, cabello castaño, ojos verdes con tonalidades azules...