Will last forever

Capitulo 1: El infierno de hielo.

 

 

 

No me sentía mal en lo absoluto. ¡Estaba esplendida!, fabulosa, como si nada hubiese pasado. Pero por supuesto mi orientadora pensó que era una farsa, así que mientras estaba en el avión intentaba con todas mis ganas no gritar de impotencia. Había un niño que no dejaba de llorar y un señor que no dejaba de quejarse porque se sentía mal (al parecer no soportaba los vuelos), y luego estaba yo queriéndome regresar por donde vine, o saltar del avión, cualquiera de las dos eran buenas opciones.

 

Cuando me dijeron que era mejor tomarme unas vacaciones casi me echo a llorar, pero por supuesto eso solo demostraría mi locura, según Samantha mi orientadora- Psicóloga, el regresar a mi hogar y pasar tiempo com mi familia era lo mejor para mi, tener tiempo con mis seres queridos y distraerme del todo el caos académico. Que farsa. Regresar a casa ... como no, comenzando que mi hogar ya no estaba en Nueva York, gracias a  que mi estupenda familia decidió mudarse a Rusia porque por supuesto, mi hermana menor Jane debía entrenar con los mejores, y los mejores estaban en un país que se parecía al infierno de hielo en esta época del año. Casi me da un infarto al enterarme y apenas tengo veintidós años.

Cuando al fin el avión aterrizó, fui la ultima en bajar, se notaban mis ganas de estar allí. Esperé mis maletas y cuando al fin tuve todo en mano, me dispuse a ir por un taxi, hubiese agradecido que mamá viniera a recogerme, hace mas de un año que no me veía, ni ella ni mi hermana, al menos papá me había visitado en Londres hace ya diez meses. Como hubiese agradecido esa cordialidad, pero no podía quejarme, ese era el mantra de mi vida desde los once años.

 

— ¿A Donde se dirige? — preguntó el hombre en ingles, lo cual agradecí, no sabia nada de ruso.

 

— Tomé, realmente no se muy bien como pronunciar la dirección —dije  mientras remarcaba el hecho de que en realidad ni siquiera sabia a donde me dirigía,  le pasaba al señor un papel donde había anotado la dirección que habia enviado mi hermana.

Cuando habíamos llegado noté dos cosas muy importantes: uno, hacia mucho frio afuera, era horrible. Y dos, Mamá me había dado la dirección de una pista de patinaje. Genial, perfecto, denme un arma porque esto fue la gota que derramó el vaso.

— ¡Ady, Ady! — la voz que escuchaba de lejos era de Jane, podría decir algo despectivo de mi hermana menor, como que tenia la voz muy chillona, que era tan delgada como un papel, que era una snob sin corazón, pero no era nada de eso, bueno tal vez si lo de delgada (pero eso era gracias al deporte), Jane Henley era hermosa, talentosa y tenia buen corazón, era tan diferente a mi.

— Hola Jane —Sonreí al verla, aunque me sorprendió un poco pues sabia que debería estar patinando, no afuera esperando por mi.

— Miraté estas alta y bonita — dijo haciéndome sonreír un poco, solo un poco.

— Y tú estas igual, debo decir que... deberías engordar  Janey— bromeé pellizcando su mejilla. Jane apenas era tres años menor que yo y a su edad su altura era envidiable.

— Duh, en realidad la entrenadora dijo que debía bajar de peso — murmuró haciendo un mohín.

— Si bajas de peso volaras como papel — dije pasando mi brazo por sus hombros.

— Eso es lo que deseo— sonrió. Ella estaba un poco loca, o mejor dicho el patinaje le estaba volviendo loca, no creo que sea tan bueno para ella bajar de peso, pero por supuesto necesita sentirse liviana para hacer buenos saltos.

— ¿Y mamá? — pregunté.

— Dentro hablando con la entrenadora, Ady estoy tan feliz que estés aquí . — dijo pareciendo sincera, yo solo me limite a sonreírle, ¿que podía decir?, yo no estaba feliz, según Samantha yo realmente no era feliz, como la nieve a mi alrededor mi corazón estaba frio.

 

*****

 

 



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En el texto hay: patinaje

Editado: 20.02.2018

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