Capítulo 9: La Marca del Olvido

El eco del Consejo aún resonaba en sus mentes cuando Cael y Lysiane abandonaron el Salón de los Elementos. No como fugitivos… sino como elegidos por algo que ni ellos comprendían del todo.

Cael la llevó a través de los Valles del Viento, un lugar donde los Guardianes iban a meditar, pero que ahora servía como refugio.

—Lo que hiciste… fue magia pura. Ni siquiera yo habría podido detener a Maelis —dijo él, una vez que estuvieron a salvo.

—No fui yo. Al menos no sola. Fue como si otra voz hablara conmigo. Como si… algo despertara.

—La pluma en tu colgante… —murmuró Cael, abriendo su palma. Allí la tenía, envuelta en el cristal—. No es de ave común. Está impregnada de energía que no pertenece a un solo elemento.

Lysiane la observó en silencio. En el fondo, sentía que esa pluma era una parte de su historia que le fue arrancada.

—¿Y si esta “niña” de la que habló el anciano… era mi antepasada?

—¿O tú misma? —preguntó Cael, en voz baja.

Ella lo miró, con los ojos brillando como gemas.

—¿Reencarnación?

Cael asintió.

—Las almas antiguas nunca desaparecen. Solo esperan el momento correcto para volver.

Esa noche, Lysiane soñó con el círculo de piedras de nuevo. Pero esta vez, estaba dentro de él. Una figura femenina se le acercó. Cabello como el suyo, ojos dorados.

—“Yo fui sellada… tú debes liberarte.”
—“¿Quién eres?”
—“La primera. Y quizás… la última.”
—“¿Qué quieres que haga?”
—“Rompe el círculo.”

Despertó sobresaltada. Cael la sostenía, dormido a su lado. No dijo nada, solo le acarició la frente, como si supiera que algo había cambiado.