Capítulo 22: El Consejo Avanza

El día pasó entre prácticas y lecciones. Eliara les había explicado que, para dominar su poder, Lysiane debía sentir la conexión con todos los elementos, pues el amor los unía a todos. Sin embargo, el entrenamiento se veía interrumpido por la constante sensación de que algo se avecinaba.

Al caer la tarde, mientras el viento comenzaba a susurrar entre los árboles, Eliara se acercó rápidamente a Lysiane y Cael.

—Es tarde. El Consejo está aquí.

Las palabras de Eliara cayeron como un peso sobre el aire. Cael inmediatamente se puso en pie, sus ojos oscilando entre Lysiane y el horizonte.

—¿Cómo lo sabes?

—Puedo sentir su presencia. Usan magia oscura para rastrear a aquellos con un poder especial. Están cerca.

El viento comenzó a soplar con más fuerza. Lysiane sintió una extraña presión sobre sus hombros. La conexión con el amor en su interior tembló, como si la naturaleza misma estuviera alterada por la amenaza inminente.

—Debemos movernos —dijo Cael—. No hay tiempo que perder.

Eliara asintió, moviéndose rápidamente hacia el interior de su cabaña, donde tenía almacenados artefactos mágicos. Mientras tanto, Lysiane observaba al horizonte, donde una niebla espesa comenzaba a extenderse. No podía ver nada más allá, pero sentía que se acercaban. El Consejo. No podían retrasarse mucho más.

De repente, la cabaña de Eliara se iluminó con una luz intensa, y la sanadora apareció en el umbral, con un pequeño saco de piel en la mano.

—Esto es todo lo que puedo darte —dijo, entregándole el saco a Lysiane—. Usadlo sabiamente.

Lysiane miró el saco, pero antes de que pudiera preguntar, Cael la tomó de la mano.

—Tenemos que irnos. Ahora.

Juntos, comenzaron a caminar hacia la salida del bosque. Eliara los observó, sin saber si esta sería la última vez que los vería. El viento se levantó, arrastrando consigo hojas y ramas, como si el bosque mismo estuviera luchando para protegerlos.

Pero Lysiane sentía que la batalla real no sería contra el Consejo… sino contra lo que el amor podía hacerle a su propio corazón.