El sol comenzaba a ponerse sobre el horizonte de Liria, tiñendo el cielo de tonos cálidos de naranja y rojo. El aire, normalmente suave y apacible, parecía agitarse en el corazón del Reino. Desde el momento en que Lysiane desató el poder del Corazón de los Elementos, las cosas habían cambiado de manera irreversible.
Lysiane caminaba por los jardines del Palacio Elemental, observando cómo los elementos que alguna vez habían sido estrictamente controlados, ahora se entrelazaban con una fuerza inusitada. Las flores crecían a un ritmo acelerado, las nubes se acumulaban sobre la tierra en patrones inusuales, y el agua de los ríos parecía moverse con un propósito propio. El reino entero temblaba bajo el peso de lo que acababa de suceder.
Cael se unió a ella en silencio, sus ojos reflejando la preocupación que él sentía también. El viento que normalmente lo rodeaba de forma tranquila ahora era más errático, como si el mismo aire se debatiera por encontrar su lugar en el mundo.
—El Corazón de los Elementos ha cambiado todo —dijo Lysiane, sus palabras llenas de incertidumbre. Nunca imaginó que el poder de los cuatro elementos pudiera liberarse de esta manera.
Cael asintió, sus ojos observando las nubes que giraban sobre sus cabezas, sus movimientos erráticos. A pesar de la calma que había en su interior, la situación era cada vez más inquietante.
—El Corazón de los Elementos no solo ha liberado el poder de los elementos, también ha alterado las reglas que los mantenían en equilibrio —dijo Cael, su voz seria—. Y ahora, no solo nosotros debemos adaptarnos, sino todo el Reino.
Lysiane cerró los ojos por un momento, sintiendo el pulso de la tierra bajo sus pies. El cambio era palpable, casi tangible. Sabía que había desatado algo grande, pero no entendía completamente sus dimensiones.
—¿Y qué pasará ahora? —preguntó, más para sí misma que para Cael.
Antes de que pudiera recibir una respuesta, una figura apareció a lo lejos. Eliara, la anciana sabiduría del Reino, caminaba hacia ellos con pasos lentos, pero con una mirada decidida.
—Lysiane, Cael —dijo Eliara, su voz suave pero cargada de poder—. Lo que habéis hecho no ha sido solo un cambio en la magia, ha sido una ruptura de los viejos límites. El Reino de Liria ya no será el mismo. Y ahora, la verdadera prueba comenzará.
Lysiane la miró, preocupada.
—¿Qué quieres decir?
Eliara hizo una pausa, observando las fuerzas desatadas a su alrededor. El viento susurraba en sus oídos y la tierra parecía moverse bajo su influencia.
—El equilibrio entre los elementos ha sido alterado, y el poder de los cuatro se ha fusionado de una manera que nunca habíamos visto. Esto traerá consigo nuevas fuerzas, nuevas amenazas y posiblemente nuevos aliados. El Reino necesitará ser reconstruido, pero no como era antes. Este es un momento de transición, y cada decisión que toméis marcará el destino de todo el Reino.
Lysiane sintió una presión en su pecho. La magnitud de lo que había hecho, lo que habían hecho juntos, empezaba a asentarse en su corazón. Este no era solo un cambio para ella, sino para todos.
Cael miró a Eliara, el viento comenzando a rodearlo en pequeñas ráfagas, como si la naturaleza misma estuviera escuchando sus pensamientos.
—¿Qué debemos hacer ahora? —preguntó.
Eliara los miró profundamente, como si pudiera ver sus almas.
—El futuro del Reino de Liria depende de cómo manejéis el poder que habéis desatado. No será fácil, pero con cada desafío vendrán nuevas oportunidades. No solo necesitaréis vuestro vínculo, sino también la sabiduría de los antiguos guardianes y la fuerza de aquellos que se alineen con vuestra causa. Pero sobre todo, nunca olvidéis: la magia del amor que habéis despertado será la clave para restaurar el equilibrio.