Capítulo 34: Lo que se debe soltar

El agua envolvió a Lysiane con una fuerza inesperada. No era solo una prueba física, sino espiritual. Dentro del lago no había tiempo, ni arriba ni abajo. Solo recuerdos, emociones, y la verdad desnuda.

Flotando en la oscuridad líquida, Lysiane vio imágenes pasar frente a ella como reflejos en la superficie: su madre acariciando su cabello, la biblioteca de Liria, su primera vez con Cael bajo el claro de luna... y también sus miedos.

¿Qué pasará si fallas?

¿Y si Cael no regresa?

¿Y si tu destino no es salvar al Reino, sino destruirlo?

Las dudas la estrujaban como corrientes invisibles. Pero entonces, sintió algo: una chispa cálida que nacía en su pecho. Era la conexión. No solo con Cael, sino con ella misma, con su esencia. Había temido su poder durante años, creyendo que era demasiado, que perdería el control... pero ahora entendía: no debía controlarlo. Solo debía confiar.

Mientras tanto, Cael vivía su propio juicio. El agua lo enfrentaba a su orgullo, a su temor de fallar como Guardián, a su inseguridad de no ser suficiente para proteger a Lysiane.

Pero en medio de la nada, escuchó su voz. La de ella.

—No necesitas salvarme, Cael. Solo acompáñame.

Con esa aceptación, el agua comenzó a ceder. Las imágenes se desvanecieron, la presión disminuyó, y ambos emergieron a la superficie, jadeando. Nerida los esperaba en la orilla.

—Han soltado el miedo —dijo con una leve sonrisa—. Ahora pueden seguir.

Lysiane se tambaleó al salir del lago, pero sus ojos brillaban con una luz distinta. Cael la sostuvo, y por un momento no dijo nada. No hacía falta. Algo entre ellos había cambiado. Habían descendido a lo más profundo de sí mismos y no solo habían salido con vida… habían salido más unidos.

Nerida extendió la mano, entregándoles una pequeña esfera de agua cristalina.

—Este fragmento contiene la memoria del agua. Les mostrará lo que fue… y quizás lo que será.

Cael guardó el fragmento con reverencia.
—Gracias —dijo, simplemente.

Y mientras abandonaban el Reino del Agua, el cielo comenzó a despejarse. No era el fin del viaje, pero por primera vez, Lysiane sentía que entendía lo que realmente significaba ser la elegida del equilibrio.