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Respiraba nerviosa, cosa que noto mi compañera, estaba tan concentrada en el animal que apenas me miraba, pero ya en calma, su mirada se posó en mi, colocando su mano etérea sobre mi hombro.
Aunque solo fuera un espíritu, el sentir la presencia de alguien a mi lado me reconforta, bueno, fue así desde que nos conocimos, para ambas fue una sorpresa poder vernos e interactuar, me costó un poco más a mi que a ella, ya que creí en verdad que era humana en un principio, solo después de que se presentará como fantasma caí en cuenta de lo que pasaba.
El silencio nos invadió, era notorio que mi compañera entiende, pero a veces era tan impulsiva que ni ella se da cuenta. Cuando nos alejamos un poco respiré más tranquila, apoyando la espalda en un tronco cercano, no siempre sabía qué tipo de árbol era, pero de a poco iba aprendiendo, a veces podía sentir la energía de la naturaleza, pero debía ser de árboles muy viejos, ya que en cierto sentido, mi magia está relacionada con la tierra, o eso me explico el ajolote intruso, que, de lo más seguro, ya supiera de mi “escapada” por un “mugre gato que apenas saciará su hambre” como dirá cuando estemos a solas. No dejaría que tocara a este gatito.
Mire a mi alrededor antes de dirigirme hacia la entrada principal, solo por precaución, aunque no hubiera nadie cerca, siempre veía hacia todos lados en caso de que alguien nos siguiera, aún tenía algo de la paranoia de ver gente siguiéndome o tratando de atacarme por la espalda, tanto así que a veces no duermo pensando que derribaran la puerta de mi cuarto aun sabiendo que nadie conoce este lugar. Estaba tan concentrada en ver si me seguían que choque con una rama, cayendo sentada al suelo, llevando una de mis manos hacia mi nariz, ya que fue lo que más me dolía.
Intentando mantener la compostura, no era la primera, ni la última vez que me pasaba, es lo complicado de intentar coordinar los pies y la vista, suelo ser más ágil en la oscuridad que con el constante estímulo visual que conlleva cuando es de día.
Molesta quise irme, tomando la canasta nuevamente y abrazándola con fuerza, pero note algo, en el tronco del árbol agresor, en un hueco extraño, algo parecía esconder, le extendí la canasta a Dorothea y esta la tomó rápido, al meter mis manos dentro de este tronco lo primero que sentí fue una suave tela, lentamente mis manos reconocieron que bajo la misma escondía un libro, de cubierta rugosa, como si cuero viejo se tratara, al sacarlo confirme lo que ya sabía, un libro, tan grande y pesado que no creí ser capaz de llevarlo sin ayuda, con cuidado me acomode hasta poder dejarlo en el suelo, tenía curiosidad, así que solo eche un vistazo bajo la manta, pero la ruptura de una rama cercana me hizo levantarme de golpe, lanzarle el libro a mi compañera, tomar la canasta y comenzar a correr lo más rápido que pude, sin mirar hacia atrás.
Se que posiblemente no haya sido nada, que quizás solo haya sido un animalito que pasaba por ahí y que posiblemente se asustara más que yo, aun asi, era mi instinto de supervivencia, así que por el mismo instinto rodie la mansión, entrando por uno de los pisos superiores, que estaba escondido bajo una ruma de tierra y raíces, en la zona más deteriorada de la misma, solo para sacarme la espina de encima de que alguien me hubiera seguido, aun a la velocidad en la que me fui.
Mi compañera me miró curiosa, ya que era un libro verdaderamente especial de ver. Había llevado hasta mi cuarto y no podía estar más agradecida de que no lo hubiera dejado tirado por la forma en como se lo lance.
En realidad no necesitaba ningún libro, pero sería un distractor para mi compañera, sabia que se le sería difícil encontrar algún libro en buen estado en ese lugar, ya que estaba en la zona derrumbada de la mansión, además, necesitaba algo de privacidad mientras hablaba con mi desaparecido demonio, era extraño que no llegara regañandome apenas crucé el umbral de mi puerta.
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Editado: 27.02.2023