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El demonio intentó acercarse, pero no le dejó, dándole la espalda, molesta, estaba acabando con mi paciencia y no había podido leer ni una página.
Curioso de mi propuesta, pude ver como todos esos ojos espectrales que siempre acompañaban a ese ser comenzaban a rodearme, tan rojos como los míos, reflejo claro que no me pertenecían.
Un silencio sepulcral invadió el cuarto, tanto que comencé a tener miedo, desde el principio el me dejo claro que solo soy su muñeca, que solo me mantiene con vida por nuestro trato, que cuando tenga suficiente magia fluyendo por mis venas el acabara conmigo, como él lo hace con cada criatura que le desagrada, no ha acabado con Dorothea porque es mi única estabilidad, es la única que me mantiene cuerda, sino ya hubiera vuelto a mi pueblo y dejado que terminaran su trabajo, ya lo había intentado y de no ser por ella ya no estaría aquí, él lo sabía, tenía esa ventaja, así que debía ser cautelosa, el saber hablarle o convencerle a cualquier costo, para así mantenerme viva un poco más, ya que ese es el objetivo de este ser del infierno, darme vida para que él mismo me la quite, más no se si es ese su verdadero plan, y, aunque lo supiera, yo no estoy ni cerca de estar en la totalidad de el.
Sus ojos hicieron lo mismo segundos después, quizá para ver cómo crecía mi pánico, pero no dejaría que me viera desplomarme, si, estaba temblando, pero era más rabia que miedo lo que me invadió en ese momento, solo espere a ver que ningún ojo estuviera escondido para caer de rodillas, odiaba tanto esos ojos, esos malditos que me acechaban, los mismos que tengo que ver cada vez que miro mi reflejo, los mismos que me ha condenado a usar ese maldito, los mismos que me han maldecido a ver.
Estaba decidido, esa alimaña solo quiere manipularme, pero no le daré el gusto de hacerlo, esta vez; arrastre el libro hasta el escritorio, dejándolo caer con fuerza, un poco para quitarme la rabia que sentía, aunque apenas abrí el libro un leve dolor punzante recorrió mi mano, me había cortado, apenas había pasado una página y me hice un corte, lleve mi dedo afectado a la boca, en un intento de detener el sangrado, mas solo fueron un par de gotas pequeñas.
Respire hondo, volviendo a la primera página, refregando mis ojos en un intento para calmarme, era mejor que comenzar a morderme las uñas o arrancarme el cabello; ya teniendo un poco de paz interior observe la página en la que estaba, solo para volver al pánico al solo ver simbolos raros y letras inteligibles, estaba en problemas, en serios problemas, si así era la primera página ¿que me esperaba en el esto?
El desconcierto de ambas fue palpable, al parecer, lo que estábamos viendo no era la primera página después de todo.
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Tras hojear algunas páginas no vi nada que llamara mi atención, eran cosas que en varios casos necesitaba algo de ayuda para entender lo que realmente quería conjurar, es lo malo de ser la única miembro de un "aquelarre", no es que sea solitaria, tengo a Dorothea y me siento a gusto con su compañía, quizás si el ego del jamón volador no fuera tan grande como su hambre, quizás, en un raro caso, seríamos muchas más brujas, aunque no se si eso fuese buen para mi.
Sacudí la cabeza ante la idea, si fueramos mas, de seguro ese desgraciado nos tendría a todas como esclavas, o como sus bocadillos andantes, en verdad despreciaba a ese ser, aunque admito que fue sincero desde el principio, por eso no me quejo tanto, lo único malo es que siempre usa eso cuando quiere manipularme.
Me había costado un poco explicarle que era realmente ese libro, ya que yo tampoco sabía muy bien lo que era, pero al mencionar que era un posible libro de magia, se emocionó, me recordó un poco a nuestro primer encuentro, ella siempre se emociona por cosas así.
Ese ánimo suyo era contagioso, dando aliento hasta a los que no les podían ver, sacudí levemente la cabeza mientras pasaba una pagina mas de aquel curioso libro, en ella algo llamó fuertemente mi atención, entre dibujos y párrafos dispersos, daba las instrucciones para crear un objetos especial, un catalizador.
Dorothea no se quedó por mucho a mi lado, más que nada por el gato, quien se escondía bajo mi cama (o el intento de esta) bufando un poco, quizás no había sido buena idea traerlo, ahora su vida estaba en riesgo por mi culpa.
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Editado: 27.02.2023