Witchcraft

Capítulo 02

He puesto un hechizo en ti

Salem, 1692

En la penumbra de la noche una mujer de cabellera larga y castaña se acercaba a la cárcel caminando entre los escombros de la aldea, aquel lugar estaba desierto como si un huracán hubiera pasado por ahí acabando con toda señal de vida, al llegar a los calabozos paso su mano sobre la reja y logró abrirla de un solo golpe sin siquiera tocarla. - ¿Y bien? ¿A quién he tenido la dicha de salvar esta noche? – Preguntaba la joven a la mujer tras la mazmorra. – Permítame presentarme ante usted, mi nombre es Tituba fui vendida como esclava a estas tierras, puedo darme cuenta de que es una bruja, yo también lo soy práctico la magia vudú, y debo admitir que estoy en deuda con usted, gracias a que consiguió mi libertad, mi lealtad le pertenece. - Dijo postrándose a sus pies. La castaña sonreía maliciosamente. – Magia vudú, me será útil, ¿sabes que tu pueblo está destruido?  Tal vez pagaron caro el condenarte tras estas rejas viejas, ven conmigo, necesito a gente como tú para continuar mi camino. – Tituba se levantó desconcertada. - ¿Pero que les ha pasado a todos? – La joven mujer fijo su vista en ella. –Es una larga historia que te contare en el camino, dime ¿Dónde puedo encontrar más como tú? -  Tituba camino y se detuvo frente a la mujer. – Acompáñeme al viejo roble, está a las afueras del bosque. Luego de cruzar las ruinas del pueblo, que aún permanecía en llamas las dos se detuvieron frente al gran árbol de tronco grueso, en lo alto de una rama colgaban de la horca dos mujeres, La hasta ahora desconocida intrusa levanto las manos y las sogas se cortaron al mismo tiempo, los cuerpos lentamente descendieron hasta quedar tendidos en el suelo, la castaña le pidió a Tituba que mostrara su poder. La esclava negra asintió con la cabeza y saco un pequeño costal de entre sus faldas, dibujo con un gis un circulo y una serie de figuras, paso una daga en la palma de su mano y con el dedo índice de la otra tomo la sangre que escurría para ponerla en la frente de los cadáveres, recito unas cuantas palabras en un raro idioma y con los ojos en blanco sintió como la vida volvía a las dos mujeres que se levantaron de un solo golpe, jadeando para inhalar aire y tosiendo fuertemente. Tituba se puso de pie frente a la otra joven. – Estas son Sarah Osborne y Sarah Good, las tres fuimos acusadas de brujería por los habitantes del pueblo... La castaña le hizo una seña y la detuvo. – Por lo que veo tuvieron razón en juzgarlas, puedo sentir su energía, pero no se preocupen, síganme y yo las protegeré hasta el día de su muerte. - Sarah Osborne fue la primera en ponerse de pie. –Hablas con demasiada seguridad en todo caso le debemos la vida a tituba no a ti. - Osborne ayudo a Sarah Good a levantarse, esta segunda quedo de pie frente a la joven mujer. - ¿Por qué deberíamos hacerlo? ¿Quién eres tú? ¿Qué haces aquí? – La muchacha sonrió poniéndose una mano en la cintura y mirando a las tres mujeres chasqueo los dedos quitándoles la voz. – Hablan demasiado, les guste o no tendrán que obedecerme si no quieren volver al árbol, síganme que hay un largo camino por recorrer. –

Burkittsville, Actualidad.

Bien supongo que es importante que sepan quien es Devon y qué papel juega en todo esto, no crean que solo lo asesine por estar loca o por despecho, no, no soy así o tal vez un poco pero todo comenzó desde que llegue al pueblo, debo admitir que he tenido buena suerte con los chicos siempre, cuando caminaba por el centro recorriendo las tiendas podía notar que muchos me observan, incluso llegaba a escuchar sus pensamientos, algunos dulces otros algo repulsivos, pero a mí solo me importaba uno en especial, todo este tiempo había estado enamorada en secreto de Devon McCarthy, él era el más apuesto de mi clase, alto, cuerpo atlético, cabello negro y ojos azules, facciones marcadas, y una sonrisa de encanto todo un ejemplar, pero siempre estaba con Geraldine, aunque ella era muy fastidiosa con él y lo acosaba en toda oportunidad. Siempre discutían, eran tan tóxicos, por mi parte, por más intentos que hacia jamás lograba escuchar sus pensamientos parecía que tenía su mente bloqueada, así que esperaba que por arte de magia se olvidara de la odiosa niña engreída y se diera cuenta de que conmigo estaría mejor. Un día en clase de filosofía se sentó frente a mí, era un jueves nublado, muchas veces había leído en el libro acerca de los hechizos de amor y pensé que era una buena oportunidad para ponerlos en práctica, el profesor Darren estaba muy entretenido hablando sobre Sócrates y Platón, así que tomé las tijeras  de mi lapicera y con delicadeza le corte un poco de cabello a Devon, antes de que se diera cuenta guarde la evidencia en una hoja de mi cuaderno, y la guarde muy bien con algunos dobleces,  terminada la clase partí  a toda marcha sin detenerme a la tienda de antigüedades, entre los pasillos buscaba algunas esencias para mi ritual, una vez que tenía en mis manos todo lo necesario le pague a la señora Margot y me entrego la bolsa de papel, estaba revisando que no me faltara nada cuando tropecé con una pila de libros que Thammy Adams estaba ordenando.-¡Meredith!¿Qué haces por aquí?- Me preguntó la joven, su piel blanca resaltaba sus cabellos rojizos, tenía unos hermosos ojos claros y los pómulos bien definidos. –Yo amm, vine a ver si tenían velas aromáticas me ayudan a concentrarme cuando tengo que estudiar. – Conteste bastante nerviosa. Thammy era un año menor que su hermana Bonnie, una joven que estudiaba criminalística y trabajaba con mi papá en la fiscalía. La muchacha subía y bajaba por una escalera ordenando los libros de los estantes. - ¿Encontraste lo que buscabas? — me pregunto alcanzando un libro con las yemas de los dedos antes de que le contestara siguió hablando. —Todos los jueves ayudo a la señora Margot por las tardes después de mis clases. – Escondí la bolsa detrás de mí y procedí a despedirme. - ¡Vaya! Es bueno saber que puedo encontrarte por aquí ¡Nos vemos! – No dije más, me di la media vuelta sin detenerme, esperando que no me siguiera. La luna había entrado en fase creciente, eso significaba que era el momento perfecto para poner en marcha el ritual, revise el libro para no cometer errores, no todas las indicaciones eran explicitas, me asegure de que no me faltaba nada para lograr mi cometido, con todos los materiales me instale de rodillas en la alfombra y leí en voz baja: “A la media noche rodearse de un circulo de velas rojas y rosas intercaladas entre sí, utilizar pétalos de rosa para cubrir los huecos, machacar un puñado, añadir miel y canela en polvo, con la mezcla ungir una fotografía del ser amado, repetir las siguientes palabras.” -pro amore spiritus, Venerem volunt, quae est adducere, ut iubes – Cuando repetía esas frases los pétalos del circulo flotaron a mi alrededor, no pude evitar alegrarme, luego continúe con las instrucciones: “deposite la foto dentro de un frasco, añada esencia de ven a mí, miel de amor y cubra hasta el tope con perfume de su preferencia, antes de cerrar el frasco agregue una pertenencia de la persona y selle, tome un listón rojo y de varias vueltas al recipiente, haga tres nudos y guarde en un lugar con poca luz”. Tome el frasco entre mis manos con delicadeza y estaba tibio, la silueta de afrodita brillo ante mis pupilas, con cuidado lo deje bajo mi cama. Al día siguiente al llegar a la escuela me sentía como una niña pequeña esperando a que Devon se me acercara, pero no fue así, me vio y ni siquiera me saludo paso de largo a mi lado y se sentó con sus amigos Patrick y Erick, el primero era popular por estar en el equipo de natación, tenía los cabellos rubios y alborotados, una espalda ancha y unas piernas fuertes, por su parte Erick era un poco más bajo que los otros dos, tenía el abdomen marcado, el cabello chino y negro, unas cejas bien formadas y una ligera barba cubría parte de su rostro, lo cierto es que los tres eran unos patanes, pero a veces simplemente te atrae el físico y caes como idiota. Yo no dejaba de pensar ¿Qué había hecho mal? Seguí el hechizo al pie de la letra, puse toda mi fe en ello y no había dado resultado, en sus ratos libres él seguía al lado de Geraldine y después del entrenamiento de futbol se iban juntos, pasaron los días y no había cambios, solo se concentraba en sus amigos y en ser un idiota. Dos semanas más tarde estaba en casa recostada mirando al techo, pensaba en volver a repetir el hechizo cuando de pronto el libro sobre el tocador se abrió como por arte de magia y las páginas pasaron rápidamente hasta detenerse en una, confundida me levante para cerrarlo, y entonces leí: “Una bruja natural no necesita de amuletos, objetos ni de ningún medio para obligar a alguien a hacer algo en contra de su voluntad, va contra su propia naturaleza, es por esto que las brujas blancas conocedoras de que pueden provocar daños únicamente los usan para hacer justicia, es importante saber que todo lo que haga bueno o malo tiene consecuencias, y se revertirá al triple. Los hechizos, conjuros y posiciones en una bruja blanca únicamente sirven si la persona o el suceso están destinados a cruzarse en el camino de esta.”



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En el texto hay: mitologia griega, brujas de salem, brujas y demonios

Editado: 12.11.2019

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