With My Damage 1

Prólogo

Vancouver, Agosto 2017.

Otra vez la lluvia.

Observo desde la ventana como el cielo se oscurece cada vez más, todo se torna de gris profundo y de pronto expreso una mueca rara. Hoy no ha parado de llover desde la mañana, y para mi mala fortuna, hoy decidí que usar un suéter para nada abrigador como una buena idea. Por los momentos la oficina del Dr. Andrew me resguarda, con los colores cálidos que usualmente tiene, pero realmente espero que de aquí a media hora pueda salir sin miedo de pillar un bendito resfriado toda la semana.

Agacho la mirada hacia la manga de mi suéter, y sin pensarlo, empiezo a quitar pelusas que ni siquiera están allí.

El doctor levanta la mirada un instante de su cuaderno de anotaciones, su ceja levantada solo me hace suponer que está ligeramente indignado. Le he esquivado la pregunta que me hizo, aunque en realidad con toda honestidad ya lo he hecho ya dos veces.

—Jared —me llama, quitándose sus rotos lentes por milésima vez. ¿Acaso las consultas no le dan como para comprarse unas nuevas? Pienso con cinismo mientras continuo quitando los pequeños defectos de la ropa. Aunque le conozco desde hace años, eso no quita lo fastidioso que me resulta estar sentado en un mueble, inmóvil y escuchando preguntas absurdas de vez en cuando.

Ahora que lo pienso no creo haberlo visto cambiar esos lentes, que están remendados con cinta adhesiva muy visible.
Sus canosas cejas se vuelven a levantar sutilmente. Deja su libreta en el escritorio, dando finalizado al reporte de hoy y se reclina en su silla.

—Me preocupa que usualmente pienses que hay algo malo en ser sincero contigo. Y esto te lo expreso como amigo, no como tu terapeuta.

—Soy sincero. —respondo, seco.

—¿Lo eres?

Vuelvo a hacer un gesto de incomodidad. un historial que vengo repitiendo desde que llegué.

—¿Con qué frecuencia la recuerdas?—me lanza la pregunta con tono serio.

—¿A quién?—medio sonrío sarcásticamente.

Ahora es el Dr. Andrew quien hace una mueca. Parece estar harto.

—Jared… Vamos, no has querido abrirte al tema en estos seis meses. Debes hacerlo.

Me quedo en silencio con la respiración dura. Sé perfectamente que está hablando sobre ella. Bajo la mirada hacia el piso, y en un segundo, empiezo a recordar.

No. Me detengo. No gano nada en recordar algo que ya está en el pasado.

—Realicemos algo ¿Te parece?—me extiende una hoja en blanco y un lápiz
—Escribe, por favor.

—¿Escribir qué, precisamente?—levanto la ceja, devolviendole el gesto de indignación.

El doctor vuelve a recolocar los benditos lentes.

—Necesito que le escribas una nota. Imagínate que va estar leyendo eso en este preciso momento. ¿Qué quieres que ella sepa que jamás te atreviste a decirle en el tiempo que estuvieron juntos?

¿Qué…? Pero este viejo o se volvió loco o debe estar tomándome el pelo. Rememoró la última vez que nos vimos y sé que dijimos lo suficiente. No hay nada que decir. Trago saliva y observo la hoja con desdén ¿Qué espera que diga en esta estúpida hoja? Me esfuerzo para decir algo pero me quedo mudo ante la idea de decir cosas que... No quiero.
El pie se mueve en tic involuntario. A ver... ¿Debo decirle que hay noches en que sueño con ella? O que cada vez que veo a una mujer ligeramente parecida siento que me da algo en el pecho… ¿Nervios? No lo sé.
Me muerdo el labio superior.

—Hazle saber que la extrañas.— me ordena, y como una aguja fría de pronto siento que Dr. Andrew se me ha atrasado en los pensamientos—Que aunque intentes negarlo, tu mirada dice mil veces lo contrario.

El pensamiento es claro y corto. Sin querer arrugo la esquina de la hoja. Y justo en ese momento mientras amenazo con quebrar el estúpido lápiz, empiezo a admitir, con recuerdos silencioso que... "Mi cuerpo tiene la necesidad de verte otra vez"




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