-¿Puedo tomar su orden?-Dijo el mesero. - Era un hombre delgado, blanco y alto.
-Dos capuchinos clásicos.-Dijo Mateo
-Claro dos capuchinos. -Respondió el mesero
-Cuéntame Nallely. ¿Regularmente bienes a este lugar?-Dijo Mateo
-En realidad cada tarde. Me siento es ese rincón a leer.
-¿De verdad?- Yo también estoy aquí regularmente. ¿Cómo es que nunca te he visto?
-No lo sé. Yo a ti tampoco te había visto.
-Espera. ¿Dijiste ese rincón?- Dijo señalando a través de mi espalda.- Asentí
-¿Eres la chica de grande abrigos que se pierde en los libros?
-Tal vez si
-¿Tú eres?
-Si
-La que robó el libro que me gustaba para leerlo y ese día me dejó sin mi dosis de ficción
-Lo lamento- Dije riendo
-Cuando te lo pedí me miraste como diciéndome "Lárgate de aquí"
-Lo lamento de verdad
-Qué coincidencia
-No creí que te convertirlas en mi maestro de Cálculo y ahora en mi asesor.
-Una pregunta. Quizás pensaras que soy indiscreto pero... estoy intrigado
-Dime
-¿Qué sucedió con su maestro anterior?
-No lo sé. Todos dicen que se marchó. Pero yo no creo. En realidad pienso que algo le paso, Algo bastante feo. Y nuestro maestro anterior de él también desapareció.
-¿De verdad?
-No.-Dije en tono de burla
-Estaba creyéndote
-Nuestro maestro se marchó. Pero nadie sabe nada. El director recibió notificación de que ya no iría, creo que le mando un e-mail y a la mañana siguiente no se presentó.
-Listos los capuchinos-Dijo el mesero mientras los colocaba frente a nosotros.
-Gracias- Le dije- Mateo se quedó pensativo un par de segundos.
-No se espante profesor. No creo que haya un cazador de maestros de cálculo.
-Quizás sí y en este momento está sentada frente a mí
-¿Está insinuando que yo quiero raptarlo?
-¿Te incomoda?
-¿Sabe qué? tiene razón. Soy una psicópata que secuestra maestros de cálculo de 23 años -Se echó a reír
-Disculpe señorita pero su maestro anterior tenía 40 años
Me eché a reír.
-Sin comentarios- Respondí- Estuvimos platicando un buen rato cuando la lluvia dejo de ser tan constante dijo: -Bueno señorita creo que la tarde se nos ha pasado.
-Es hora de ir a casa- le dije
-Sigue lloviendo- permite me llevarte
-No es necesario- Dije levantándome del asiento
-No dejaré que te vayas así- Y menos con mi Sudadera puesta
-Está bien. Solo porque de verdad no quiero lavar tu Sudadera - Dije burlándome-Después de dejar el dinero en la mesa salimos y entramos al auto
-Vivo por la calle...
-Sé en qué calle- dijo interrumpiéndome
-Vaya. Se nota que sabes más de lo que creo.
-Está en tu expediente -Me quede callada. Camino a casa no dijimos una sola palabra. Cuando casi llegamos la lluvia estaba comenzando a ser más fuerte, en el parabrisas las gotas corrían como ríos, apenas si se podía ver a través del cristal.
-Listo. Llegamos- dijo Mateo mirándome
-La lluvia está muy fuerte. ¿No quieres entrar un momento?
-No creo que sea prudente.
-Está lloviendo muy fuerte a menos que quiera tener un accidente lo dejo que se marche y si no es así entonces entre un momento. Solo hasta que se pase un poco
-De verdad creo que tú eres la que rapta a los maestros.-Dijo burlándose
-Entre y compruébelo- Entramos a la casa empapados. Prendí la luz de la sala y después la después comedor
-Siéntese profesor
-Estoy muy mojado. Manchare tu sala
-No hay problema si después viene y lo limpia- Sonrió y se sentó. Tengo un par de sudaderas que puede utilizar.
-Te molestaría con ese favor.- Subí a mi habitación y busque entre mi closet. Encontré una Sudadera gris que había dejado con anterioridad mi hermano.
-Quizás esta Sudadera le quede profesor. Aquí le dejo una toalla. Subiré a cambiarme ¿Necesita algo más?
-Por el momento creo que estoy bien. Sube al cambiarte. Prometo estar aquí cuando regreses.- Subí a prisa a mi habitación entre a la regadera 5 minutos, deje que el agua caliente fluyera en mi cuerpo, después busque en mis cajones un pans gris y una Sudadera rosa, cepille mi pelo y lo agarre en un trenza, mientras bajaba vi que Mateo apenas se estaba poniendo la Sudadera, me quede petrificada tenía la espalda descubierta sus músculos se marcaban. Empecé a sentir como mi corazón empezaba a acelerarse cada vez más. Me quede a media escalera y cuando terminó de ponerse la Sudadera baje.
-Veo que le quedo bien -le dije
-Si. Creo que esto devuelve el favor de mi Sudadera.
-¿Quiere otro café profesor?
-Me caería mejor un té
-En seguida se lo traigo- Entre a la cocina, puse la cafetera en la estufa y busque dos tazas en la alacena.
-¿Así que usted será nuestro maestro todo el año?
-Si. Pero no sólo este año. No te libraras de mi hasta que te gradués
-¿Porqué?
-Soy ingeniero prácticamente te daré toda la carrera matemáticas.-La cafetera empezó a hervir, me pare del sillón y caminé hasta la cocina. Vertí el té en las tazas y los endulcé.
-Aquí tiene profesor- Dije dándole la taza.
-Hace demasiado frío -dijo temblando- Deje mi taza en la mesa del centro y le di una cobija que estaba sobre el sillón
-Póngase esto. Para que se caliente.- Tomó la cobija y la enredó sobre su cuerpo. Bebimos el té mientras platicábamos de una infinidad de cosas. Las horas habían pasado 9:27 pm marcaba el reloj.
-Nallely yo creo que es hora de que te deje descansar. Fue una tarde muy agradable con tu compañía. De verdad nunca la había pasado tan bien como hoy.
-Si ya es tarde. No sé dónde viva usted porque yo no tengo su expediente- Dije bromeando
-Dónde pongo las tazas -dijo levantándose.
-Déjelas aquí yo en un segundo lo arreglo
-No quiero ser grosero, por favor permíteme ayudarte con esto. Me quede mirándolo impresionada
-En la encimera- Dije señalando la cocina .Tomo las dos tazas y las llevo hasta la cocina. Caminé atrás de él, solo Déjelas ahí sobre el lavabo.
-Bueno mañana a la misma hora en la biblioteca- Me dijo
-Cuente con ello profesor. -Dije cruzando los brazos
-De verdad me gustó mucho esto te día. Eres una niña impresionante.
-Pienso lo mismo de usted profesor.
-¿De verdad?- Asentí sonrojada. Él comenzó a acercarse a mí, tomó mi mano y me dio un beso en la mejilla.
-Descansa Nallely. Te veo mañana en clases -Me quede ahí un momento. Mientras él se marchaba