Ethan Brandwell
Un fuerte olor a alcohol con alcanfor me despertó, sacándome de la insensible negrura de la inconciencia. Me dolía todo el cuerpo, me ardía la garganta, sentía las extremidades pesadas y la voz no me salía. Mi vista empezó a acostumbrarse a la oscuridad de… ¿mi habitación?
—C… Cómo… —balbuceé.
—Silencio, solo reposa —ordenó una voz masculina, una muy familiar—, no debes esforzaste mucho, aún estás muy débil. Tienes suerte de estar vivo la verdad, perdiste demasiada sangre.
Un rostro familiar se cernió sobre mí, sus ojos expectantes me analizaron de arriba abajo como si esperara algo de mí.
—¿Fred? —logré decir por fin entre susurros roncos—. ¿Qué haces aquí? Todo el mundo te ha estado buscando estos tres días.
—¿Tres? —preguntó entre risillas sarcásticas—. Llevas cuatro días inconsciente así que deberían ser siete. Me han estado buscando por siete días, toda una semana. Y sí, lo sabía. He visto las noticitas y algunos carteles por ahí, nada llamativos.
—¿Qué? —grité irguiéndome de golpe, cosa que desencadenó una serie de mareos y dolores de cabeza que me obligaron a recostarme de nuevo.
—Cálmate, hombre. —Me tendió un vaso de agua—. Deberías escucharme un poco, ¿no? Debes descansar, por lo pronto bebe esto, debes estar sediento y hambriento. Cuatreo días no es poca cosa, después de todo.
Bebí de un solo trago todo el contenido, estaba demasiado sediento. Miré detenidamente el techo y me di cuenta que no estaba en mi habitación, ni siquiera estaba en mi departamento.
—¿Dónde estamos? —pregunté curioso recobrando un poco la fuerza en mí voz.
—Pues verás… —titubeó—. Estamos en una fábrica abandona a las afueras del pueblo.
—¿Por qué diablos estamos en…? —me interrumpí abruptamente al recordar lo sucedido antes de desmayarme—. Espera… Fui atacado anoche por una bestia enorme, casi me arranca el…
Mis ojos casi salen de sus orbitas de la sorpresa, al revisar mi brazo herido no había nada, ni siquiera una cicatriz. Revisé el otro brazo, tal vez mi mente me estaba jugando una mala pasada confundiendo mis recuerdos, pero no lo creía así. Estaba seguro de lo que había ocurrido, no estaba loco, el dolor que eso me provoco fue demasiado grande para ser solo una alucinación y la pérdida de sangre no fue pura coincidencia.
—Sí, verás… —titubeó nervioso.
—Te lo juro, mi brazo estaba herido…
—Lo sé —me interrumpió tratando de calmarme—, yo mismo te saqué de tu casa y te traje hasta acá… —Hizo una pausa suspirando—. Lo siento, de verdad, te juro que no fue mi intención, estaba ido. No podía controlarme, era la primera vez que cambiaba. No fue nada personal, sabes que me agradas y todo…
—¿De qué rayos estás hablando? —pregunté sin entender nada.
Me senté irguiéndome despacio, estaba encima de un viejo colchón en el suelo polvoriento.
—Esa criatura que te atacó… es un hombre lobo… —dijo muy pausadamente, analizando mi reacción.
—Ajá… —comenté invitándolo a continuar, expectante.
—Y era yo…
Nos miramos fijamente por varios segundos, por mi rostro no figuró ninguna expresión, estaba sin inmutarme con la mente en blanco.
—Me estás diciendo que… —respiré profundo—, eres un hombre lobo, y que casi me matas.
—Sí. —Se encogió de hombros—. En resumen, así es.
Mi cabeza empezó a dar vueltas, recordé a la criatura, alta, robusta, peluda y muy peligrosa. Lo miré a él tratando de encontrar alguna similitud entre los dos, pero me fue imposible. Mi vecino es un hombre lobo, ¿por eso había desaparecido? No podía alterarme, sabía de su existencia, peor tenerlos tan cerca debía ser solo cuestión de mala suerte, ¿cierto?
—¿Cómo lo hiciste? —pregunté señalando mi brazo «herido»—. Debería tener una enorme cicatriz por lo menos.
—Eso no fui yo, tú mismo te curaste, es una de las propiedades que trae el cambio. —Pausó al ver mi expresión de pánico—. Cálmate, déjame explicarte primero.
—Tienes que decirme que es una jodida broma —suspiré, temiendo sus próximas palabras.
—La noche que desaparecí fui atacado por un hombre lobo, desperté aquí igual que tú, desubicado, adolorido y sin saber que estaba sucediendo —narró con calma—. Me explicaron lo que sucedía y me advirtieron que esa misma noche tendría mi primer cambio. Al salir la luna llena, pasó. Trataron de amarrarme, pero la fuerza y el hambre de la primera vez los superó. Me escapé y… —Hizo una pausa—. Maté a dos personas y a ti solo alcancé a herirte, pero…
—Pero… —Lo animé a continuar, estaba asustado—. ¡Ya dime, maldita sea!
—Te infecté… Lo siento, no podía controlarme…
—¿Perdón? —Estaba estupefacto.
—Eres un hombre lobo primerizo, igual que yo… —admitió preocupado—. Así que de ahora en adelante viviremos aquí, con los demás. Puedes llamarlo… manada.
Por mi cabeza pasaron innumerables imágenes, de mi familia en especial. Tanto esforzarme por alejarme de ellos, de la desgracia que trae consigo ser del linaje Brandwell, para terminar en una pesadilla aún peor que esa.
#1598 en Fantasía
#878 en Personajes sobrenaturales
#2184 en Otros
#543 en Relatos cortos
misterio suspenso, romance paranormal amigos, misterio suspenso accion drama
Editado: 12.08.2025