Wolf Soul: La amenaza de los Lobos Sombra

Capítulo 20

¿Amigo o enemigo?

El macho se giró tan rápido que logró confundir a su agresora y así pudo liberarse. Acto seguido se puso a la defensiva. Makoto seguía con una mirada llena de enfado. Miraba a su enemigo fijamente, no se atrevía a perder de vista esos ojos del mismo color que los suyos, pues si se distraía él podría aprovechar la oportunidad.

—Eres una hembra muy agresiva —dijo el lobo con una mirada seria para luego sonreir de forma pícara—. Tu amo no debe haberte educado bien.

—¿Mi amo? —preguntó esta aún con su tono amenazante—. ¡Yo no soy una mascota! —añadió con un gruñido tras comprender bien a qué se refería el macho.

—¿Y por qué tienes un collar? —dijo este acercándose a la loba con una actitud relajada. A pesar de que recientemente ella lo había atacado, él no le tenía nada de miedo—. De no ser por esa cosa mi amo te habría asesinado, pero creyó que al tener un collar le pertenecías a alguien.

La joven asimilaba las palabras del lobo. Examinó con atención al macho que se estaba acercando y notó que este llevaba también un collar en el cuello, uno casi del mismo color que su pelaje, por lo que era difícil distinguirlo. El collar no era ni muy grueso ni muy delgado, en la parte frontal tenía un pequeño cuadrado gris con una "K" en el centro, la cual estaba retiñida con un negro bastante notable. Con esa observación concluyó que el cazador probablemente era el dueño de aquel lobo. Lo que todavía no entendía era la razón por la cual ese humano quiso matarla, supuso que eso era lo que hacían los cazadores siempre. Al finalizar sus observaciones, prosiguió a responderle al lobo.

—Mi collar solo es un recuerdo de una vez que un humano me cuidó —explicó—. No le pertenezco a nadie.

—Ya veo.

La guerrera lunar gruñó un poco cuando el macho se sentó frente a ella.

—¿Por qué me has traido a este lugar? ¿Y por qué tu amo quería matarme? —preguntó con un tono hostil.

—Es mi trabajo cazar lobos ingenuos para que el viejo pueda usar sus pieles. Los humanos no tienen pelaje en todo su cuerpo, así que supongo que necesitan el de otros animales.

—¡Eso es espantoso! —exclamó la hembra abriendo más los ojos entre sorprendida, asustada y enojada.

—Para los de tu especie si lo es —respondió con tranquilidad.

—¿Y qué hay de ti? Tú también eres un lobo.

El macho levanto sus orejas un poco por el comentario de la joven y soltó una leve risa.

—Primero, permíteme presentarme —dijo con una pequeña sonrisa—. Mi nombre es Kabu. ¿Cuál es el tuyo, señorita salvaje?

—Makoto —contestó con frialdad.

—Entonces Makoto... —dijo cambiando su tono a uno serio mientras se levantaba—. No vuelvas a confundirme con esos animales salvajes.

Makoto ladeó la cabeza confundida, sin abandonar su mirada fría y seria. Miró a Kabu con suma atención nuevamente. Este aparentaba ser un lobo, su olor era como el de un lobo, aunque se notaba un leve aroma a perro doméstico.

—Eres... ¿un perro? —preguntó arqueando una ceja.

—No soy salvaje, pero tampoco soy un animal doméstico. Simplemente vivo con aquel hombre porque quiero. Él me alimenta, y yo le ayudo a atrapar lobos, es como un trato, y a diferencia de las mascotas, yo puedo salir, cazar y hacer lo que quiera cuando quiera.

—Así que eres doméstico y salvaje a la vez, ¿no? —dijo la loba con una mirada repleta de confusión.

—Tal vez.

La hembra bajó la mirada por un instante, para luego sacudir su cabeza y mirar fijamente al macho.

—¿Podrías dejarme salir? Debo regresar con mis compañeros, hay un lugar importante a donde tengo que llegar.

—Mmm... no —contestó desviando la mirada y cerrando sus ojos con una leve sonrisa.

—¿No? —gruñó.

—No —repitió al mismo tiempo que su sonrisa se desvanecía y volvía a abrir los ojos.

La joven loba entornó los ojos con rabia. Se dispuso a caminar por la zona en busca de la salida. Kabu solamente se tumbó y la siguió con la mirada.

—No podrás salir por tu propia cuenta —canturreó el macho desde su ubicación.

Makoto hizo caso omiso y continuó explorando los alrededores. Al observar atentamente, notó que se hallaba dentro de una casa humana. Esta era mucho más pequeña que la de Takumi, ni siquiera tenía habitaciones ni cocina, era simplemente una pequeña sala con paredes de madera y algunos objetos acumulados en las esquinas. Vio dos tazones con el nombre Kabu escrito en ellos, uno tenía agua, que ya estaba algo sucia debido al polvoriento lugar, y el otro estaba vacío, con un leve olor a comida emanando de él. A un lado de donde se encontraba echado Kabu, había una ventana con la mitad cubierta por una cortina marrón. La joven prosiguió a subirse a las cajas que estaban bajo la ventana. Gracias a ellas logró asomarse por la ventana y ver el exterior.



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En el texto hay: lobos, animales, misterio y drama

Editado: 12.05.2019

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