Wolf Soul: La amenaza de los Lobos Sombra

Capítulo 22

Problemas entre padre e hijo

Era de madrugada, el sol aún no había salido y la oscuridad seguía cubriendo todo el bosque. Una fría brisa recorría la zona en la que se hallaban las cabañas del viejo cazador; una de ellas, la más alejada de Makoto, era donde vivía el hombre, y la otra era donde se guardaban las herramientas de caza, las pieles y también donde Kabu solía estar.

La guerrera lunar abrió sus ojos y se levantó con prontitud. No sabía en qué momento se había quedado dormida, probablemente fue vencida por el agotamiento tras estar tirando con fuerza de la cadena consecutivamente. La joven miró su entorno. Notó que seguía estando en el mismo lugar, con la misma cadena gruesa manteniéndola muy cerca de la cabaña de herramientas. Makoto gruñó levemente y miró hacia adelante para comenzar a jalar la cadena. De pronto escuchó un sonido, como de algo rompiéndose, pero cuando se giró para mirar el árbol al que estaba atada, solamente vio que se había razgado un poco la corteza del tronco. Iba a continuar con sus intentos de liberarse, hasta que algunos ruidos en la cabaña más alejada llamaron su atención. De allí salió el humano seguido por Kabu, ambos se dirigían hacia donde estaban los implementos de caza. Makoto vio al macho pasar frente a ella con su amo, pero este ni siquiera le dirigió la mirada, sino que se adentró en la cabaña junto a su dueño. Poco después el cazador salió con un arma y un bolso lleno de balas y dardos tranquilizantes, también llevaba consigo una botella de agua y algunos trozos de carne.

El hombre se acercó a Makoto con un pequeño pedazo de carne. Esta lo olfateó y movió levemente su cola. Sin embargo, enseguida gruñó y retrocedió, no iba a darle su confianza a un humano que le hacía daño a los de su especie, mucho menos por un simple pedazo de carne.

Lo que hizo el cazador después dejó totalmente sorprendida y confundida a la joven loba. Él dejó la carne en el suelo y le quitó lentamente la cadena a Makoto. Esta no dudó en marcharse de inmediato, pero apenas empezó a correr alguien se abalanzó sobre ella, dejándola boca arriba en el suelo. Se trataba de Kabu.

—No dejes que escape, Kabu —ordenó el hombre desatando la cadena del árbol y guardándola dentro de su bolso—. Hoy veremos que tan útil puede ser para capturar a otros lobos.

Kabu ladró para luego retirarse de encima de su compañera. La hembra se apresuró a ponerse de pie y huir de ahí, ella no deseaba que la obligaran a cazar a sus propios compañeros. Kabu la siguió.

—Corre lo que quieras. Al final podré atraparte y llevarte nuevamente a la cabaña —dijo el macho mientras alcanzaba a la guerrera lunar—. Más te vale que le sirvas de algo a ese hombre, si quieres vivir y conservar ese pelaje que tienes.

Makoto no le dio importancia a las palabras de Kabu. Ella haría lo necesario para librarse de ese traidor. Empezó a acelerar el paso, dejando al lobo atrás. Aun así, a Makoto le pareció que era él el que estaba disminuyendo la velocidad para quedarse atrás, hasta el punto de que solo se pudiera ver su silueta.

—No creo que esté tratando de alcanzarme —susurró para sí misma, pensando que tal vez él tramaba algo al dejarla ir.

Al perderlo de vista, la hembra corrió más deprisa, esperando alejarse lo suficiente para no encontrárselo de nuevo. A lo lejos divisó dos figuras, parecían ser dos lobos durmiendo, uno blanco y uno marrón. Estaban acostados en una zona donde se elevaba la tierra, formando una especie de pequeña colina sin césped. Mientras se acercaba, la joven reconoció a sus dos compañeros, Ice y Atsu. Quería aullar anunciando su regreso, mas frenó en seco cuando miró hacia atrás y vio a Kabu acercándose. Si él conocía la ubicación de sus amigos, no dudaría en hacérsela saber a su amo, y tanto Atsu como Ice podrían convertirse en abrigos para los humanos.

Para Makoto era muy tarde como para abandonar ese lugar esperando que Kabu no viera a los lobos, pues a la velocidad con la que se acercaba, muy pronto los vería. Su única opción era advertir a sus amigos del peligro.

La hembra de pelaje oscuro corrió hacia sus compañeros, aullando lo más fuerte posible.

—¡Ice, Atsu, despierten ahora! —aulló—. ¡Un enemigo se acerca! ¡Váyanse de aquí! —agregó con un tono más alarmante.

Atsu se despertó sobresaltado, con los pelos de la espalda erizados por el susto que le dio aquel repentino aullido alarmante. Al ver que Makoto corría hacia ellos desesperadamente, supuso que el enemigo del que hablaba estaba persiguiéndola. Por ello, optó por levantarse deprisa y correr en dirección al río, ya que creía que allí podría escapar fácilmente nadando hasta el otro lado.

Por su parte, Ice levantó su cabeza y la sacudió, pensando que aquella voz venía de su imaginación. No obstante, cuando se levantó y observó que su amiga se detenía frente a ella, supo que era ella la que había dado la advertencia.



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En el texto hay: lobos, animales, misterio y drama

Editado: 12.05.2019

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