Panqueques con crema batida fresas y arándanos encima justo enfrente de mí, agarré el tenedor con desesperación y metí un pedazo en mi boca y una explosión de sabor se derrite en mi boca.
—Ten cuidado de no atragantarte — me dice Tracy con una sonrisa mientras colocaba un vaso con jugos de moras a lado de mis panqueques. Le devolví la sonrisa aun con la boca llena, pero tengo una insaciable hambre y no pueden culparme.
Al terminar el desayuno mi padre entró por la puerta y al verme me envolvió en un cálido abrazo.
—Qué alivio que estés bien — los dos hicimos una risita.
—Ten cuidado que sigues delicada — le advierte mi madre, odio ese sentimiento de que piensen que soy un frágil huevo a punto de quebrarse.
—No culpes a un padre por querer abrazar a su pequeña, además ayer ni siquiera me dejaste verla porque tenía que reposar — reclama mi padre con su brazo sobre mis hombros apegándose a él como si fuera a serle arrebatada, ella lo fulmina con la mirada para después volver su atención a los panqueques en el sartén.
Veo alrededor y noto que falta alguien.
—¿Dónde está el tío Damon? — le pregunto a mi padre.
—Está afuera resolviendo el problema del neumático ponchado.
Tracy vio mis intenciones y antes de que pudiera moverme siquiera, se ubicó enfrente de mí y me dio el vaso a medio tomar con jugo de moras.
—Primero termínate el juego, los frutos rojos ayudan a acelerar la reproducción de las células sangrías — a regañadientes acepté el vaso y lo bebí.
Tracy, Megan y yo nos sentamos juntas en la sala viendo la película que ellas eligieron. Ellas comían palomitas y yo con un licuado de fresas a la mano. La película iba por la mitad cuando los chicos entraron a unírsenos, Ethan me acurruco en sus brazos. Estar en sus brazos más la aburrida película no tarda en caer en los brazos de Morfeo.
Estaba amarrada a una silla, mi vista seguía borrosa. El lugar se miraba totalmente oscuro, en lugar se sogas había un metal alrededor de mis muñecas y de mis tobillos. Varios pasos se escucharon no se con exactitud, pero cada vez se van acercando por el eco de los pasos supongo que sigo en el sótano. La puerta se abre y la luz choca contra mi cara obligándome a entre mis ojos hasta acostumbrarme a la claridad, en la puerta entra Hunter con una sonrisa de oreja a oreja.
—Que bien ya despertaste — él se acercó y luego se incoó hasta quedar más o menos a mi altura y poder mirarme directo a los ojos.
—¿Qué vas a hacerme ahora?
—Quiero que me enseñes tu poder Alex — aleje mi rostro al ver que tenía la intención de acariciarlo, pero por el resplandor de la silla, su mano bajo acariciando desde la mejilla hasta mi cuello. Un inmenso sentimiento de asco se revolvió en mi estómago, él al notar que su acción me irrito sonrió con malicia antes de volver a levantarse.
El agarra una barra parecida a una varita mágica pero un poco más grande y más gruesa, me puse nerviosa cuando veo que enciende el interruptor haciendo que la barrita se cubriera de rayos de electricidad.
—¿Me vas a torturar para controlar algo que no se?
El me miro con malicia.
—No... obligare a tu poder salir así no podrás controlarlo — no pide ni parpadear cuando él me golpeó con la barra y una dolorosa corriente envolvió mi cuerpo, fue imposible no gritar.
—¡Alex despierta! — el grito de Ethan me hace volver a la realidad. Mi respiración está agitada, estoy sudando helado y por instinto me incorpore con una mano en mi pecho como si eso fuera a tranquilizar mis desesperados latidos.
—Shh tranquila solo fue un sueño — trata de tranquilizarme Ethan.
—No era un sueño — todos me quedan viendo confundidos.
—Es un recuerdo.