Wolves: La Reina Perdida de los Lobos

CAPÍTULO 1

🐺 El Lago del Destino

Narrado por Serena

Ser hija de los líderes de la manada debería ser un privilegio. Para muchos, lo es. Pero para mí, es una prisión disfrazada de honor. Estoy destinada a gobernar, a ser la próxima reina de los lobos, y sin embargo, cada día me siento más atrapada. No puedo caminar sin escoltas, no puedo dormir sin guardias en la puerta. Mi vida está vigilada, medida, controlada. Y aunque mis padres son amorosos y pacientes, no pueden entender lo que siento: el deseo de ser libre.

Hoy, sin embargo, es distinto. Por primera vez, me han permitido salir sin vigilancia. Solo mi hermana Sienna me acompaña. Ella tiene un año menos que yo, pero siempre ha sido más seria, más centrada. Me prometió llevarme a un lugar especial, uno que me encantaría. Estoy emocionada, casi eufórica. Me siento como una cachorra escapando por primera vez.

—¡Sienna! —grito al entrar en su habitación sin tocar la puerta—. ¿Ya nos vamos?

—¿Cuándo aprenderás a tocar? —responde con fastidio, trenzando su largo cabello negro.

—Algún día... pero no hoy —le digo con una sonrisa traviesa.

Ella rueda los ojos, pero no insiste. Sabe que estoy demasiado emocionada para discutir. Me falta un año para cumplir la edad adulta, cuando mi transformación en loba será completa. Aunque aún no me he transformado, mi loba, Rohana, ha estado conmigo desde que tenía diez años. Me habla, me guía, me cuida. Nadie lo sabe, es nuestro secreto.

—Vamos ya —insisto, dando saltitos como una niña.

—Sí, sí, antes de que me vuelvas loca —dice finalmente, y salimos juntas por los pasadizos ocultos de la casa de la manada.

El aire es frío, pero no lo sentimos. Nuestro cuerpo de lobas mantiene el calor. Caminamos por túneles que nunca había recorrido, y mi corazón late con fuerza. Siento que estamos en una aventura, una escapada. Memorizo cada ruta, cada giro, pensando en volver sola algún día.

Tras unos minutos, llegamos a un claro en el bosque. La nieve cubre el suelo, pero los árboles aún conservan hojas verdes. El contraste es mágico. Me detengo, maravillada. Nunca había visto un lugar así.

—Es hermoso —susurro.

—Lo leí en un libro —dice Sienna—. Este lago tiene una leyenda. Dicen que quien cae en él se congela al instante, atrapado por el hechizo de la diosa del hielo. Fue su venganza por un amor no correspondido.

Me estremezco. El lago resplandece bajo el sol, cristalino y sereno. No parece peligroso. Me acerco, hipnotizada por su belleza. Pero entonces, escucho pasos detrás de mí. Me giro, y es Sienna. Sonríe... pero no con ternura. Su mirada es fría.

—Ahora debemos comprobar si es cierto —dice.

Antes de que pueda reaccionar, me empuja.

Caigo.

El mundo se vuelve lento. El agua me envuelve, helada como nunca antes. Mi cuerpo empieza a congelarse, y no puedo moverme. Intento gritar, pero el sonido se ahoga. Siento cómo mi conciencia se desvanece, pero antes de perderme por completo, una energía cálida me rodea.

—No te dejaré morir —escucho la voz de Rohana, mi loba—. Aunque no podamos salir de aquí en mucho tiempo.

Y entonces, todo se apaga.

No siento frío. No siento dolor. Solo tristeza. Estoy consciente, pero atrapada. Mi cuerpo duerme, congelado en el fondo del lago, mientras mi mente vaga por recuerdos y sueños. Me transporto a mi habitación, mi refugio mental. Allí, Rohana me espera.

—Serena —dice, acercándose. Es una loba majestuosa, blanca como la nieve, con ojos azules que brillan como estrellas.

—¿Qué está pasando? —pregunto, confundida.

—Eres una reina —responde con firmeza—. La que gobernará a todos los lobos. Llevas la marca que lo confirma. No solo serás líder de tu manada, sino de todas las que existen.

—Pero yo no quiero gobernar —susurro—. Solo quiero ser libre.

—Lo entenderás con el tiempo —dice Rohana—. En unos años saldremos de aquí. Y cuando lo hagamos, todos sabrán que la verdadera reina ha regresado. Te prometo que nos vengaremos. Y que cambiarás de opinión.

Sus ojos se tornan rojos, llenos de furia. Yo solo siento tristeza. No entiendo por qué Sienna me hizo esto. Si quería el trono, solo tenía que pedírmelo. Yo se lo habría dado. Nunca lo quise.

—Ahora duerme, mi querida reina —dice Rohana, y me envuelve en su luz.

Así comienza mi sueño eterno. Una década de hielo, de silencio, de espera. Mientras el mundo sigue girando, yo permanezco aquí, en el fondo del lago, protegida por mi loba. Esperando el momento en que el destino me despierte. Y el reino de los lobos recuerde mi nombre.




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