🐺 Ecos del Pasado
Narrado por Erkin
No recuerda nada.
La mujer que emergió del lago, que mi lobo reconoció como nuestra reina, no sabe quién es. No sabe dónde está. No recuerda su nombre, su historia, ni el vínculo que nos une. Y eso me rompe por dentro.
—¿Percibes nuestra conexión? —le pregunté con esperanza, buscando en sus ojos alguna chispa de reconocimiento.
Ella me miró, confundida. Sus ojos azules, tan intensos como el hielo, se clavaron en los míos. Pero no había fuego. No había memoria.
—¿Conexión? —repitió, ladeando la cabeza. Su voz era suave, como un susurro perdido en el viento. Quería responder, pero no pudo. Cerró los ojos y cayó en un sueño profundo.
Me quedé allí, observándola. Su cuerpo descansaba en mi cama, envuelto en mantas cálidas. Su cabello blanco se extendía como un río de luz sobre las sábanas. Parecía una criatura celestial, caída del cielo. Pero estaba rota. Y yo no sabía cómo repararla.
—Erika —llamé a mi hermana, que había estado en silencio junto a la puerta—. Necesito que descubras qué le sucede. Si no la hubiera visto transformarse, pensaría que es humana. Quiero saber más sobre su lobo, su poder, su memoria.
—Sí, hermano —respondió con firmeza—. Pido cuidarla personalmente.
—Confío en ti —le dije. Erika es más que una doctora. Es una guerrera, una protectora. Si alguien puede ayudarla, es ella.
—Prepara la habitación contigua a la mía —añadí—. Hasta que ella sienta el vínculo, no puede dormir conmigo.
Erika asintió y salió para organizarlo todo. Yo me quedé unos minutos más, observándola. Mi corazón estaba afligido, pero mi determinación intacta. La protegeré. La ayudaré a recordar. Y cuando lo haga, el mundo sabrá que la verdadera reina ha regresado.
Esa noche, me senté junto a mi Reina. Erika había preparado su habitación, pero yo no quería dejarla sola. Su respiración era tranquila, pero su rostro mostraba inquietud. Como si sus sueños estuvieran llenos de sombras.
—¿Quién eres realmente? —susurré—. ¿Qué te hicieron?
Mi lobo se acercó mentalmente.
—Ella es nuestra reina. Lo sabemos. Lo sentimos. Pero algo la bloquea.
—¿Crees que fue magia? —pregunté.
—O trauma. O ambas. Pero su esencia está intacta. Solo debemos esperar.
Esperar. Algo que he hecho toda mi vida. Pero esta vez, no esperaré en silencio. Buscaré respuestas. Descubriré la verdad. Y cuando ella despierte, el mundo temblará.
Porque la Reina Perdida ha regresado.