Wolves: La Reina Perdida de los Lobos

CAPÍTULO 15

🐺 El Primer Rugido

Narrado por Serena

El amanecer llegó teñido de gris. Las nubes cubrían el cielo como un presagio, y el aire tenía ese sabor metálico que precede a la batalla. Desde mi encuentro con Sienna en el lago, algo había cambiado. No solo en mí. En el reino.

Kael’Thar se había movido.

Marcus entró a la sala de estrategia con el rostro tenso.

—Tenemos noticias del norte —dijo—. La manada de los Cuatro Vientos fue atacada anoche. No por lobos comunes. Por criaturas corrompidas.

—¿Corrompidas? —preguntó Erika.

—No tenían lobos internos. Solo cuerpos. Vacíos. Oscuros. Como si Kael’Thar los hubiera moldeado desde la sombra.

Erkin se levantó de golpe.

—Ya empezó.

—¿Y los sobrevivientes? —pregunté.

—Pocos. Pero uno de ellos habló de una figura encapuchada. Alta. De ojos rojos. No era Sienna.

—Era él —susurré—. Kael’Thar.

Rohana rugió dentro de mí. No con miedo. Con furia.

—¿Qué hacemos? —preguntó Marcus.

Me acerqué al mapa. Señalé los puntos vulnerables. Las rutas de escape. Los refugios ocultos.

—Reunimos a las manadas. Fortificamos el castillo. Y enviamos emisarios a los territorios libres. Nadie debe enfrentarlo solo.

—¿Y tú? —preguntó Erika.

—Yo lo enfrentaré como lo que soy. Reina. Hija de la Luna. Guardiana del linaje.

Esa tarde, el castillo se transformó. Los pasillos se llenaron de guerreros. Las torres se reforzaron. Los lobos guardianes patrullaban día y noche. Y en el centro, Erkin y yo trazábamos el plan.

—Kael’Thar no quiere solo el trono —dije—. Quiere romper el vínculo. Convertirnos en bestias sin alma.

—Y para eso necesita el ritual —respondió Erkin—. Pero tú ya lo completaste.

—Sí. Pero si logra corromperlo a través de Sienna, puede invertirlo. Convertir la Luna Roja en Luna Negra.

—¿Y cómo lo detenemos?

—Con luz.

Esa noche, me transformé. Rohana emergió con fuerza, su pelaje plateado brillando bajo la luna. Corrí por el bosque, guiada por el instinto. Llegué al Lago Helado. El lugar donde todo comenzó.

Y allí, lo sentí.

Kael’Thar.

No lo vi. Pero su presencia era como una sombra que se arrastraba por el suelo. El agua se agitó. El hielo crujió. Y una voz habló.

—Tu luz es fuerte, Serena. Pero toda llama se apaga.

—No si arde con amor.

—El amor es debilidad.

—No. El amor es raíz. Y tú… eres solo ceniza.

Rohana rugió. El lago se iluminó. La sombra se desvaneció.

Por ahora.

Al regresar al castillo, Erkin me esperaba.

—Lo sentiste, ¿verdad?

—Sí. Está cerca. Pero no listo.

—¿Y Sienna?

—Aún cree que lo controla. Pero pronto… será solo una pieza más.

Erkin me abrazó. Su calor me devolvió el equilibrio.

—No estás sola —dijo.

—Lo sé. Y por eso… no tengo miedo.

Al amanecer, reuní a las manadas en el patio principal. Lobos de todos los territorios estaban allí. Jóvenes, ancianos, guerreros, sanadores. Todos esperaban mis palabras.

Me paré frente a ellos. Mi loba brillaba dentro de mí. Mi voz se alzó como un canto ancestral.

—Kael’Thar ha despertado. Y con él, la oscuridad que una vez fue desterrada. Pero nosotros… somos hijos de la Luna. Somos lobos con alma. Con historia. Con amor.

Los murmullos cesaron.

—No luchamos por poder. Luchamos por memoria. Por legado. Por libertad.

Erkin se acercó. Su voz se unió a la mía.

—Y juntos… venceremos.

Los lobos aullaron. El cielo se iluminó. Y la guerra… comenzó.




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