Cuenta la leyenda que tres personas cayeron en el sueño de Wonderland y se adentraron en el País de las Maravillas. Tres personas que guardaban muchas diferencias entre ellas, pero una única e importante similitud: por diversos motivos estaban cansadas de vivir una vida que no les llenaba. Esas personas poseían una existencia tan miserable, absurda y sin sentido, que cuando el pequeño Sueño se les acercó tan cariñoso, comprensivo y amable a proponerles el trato, no pudieron negarse y aceptaron.
Al Sueño no le importaba quienes fueran estas personas, es decir, sus soñadores, en su vida real. No era bueno recordando nombres, y como tras cruzar el Umbral de lo real pero efímero a lo imaginario pero eterno la vida de estas personas cambiaría para siempre, decidió llamarlas a cada una de ellas por el nombre de «Alicia».
Estas personas, las Alicias, una por una crearon el mítico País de las Maravillas.
El Sueño se conformaba con que solo una persona le soñara para siempre, pero se dio cuenta de que cada individuo desesperado que seleccionaba para que le soñara no duraba mucho tiempo en su País. Tal vez años, quizá meses, puede que solo semanas o incluso horas. El caso es que al final, las personas enloquecían, perdían toda cordura que tenían antes de llegar a soñarlo llegando así a enfermar, volverse peligrosas y destructivas o incluso suicidarse.
El Sueño estaba triste y desesperado. Había elegido a tres Alicias, y las tres le habían defraudado. Se sentía fracasado. Ahora tenía que pensar en buscar un cuarto soñador, es decir, una cuarta Alicia para que le siguiera soñando y creando. Si no, desaparecería para siempre. Pero, ¿y si todo aquel que le soñaba acababa así, con ese horrible final, como las tres Alicias anteriores? El Sueño pensó que tal vez esto sucedía por su culpa, pero no podía ser así, pues todo lo que habían creado las Alicias era hermoso y bello. Tal vez la culpa solo fuera de esas tres personas ya que eran vanidosas, caprichosas, envidiosas, desconfiadas y agresivas.
Wonderland recordó cómo eran las tres Alicias, y decidió que está vez lo que necesitaba para triunfar y ser soñado eternamente era alguien completamente opuesto a todo eso. Alguien que no fuera caprichoso, desconfiado ni envidioso. Alguien que tuviera un corazón y un alma puros. Y todas estas características encajaban perfectamente con la personalidad de un niño.
Un niño humano.
Pero el Sueño volvió a verse sometido en una encrucijada, y molesto se preguntó:
«Y ahora, ¿dónde podré encontrar a un niño con un corazón y un alma puros, que a la vez haya perdido las ganas de vivir y quiera convertirse en mi eterna Alicia?»
El Sueño comenzó a buscar, desesperado. El tiempo apremiaba, y el mundo era tan grande...
¡Había tantos niños!
Editado: 27.08.2018