Wonderland: el Origen de Alicia

CAPÍTULO 16: LOS OJOS DE LA REINA

 

Hacía tiempo que el viento había dejado de soplar, incluso los pájaros habían dejado de piar. Una calma inquietante y un silencio abrumador envolvían a las tres criaturas que se encontraban en lo más alto de una colina, en mitad de una escalofriante conversación.

Gracias al Gato de Cheshire, los hermanos se habían enterado de lo que le sucedió a la Tercera Alicia, también conocida como la Reina del País de las Maravillas. Su trágica historia y su fatídico desenlace habían puesto la piel de gallina a ambos niños.

La Tercera, pese haber sido una muchacha bella, noble y gentil, había terminado convirtiéndose en el ser más desagradable, odiado y horripilante del mundo que formaba el Sueño. En algún momento determinado algo había ocurrido dentro del corazón puro de la Reina, haciendo que se corrompiera y que se tornara siniestro, frío y oscuro; cargado de odio, ira y locura. 

Por motivos desconocidos, ya que ni el propio Cheshire lo sabía a ciencia cierta, la Tercera Alicia había abandonado su tarea de proseguir con la Creación y se había centrado en destruir todo aquello que había creado a base de cortar cabezas o realizar cierto tipo de creaciones indebidas. Wonderland había hablado con ella un par de veces, advirtiéndole de las atrocidades que había cometido, pero la Reina no le había hecho caso; es más, incluso llegó a burlarse de él y amenazarle con ordenar que le cortaran la cabeza. Finalmente, Wonderland se vio obligado a propiciarle el peor de los castigos que la Tercera podría haber imaginado jamás, y evidentemente, a sustituirla por una Cuarta Alicia... que no eran más que dos inocentes niños asustados a los que la Reina había tratado de engañar mediante una falsa invitación para que se acercaran al Castillo Real y allí poder acabar con sus cortas vidas.

Ahora que ambos eran conocedores de la verdad y de la desgracia que envolvía a la Reina, los hermanos no iban a caer en el truco de visitarla. Harían lo que Cheshire les había aconsejado: evitar a la Reina, unirse a los combatientes y al resto del Ejército Rebelde y esperar el momento oportuno para atacar el Castillo y derrocar a la malvada tirana.

Sin embargo, antes de eso debían hacer algo: encontrar y destruir dos esferas mágicas rebosantes de poder las cuales utilizaba la Reina para elaborar sus siniestros maleficios. Esas esferas mágicas se llamaban «los Ojos de la Reina» porque en algún tiempo atrás habían sido sus ojos y habían formado parte de su lindo rostro, al que luego Wonderland deformó como castigo a sus terribles actos. Si los destruían, los poderes malignos de la Tercera menguarían considerablemente y eso marcaría un paso más para derrotarla.

Lamentablemente, Cheshire no sabía dónde se hallaban dichas esferas de poder. Aún así, el Gato les aconsejó visitar a un conocido viajero trotamundos, famoso por sus historietas increíbles y fantásticas sobre sus diversos viajes, sus aventuras y sus enormes hallazgos. Tal vez esa criatura podría saber la ubicación exacta de los Ojos de la Reina, aunque todo parecía indicar que se hallaban ocultos en el interior del Castillo Real, lugar al que nadie podía acceder.

—¿Quién es exactamente ese tal... Yumpi Tumpi?—preguntó el hermano mayor.

—Humpty Dumpty—corrigió el Gato de Cheshire, a la vez que se rascaba una oreja—. Lo que sé sobre él es lo que todo el mundo sabe: es un intrépido viajero, independiente y extrovertido, que se gana la vida contando historias y anécdotas sobre sus fantásticos viajes, aventuras, descubrimientos y hallazgos. Ha viajado mucho y conoce a mucha gente de diferentes puntos del País de las Maravillas, con lo cual es posible que sepa algo respecto al misterioso lugar donde se esconden los Ojos de la Reina. La suerte que tenéis es que ahora no viaja mucho, pues me ha llegado a los oídos la información de que recientemente, en uno de sus últimos viajes, tuvo un pequeño altercado con un horrible Pájaro Jubo-Jubo. Seguramente lo podréis encontrar en su casa, en la Aldea de Porcelana.

—¿La Aldea de Porcelana?—repitieron los chiquillos a la vez que olfateaban el aire, tratando de averiguar qué era el extraño y desagradable olor que hacía escasos minutos había llegado a lo más alto de la colina donde estaban.

—Sí, la Aldea de Porcelana—afirmó Cheshire, acompañando sus palabras con un leve movimiento de cabeza—. Un fantástico lugar para vivir si eres frágil, vulnerable y... de porcelana—el Gato lanzó una breve risotada—. La Aldea de Porcelana no es más que una aldea, un pequeño poblado que se sitúa hacia el suroeste. Todo el pueblo, desde las casas, las calles, las farolas, los asientos de los parques y todo lo demás que os podáis imaginar y lo que no, está elaborado con porcelana. Incluso sus habitantes son de porcelana.

—¿Gente de porcelana? ¿Como mis muñequitas y mis juguetes?—inquirió la pequeña, con un gritito de emoción.

—Sí, querida—rió Cheshire—. Déjame decirte que esas pequeñas criaturitas de porcelana no solo son frágiles a cualquier tipo de contacto, sino que también son seres divertidos, amables y bondadosos. Son gente hospitalaria y muy buenos anfitriones ya que suelen recibir muchos viajeros llegados desde cualquier rincón del País de las Maravillas. Por eso creo que a vosotros dos os acogerán con mucho cariño y alegría. Además, a la gente de porcelana le encantaba la fiesta y la diversión, siempre realizaban celebraciones y festejos en la Aldea... hasta que la amargada de la Reina les prohibió hacer fiestas, bailes, actuaciones y cualquier tipo de acto festivo que implicara diversión, alegría y felicidad.



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En el texto hay: fantasia, retelling, distopia

Editado: 27.08.2018

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