Worlds

13. Ensayo

Sobre los mundos y el amor en tiempos de lejanía en el mundo real

 

Me he quedado sola en esta cafetería, observando el pasar de los días mientras el Apocalipsis se desarrolla en el mundo real. No he tenido contacto con la persona que viene a beber malteadas y a escribir en su par de libretas, lanzándome miradas furtivas que me estremecen de pies a cabeza.

Ya estoy mejor, pero he pasado tiempos terribles; hace horas me encontraba tan desesperada que sentía que este recinto sagrado del café y el descanso era desmantelado y yo era encerrada en una oscura prisión con paredes de concreto. La ansiedad se apropió de mí, el miedo le hizo segunda, la desesperanza venia cerca de ellos. Una nube negra se posó sobre mi cabeza y comenzó a llover torrentes de lágrimas, causo una tormenta que no paro aunque yo así lo pidiera.

El sol se había ocultado en aquel hermoso cielo y el mar subió su marea violentamente, golpeando las rocas y la orilla con furia… la tormenta no cedía.

Y luego, casi de la nada, las nubes abrieron paso, dejando llegar un rayo de luz que pegó directamente en la barra, rozando suavemente su superficie de madera y calentando un poquito el corazón temeroso de este universo.

Tome asiento en aquel banco que Joel suele usar, me llevé la mano al pecho y suspiré para exhalar todo el dolor que tenía contenido en mi ser, torturándome de adentro hacia afuera, ahogándome en un océano de miseria y desesperación. «Todo pasa por algo» me repetía cada que las ansias me agobiaban más de la cuenta.

—Te extraño tanto… —susurré, esperando que mi voz llegara hasta sus oídos.

Donna dice que soy una exagerada, que solo ha sido un día de ausencia… pero para mí es un suplicio.

Lo siento cerca, sabiendo que está lejos, que no puedo tocarlo ni besarlo, abrazarlo… o sostener su rostro cuando me observa fijamente. La añoranza se siente diferente, como nunca antes la he experimentado; es como un sentimiento frio en la espalda, pero calidez en el pecho ardiendo con la misma intensidad que la hoguera vive dentro de mi mundo y en aquella cabaña rodeada de nieve y un bosque nevado.

El rayo de sol me hace pensar distinto, ya no es la oscuridad quien me apresa, sino una luz que susurra calma.

Entonces me doy cuenta de que cada cosa es disfrutable… cada bendita cosa, hasta lo más tonto o doloroso: extrañarlo o tenerlo a mi lado, el escuchar su voz en mi oído, o solo imaginarla o reproducirla en sueños; ver en sus ojos ocultos tras las gafas la chispa de inocencia, dolor y experiencia, sus largas pestañas y las ojeras por el mal descanso; su rostro juguetón detrás de la barra, la forma en que se rasca la barba… y esa sonrisa que pocas veces muestra, pero que cuando lo hace, todo se ilumina como obra maestra.

Estoy disfrutando de extrañarlo porque ahora sé cuánto me hace falta. Y no es que no pueda vivir sin él, sino que los días, los minutos, los segundos… el pasar del tiempo es más agradable con el cerca de mí.

Pensando y pensando llego a más ideas y conclusiones.

Es maravilloso como dos universos completamente diferentes pueden unirse y crear algo más grande, con un mayor propósito, más increíble… es magia pura. Amo la versatilidad que ha tomado mi vida a partir de que los cinco abrimos las puertas a aquella tropa revoltosa, cuando puentes, carreteras y caminos se crearon, borrando las fronteras entre sus lugares y los míos. Ahora las posibilidades son infinitas.

Comienzo a pensar que aquellas historias sobre almas gemelas son reales, y es que no encuentro otra explicación a todo esto que está pasándome. De repente, cuando menos lo esperas, conoces a una persona que se convierte en el centro de todo equilibrio, cuyo magnetismo es mayor a todas las cadenas del mundo real y la conexión ente él y tú los lleva a hazañas inimaginables.

De una noche para otra, todas las personas a las que creíste amar se transforman en simple polvo de estrellas, como si aquellos sentimientos nunca hubiesen existido, tan solo eran una cruda ilusión creada por las circunstancias, la soledad y la idealización. Tal vez así fue.

… y ahora, después de tantos años de búsqueda, ya no estás solo, alguien entra a tu mundo y se pasea con galantería como si fuera el suyo, ánade sus propios espacios, lo mejora, lo expande... y lo completa. Entonces todo está bien, como debe ser.

 

 




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