Worlds

21. Frío y fuego / Luz y oscuridad

DIARIO DE JOEL 5

 

El hielo puede resultar tan sólido como quebradizo. Tan resistente como delicado.

La imagen que acompaña a esta entrada del diario de invierno ilustra un beso que contiene tanto amor como respeto.

Una dupla que, bien alimentada, puede mostrar esa resistente solidez a la que he hecho referencia.

Sin embargo, deslices en forma de tropiezos pueden quebrar su conjunto, mancillando una bella estampa que usualmente se nos antoja poco menos que utópica en su concepción.

Curioso contraste el que aparece si introducimos el fuego en la escena.

Su calor es necesario en el alma de toda pareja. Su calidez, algo inevitable que se desprende de ella propagándose por todo su hogar.

No obstante, esos deslices que he mencionado pueden hacer del fuego un elemento hostil, agresivo e incluso dañino en última instancia.

La bipolaridad actúa de gasolina sobre unas llamas que ansían ser llamarada, que a su vez busca convertirse en incendio.

Un simple desliz y el hielo que con tanto mimo se talló se derretirá sin vuelta atrás.

Un trago de más y el alcohol que tantas veces seda desatará la tormenta de fuego.

La estación invernal patrocina mis fases altas del trastorno.

También es cuando se da forma al hielo, cuando se construyen esos sueños que el milagro de la primavera puede dotar de realidad.

Fuego y hielo confluyen, entrelazándose en un baile que pide a gritos estabilidad.

Pues desde las sombras, una entidad observa con los ojos inyectados en furia roja. Como si de las brasas de su gélido corazón tan solo manase el deseo de que los tropiezos se sucedan... Y todo el amor esculpido en el hielo estallase en una lluvia de miles de fragmentos sobre un territorio en llamas.

 

 

DIARIO DE JOEL 6

Uno de los aspectos que presenta la magia del invierno es su capacidad para embellecer los recuerdos.

Mediante una capa del barniz de la melancolía, los encapsula en una especie de bola mágica, sobre la que uno puede recostarse.

Usualmente con el abismo respirando cerca sino al mismo lado, la nostalgia ante los siempre mejores días pasados llama a la puerta de nuestra conciencia.

Lo primero a tener presente cuando esto sucede es que debemos honrar la virtud de nuestras mejores intenciones pasadas. Esas que en las sombras del presente acabaron por conducirnos al puerto donde nos encontramos varados.

Lo segundo a sopesar es que las cargas de nostalgia y tristeza pueden ir acompañadas de un atisbo o un notable cúmulo de depresión.

Supongo que si se goza de salud mental, enfrentar estos episodios de bajón radica en la voluntad de mantenerse ocupado y dejar que las nubes pasen, quizá descargando algo de lluvia a través de nuestra mirada.

En la bipolaridad, así como en la depresión crónica, los nubarrones adquieren ese fúnebre tono negro que acaba por tornar los cielos de nuestro ánimo en dolorosa tormenta.

Cuando sentimos nuestra piel enfriarse ante la hoguera que mengua, cuando a nuestro lado aparece el palantir que ilustra el pasado idealizado, cuando las ojeras de nuestros ojos cansados nos recuerdan que ni en el sueño damos con algo de descanso... Es entonces cuando hay que permitirse una pausa en el camino.

Un instante nada más. Un segundo para respirar, un minuto para sentir, una hora para reflexionar o un día para relajar el alma... Para seguidamente proceder a caminar.

Aunque duela, aunque cueste, aunque apene y destruya, ahí delante la promesa de la primavera sigue intacta.

Con el invierno tan avanzado, con el frío en jaque en la partida contra su final, no tiene sentido abrazar indefinidamente la magia del recuerdo. Pues todo ello caerá algún día en los oscuros abismos de la memoria, esos territorios que los sueños insisten en mostrarme como un oscuro paraje pedregoso y abandonado, donde enormes acantilados sin vida te aplastan con su inmensidad.

 

 

DIARIO DE VICTORIA 3. LUZ Y OSCURIDAD

 

Es increíble la relación que existe entre la luz y la oscuridad. Una no puede existir sin la otra; o, mejor dicho, una pierde sentido de existencia cuando la otra es inexistente. Es una completa paradoja: En el lugar más oscuro es dónde una pequeña luz cobra protagonismo.

¿Podrá haber oscuridad en la luz?

En todo caso, una eterna batalla entre ambos da lugar al equilibrio que mantiene unido al universo, que forma el ciclo sin fin del día y la noche, de la naturaleza, la supervivencia. Siempre he creído que eso mismo aplica a los humanos. Me gusta pensar que el alma es cien por ciento luz, mientras que nuestras debilidades de la carne son la oscuridad, por lo que pasamos los días intentando equilibrar la balanza entre ambas fuerzas.




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