Worlds

23. Dominó y Mariposa en grises

DIARIO DE JOEL 9

 

¿Realidad o sueño?

Esa es la cuestión.

Cuando el silencio reina en la madrugada y la temperatura asciende, estabilizándose en una desagradable calidez, la mente se desata.

Puedo verme en infinidad de situaciones oníricas, pero lo cierto es que lo único que me resulta del todo incómodo es alcanzar la sensación de que todo lo vivido es irreal. Un juego mental en el que la psique es torturada con una deformación de los miedos y las carencias, de los malos augurios y las inseguridades personales.

En esos momentos en que las peonzas no interrumpen nunca su rotación, uno siente desolación por abandonar uno de los infinitos mundos de Nunca Jamás. También miedo, pues el canal que facilita el viaje de la fase REM es siempre misterioso si se vive en primera persona.

¿Realidad o sueño?

Esa es la cuestión.

Cuando los despertares se producen a horas traviesas por su numerología y no queda más consuelo que elaborar teorías ancladas en lo parapsicológico, la ciencia ficción o la mera elucubración racional, uno se agarra a la cafetera con la simple esperanza de lograr dejar atrás esa sensación de desamparo que durante horas nos ha impregnado.

Uno de los mayores problemas de volar alto mediante la propulsión de la manía bipolar es que la carga psicótica siempre está ahí, aguardando como un negro nubarrón a descargar sobre nosotros sus ideas como si de furiosos relámpagos se tratasen.

En noches extrañas de días raros, solo me queda el consuelo de los brazos etéreos que encuentro en la distancia. En voces llenas de calma y sosiego a horas intempestivas. En bocanadas de aire fresco cuando el ahogo parece reírse de nosotros respirándonos bien cerca.

Me queda la esperanza de perderme en esos brazos que han de amarme cada noche, escoltando mi alma de una jornada a otra aunque ésta se escape de excursión por reinos que mi maldita memoria no debería recordar con tanta exactitud.

¿Sueño o realidad?

Esa... esa es la cuestión.

 

 

DIARIO DE JOEL 10

 

 

El invierno también suele ser sinónimo, aparte de portador de la fase alta y el frío, de acogedor y cálido en cuanto al hogar se refiere.

Es algo que depende en gran medida de nuestro propio generador de buenas vibraciones.

Si cedemos ante una carga de pesadillas, una ofensiva de actos erráticos o una inestabilidad latente, es más que posible que pasemos malhumorados gran parte del tiempo, contagiando a nuestro entorno con nuestra energía oscurecida.

Resulta curioso el concepto de contagio.

Asociado a la enfermedad que parece rondarme mientras escribo estas líneas, me lleva a reflexionar acerca de la naturaleza de dos efectos: Dominó y mariposa.

¿Es factible pensar que mediante una sola fotografía uno puede imprimir, y de ese modo transferir, una emoción o un conjunto de sentimientos?

De ser así el efecto dominó estaría claro, representado por una cadena consistente en la recepción de nuestro brillo por parte de personas dispuestas a generar sus propias fuentes de luz.

¿Es factible contemplar la posibilidad de que el aleteo de nuestras humildes alas artísticas termine algún día por derrocar los muros que tanta fealdad arrojan al conjunto de nuestras realidades?

Un Big Bang por parte del País de Nunca Jamás, que se viese sujeto a un crecimiento exponencial en una irrevocable conquista de todo aquello que el sistema que nos rige pretende culminar.

La infusión de mi taza humea, sopesando mi raciocinio como si fuese un Anciano escuchándome ante una hoguera, fumando una pipa pacientemente y sonriendo ante lo agradable de una nueva charla.

Por primera vez en esta estación siento que la inercia no se dispara en dirección a las alturas imposibles. Por vez primera no siento que las sombras tiren de mi alma hacia abajo.

Todo parece tranquilo.

Una brisa pacífica entra tímida por la ventana, portadora de un frío agradable que no llega a helar los huesos.

La pregunta está clara.

¿Es así como se siente la buena salud mental?

 

 

DIARIO DE VICTORIA 5. ESCALA DE GRISES

 

Jules ha tenido un sueño en el que despierta en la playa, el cielo está gris, no hay sol ni nubes ni algo que indique una tormenta, solo está la nada, y frente a ella está el mar, calmo y agitado, color ocre como petróleo con espuma blanquecina, y a sus pies está la arena, fina arena negra en la que se hunden sus pies descalzos.




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