Xanthe

NUEVAS OPORTUNIDADES

***

Cuatro años más tarde

 

La familia Martínez vivía en una pequeña casa con tres habitaciones, una pequeña sala con pocos muebles y una diminuta cocina. Lo peor de todo era que solo contaba con un baño. Xanthe, que estaba acostumbrada a compartir habitación no le costó mucho adaptarse a la precaria forma de vida de la familia.

Ya no había oraciones en las mañanas, ni extensas misas. Y lo más importante de todo era que nunca estaba con el estómago vacío.

Sin embargo, no todo era color de rosa. El señor Martínez como le gustaba que le llamaran tenía un carácter explosivo, mientras que la señora Anna era tímida y sumisa a las ordenes casi siempre humillantes de su querido esposo.

<< ¿Ya está lista mi merienda?>>

<< ¡Lavaste mis medias sin suavizante, mujer!>>

Si bien es cierto que Xanthe nunca llego a presenciar ningún tipo de abuso físico, no dudaba que la pobre mujer lo padecía. Ya que no le veía otra explicación a su comportamiento.

Los meses pasaron lentos y solitarios. Las estaciones siguieron su curso y Xanthe hizo su mayor esfuerzo para agradar a sus nuevos tutores. No comía demasiado, no hacia berrinches y ayudaba a Anna con los quehaceres de la casa.

Por un breve instante eso fue bueno.

Hay cosas que no se pueden evitar, como el hecho de que la niña casi mata al señor Martínez por intentar defender a Anna. La cocina se inundó de ratas que rodearon el cuerpo del hombre de los pies a la cabeza, algunos lo mordieron y desgarraron su ropa. Y solo hubo un valiente amiguito que se atrevió a meterse a su boca. Sin embargo, la dicha de la pequeña no duro mucho.

 

Al final del día Xanthe fue de vuelta con la asistente social a la espera de otra casa de acogida. No habló, ni se defendió aun cuando Anna, la esposa fiel del abusador saliera defendiendo a su marido, ocultando sus golpes ante el resto y ante sí misma, como si haciéndolo borrará mágicamente la realidad. Deseando desde el fondo de su herido corazón que no vuelva a suceder. Que él no la vuelva a golpear.

A veces no podemos entender porque suceden las cosas. pero lo que si tenemos que tener en cuenta es que siempre hay una razón, la entendamos o no. Siempre la hay. Y quizá, solo quizá todo esto tenía que pasar.

 

***

 

Uno.

Dos.

Tres…

Miel seiscientos cuarenta y nueve segundos exactos eran el tiempo exacto que demoraba caminando de su casa al colegio. Xanthe siempre contaba los segundos. No importaba cuantas veces fuera y viniera, ni que el resultado fuera el mismo. Ella siempre lo hacía. Era su ritual. Pero más que nada era una forma de perderse.

Aun podía recordar la última conversación que tuvo cuando la asistente social la dejo en su nuevo “hogar”.

―Tienes que hacer que esto funcione Xanthe. Sabes que no tienes demasiadas oportunidades. Pórtate bien, no discutas y has todo lo que te digan.

―Bien.

―Intenta ganártelos. Sé que puede ser complicado para ti. Pero tienes que esforzarte. Se te están acabando las oportunidades y no creo que desees volver al hogar de niñas ¿verdad?

Claro que no quería. La verdad es que tan solo la idea de regresar la aterraba. No podía volver ahí. No lo toleraría.

―Claro que no. Hare mi mejor esfuerzo.

―Eso espero. Porque si vuelve a suceder volverás al hogar hasta que cumplas dieciocho. Ya estas advertida.

Apenas tenía quince años y en su corta vida había pasado por tres casas de acogida diferentes y esta era la última. Tenía que hacer que funcione. No podía darse el lujo de fallar ahora, es por eso que se esforzaba por permanecer siempre tranquila e impasible. Con el tiempo se había vuelto casi inalterable.

Pero había momentos solo para ella, sin apariencias ni contenciones. Podía disfrutar del entorno con tranquilidad y sin temor de herir a alguien.

 

Daniel caminaba con un gesto molesto en el rostro mientras las gotas de lluvia caían por su rostro. De nuevo iba a llegar a casa hecho un asco, si solo no se hubiera entretenido tanto con los senos ya muy desarrollados de Denise no hubiera sido alcanzado por la tormenta. Y aunque el rato con ella había sido aceptable, no era lo suficientemente bueno para soportar esto con alegría. Su madre volvería a armarle la guerra por esto.




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