Xilam Balam

La maldición

Una hora más tarde, las dos familias estaban en la sala. La abuela Hortensia observaba a Balam con un gesto severo.

―Esto no es buena señal en absoluto. Habla, muchacho, ¿qué clase de maldición tienen ustedes encima?

―Es una larga historia ―dijo Chava―. Todo comenzó hace un año, después de que la tragedia cayó en nuestra comunidad. Un fuerte incendio acabó con todo, con todos. De nuestro clan sólo sobrevivimos nosotros y mis padres. Mi madre, quien tiene ciertos dones como vidente, nos dijo que esa tragedia tenía como trasfondo una traición y nos envió a Tabasco a buscar a una pitonisa xilam muy poderosa.

―Chava y yo viajamos a Veracruz para encontrarnos con ella…

Balam recordó lo que pasó en ese viaje. Habían llegado a la zona de lagunas Puerto Ceiba, en busca de Petra, conocida por ser la más poderosa chamana de las sectas del xilam. Llegaron hasta una choza humilde llena de artilugios mágicos.

Ahí fueron recibidos por la anciana de aspecto afrodescendiente, quien observó a Balam de arriba abajo en cuanto lo vio.

―Lo siento ―le dijo en seguida―, no puedo ayudarte.

―Ni siquiera le he dicho…

―Ni necesitas decirlo ―interrumpió la bruja―. Toda tu familia, toda tu comunidad… fue en verdad una desgracia y tienen razón en pensar en que alguien de su propia secta los traicionó, pero es alguien con una oscuridad tan profunda que no me permitirá ver nada en absoluto.

―¿Sólo así? ―reclamó Balam―. No puede encontrar nada y nos manda de regreso con las manos vacías.

―¿Y de qué quieres que las llene? ¿De odio? Muchachos, saber quién hizo esto sólo los llenara de odio y deseos de venganza. Y el odio es lo que menos necesitan… ―la anciana se acercó primero a Chava con un gesto extraño y después a Balam―, y tú menos que nadie. Hijo, lo veo en ti, el alma del guerrero sol se asoma en tus ojos. Pero los dioses ya no están dispuestos a permitir otro error. Una sola falla y ese brillo desaparecerá de tus ojos para siempre.

―¿Yo? ―los ojos de Balam se iluminaron―, ¿el guerrero sol?

―¿Es lo único que escuchaste? ―la anciana levantó un báculo y se lo sorrajó en la cabeza―. ¡Concéntrate! No es seguro, pero podrías ser tú, sin embargo, el alma del guerrero sol no despertará en un cuerpo impuro. Hay mucho odio, mucha soberbia y, sobre todo, mucha arrogancia en ti. Eres hijo único de un hombre muy rico, puedo verlo, y tu madre te llenó de mimos y sobreprotección todo este tiempo. Tu padre te cumplió cada capricho que tenías. Nunca le has puesto atención a lo verdaderamente importante.

―¡No soy un mimado! Y mi padre jamás… ―Balam recibió otro golpe en la cabeza.

―Quizá en tu casa podías gritar a tu antojo, pero aquí no se permite que un mocoso le grite a un mayor, eso apréndelo muy bien. ―La anciana encendió un puro y lanzó el humo sobre Balam―. Sí… puedo verlo. Eres sin duda uno de los favoritos para ser uno de los dioses, no sé cuál de ellos, pero tendrás que trabajar para ganarlo. ―Ella se encaminó hacia una cómoda, abrió un cajón y sacó una pequeña bolsa de tela, vaciando su contenido en la mesa, 7 huesos tallados con símbolos extraños―. He sido elegida para guardar este tesoro ―continuó―. Siete de los 13 glifos astrales sagrados. Aquel que sea el primero en tener en sus manos los 13 glifos será el elegido para albergar el corazón del guerrero sol. Serán tuyos con una condición, deberás desposar a mi bisnieta Ágata, hacer que mi familia sea parte del elegido.

―¿Y su nieta…? ―Balam titubeó un poco. La anciana silbó y una silueta apareció detrás de una cortina, dejando ver una sombra verdaderamente curvilínea.

La cortinilla comenzó a levantarse lentamente, dejando ver unas firmes y bronceadas piernas.

―¡Ay mamacita! ―dijo Balam en lo bajo. Continuó poco a poco, ahora mostrando unas caderas amplias de vientre plano y una cintura muy reducida―. ¡Así me la recetó el doctor! ―. Subió más hasta unos pechos enormes, mostrando un seductor escote―. ¡Eso merezco! ―hasta finalmente subir por completo y…― ¡Ay nanita! ―Un rostro grotesco, como una cabeza olmeca con peluca―. Quiero decir, eh, ¡qué belleza! ―Balam habló con una sonrisa fingida.

―Ágata, él es Balam. Hoy por la mañana te dije que él estaría aquí. ―La anciana regresó los glifos a la bolsa―. Ha prometido comprometerse contigo. En cuanto sea la boda, recibirás los glifos, ¿de acuerdo?

―¿La boda? Oh… sí, claro, la boda. Bueno… en mi comunidad se acostumbraba que la dote es entregada antes de… ―Balam estiró su mano hacia la bolsa y recibió un garrotazo en la mano.

―Primero boda, glifos después.

―Sí, yo sólo quería verificar si… ¡Miren! ¡Una mantarraya gigante! ―Balam señaló a la espalda de la anciana, cuando ella volteó, él tomó la bolsa con los glifos y echó a correr arrastrando a su primo con él. No pararon hasta adentrarse y perderse entre una milpa cercana.

―¡Serás idiota! ―reclamó Chava―. ¿Cómo te atreves a robarle a una bruja?

―¡No me iba a casar con ese esperpento! ¿No lo ves? ―Balam levantó la pequeña bolsa en su mano―. ¡Tengo la oportunidad de ser el guerrero sol! Mi madre me dejó un glifo, y con estos siete ya son ocho. Conseguiré los 5 restantes y me convertiré en el guerrero sol.

―¿Cuáles siete? ―la anciana apareció a un lado de ellos mostrando otra bolsa traslúcida con los glifos en su interior. Balam se apresuró a vaciar el contenido de la bolsa que robó y lo que obtuvo fue un puñado de cangrejos que pincharon sus manos, él comenzó a saltar sacudiendo su mano dolorosamente.

―Gran chamana, me disculpo a nombre de mi primo, él es…

―Como dije ―interrumpió la anciana―, un niño mimado que cree que puede obtener todo gratis. Regresen conmigo.

Una vez de regreso en la cabaña, la joven cabeza-olmeca estiró su mano hacia su rostro, bajándolo lentamente y cambiando por una faz morena de grandes ojos purpúreos, muy hermosa.

―¿Puedes cambiar la forma de tu cara? ―expresó Balam, asombrado.

―Esta es mi verdadera cara.



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En el texto hay: fantasia, romance juvenil, situaciones comicas

Editado: 14.11.2025

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