Xilam Balam

El deseo de los muertos

Narcisa caminaba por los pasillos del colegio junto con Ixchel y Rosa, mostrando una revista con fotos de algunos cantantes de k-pop.

―¿No les parecen una belleza? ―exclamó Rosa―. Finos, delicados y lo mejor de todo, millonarios.

―No niego que me gustan algunas de sus canciones ―Rosa encogió los hombros―, pero no los hallo atractivos. Me gustan más los mexicanos.

―¡Míralos bien! Ixchel, dile. ¿A que son bellísimos?

―¿Te digo la verdad o seguimos siendo amigas? ―dijo Ixchel con sarcasmo.

―¡Oh, por favor! No me irás a decir que no son hermosos. Tan solo ve a este ―dijo mostrando a uno de los más atractivos.

Justo en ese momento, Facundo caminaba por un pasillo perpendicular al de ellas, escuchando las voces de ellas.

―¡Mira esos ojos! ―se escuchaba la voz de Narcisa―. Son unos ojos hermosos, y ese cuerpo tan esbelto y delicado.

―¡Pobres niñas! ―musitó Facundo en voz baja con una sonrisa vanidosa―. ¡No hay una que no derrape por mí en esta escuela!

―Bueno sí, a mí me gusta mucho su cabello ―dijo Rosa. La sonrisa chocante de Facundo se amplió, llevando sus dedos entre su propia cabellera.

―Y sus labios, ¡son tan sensuales! ―Facundo ahora tocó sus labios de una manera seductora. Llegó a la esquina del pasillo y dobló con una pose galante.

―Aquí estoy, niñas no…

―Yo digo que está horrible ―Ixchel habló justo en ese momento.

―Yo sé que todas… Espera, ¿qué? ¿Cómo que horrible?

Ixchel se hizo hacia atrás, con el entrecejo fruncido cuando Facundo acercó su rostro a ella.

―¡Mírame bien! Mis ojos color miel, mis largas pestañas, mis labios rojos…

―¿Qué? ―Ixchel fruncia aún más el entrecejo.

―Mi cuerpo ―él señaló su pecho―, varonil y bien torneado. Mi cabellera sedosa y ondulada… Sólo entre las estatuas griegas encuentras este estereotipo de belleza. ¿De dónde puedes sacar que soy horrible?

―De nuevo. ¿Qué?

―A menos que sea… Oh, ya entiendo ―Facundo volvió a sonreír―. Sabes que hay muchas chicas enamoradas de mí y no soportas la competencia, ¿no?

―¿Competencia? ―Ixchel comenzaba a enfadarse.

―No tengas celos, mi niña. Mi corazón no hace distinción, mi corazón sólo ama y eso es lo que tienes que aceptar. ―Facundo hablaba en un tono cada vez más chocante―. Sólo tienes que aceptarlo, te parezco hermoso, ¿no es así?

―Eres más feo que el abuelo Chebo.

―Yo sabía que… ¿Cómo que más feo que Chebo? ¿Qué te pasa? ¿Necesitas lentes acaso?

―¡Quítate de mi camino! ―Ixchel le dio un coscorrón―. Me harás llegar tarde a clase.

Terminando las clases, el pobre Facundo salió lleno de moretones, causados por Ixchel a quien estuvo acosando todo el día en un vano intento por hacerla aceptar que lo encontraba hermoso.

Por la tarde, Chava recibió un mensaje en su teléfono. Balam les solicitaba a él y a Ixchel ir a casa de los Flores.

A Chava se le dibujó una amplia sonrisa al ver a una pareja de aspecto jovial con ropas bordadas.

―¡Mamá!, ¡papá! ―el joven se acercó a abrazarlos―. ¡Han venido!

―Venimos a conocer a tu nueva ama, hijo, para presentarle nuestros respetos ―dijo Nelli la madre de Chava.

―¡Oh, no señora! ―Ixchel reaccionó de inmediato―. Yo no soy ama de nadie. Odiaría esclavizar a alguien, y mucho menos a una hombre tan sencillo y caballeroso como su hijo. ―Chava se sonrojó al escuchar eso.

―Pero salvó usted su vida ―intervino Gerardo, el padre de Chava―. Nuestro clan exige…

―La señorita Ixchel insiste en que yo sea sólo su amigo y aliado ―dijo Chava con cierta timidez―. Ella es una mujer de mucha nobleza.

―Sí, sumamente noble ―dijo Balam en lo bajo―. Pregúntenle al pobre de Facundo.

―¡Tú cállate! ―ella le lanzó una cuchara que no pudo atinar a su cabeza. Balam le enseñó la lengua evadiendo un objeto tras otro que ella le lanzaba hasta que cayó sobre él una pesada piedra ornamental con la figura de un dios maya.

―Veo que mi sobrino sigue siendo un fastidio para muchos ―dijo Nelli sonriendo con cariño. Ayudó a Balam a levantarse y maternalmente revisó el chichón que quedó en su cabeza―. Y veo también que Ixchel te ha ayudado a vencer tu miedo a hablar con las mujeres.

―Bueno… ―Chava se sonrojó―, ella y la señorita Rosa me ayudan mucho a sentirme relajado.

―Se ve que son almas nobles ―la madre de Chava acarició con cariño el cabello de Ixchel.

―A todo esto ―dijo Ixchel―¸ ¿a qué debemos su visita?

―Sobre eso ―dijo el padre de Chava―, hemos venido a invitar a toda la familia. El día de muertos será en un mes y en nuestro clan hay una celebración especial. El nuevo chamán del pueblo determinó que este año será el Kimen Poochil.

―¿Kimen Poochil? ―preguntó Rosa.

―”El deseo de los muertos” ―dijo Nelli―. Ustedes saben que los xilam pixán tenemos un vínculo con los espíritus, y justo el día del Kimen Poochil, nuestros ancestros están más cerca de nosotros que nunca.

―Cuando coincide el día de mayor lluvia de estrellas de las oriónidas ―concluyó el padre de Chava―, con la luna llena en día de muertos, es el día en que una estrella de cristal cae del cielo. Quien encuentre esa estrella puede pedir uno y sólo un deseo, y este se cumplirá.

―¿Se puede pedir lo que sea? ―preguntó Ixchel.

―Lo que sea―explicó Nelli―. Pero no duden que muchos guerreros xilam pelearán por conseguirla, sólo los más fuertes tendrán la oportunidad de tenerla.

Ixchel se puso de pie de inmediato y echó a correr en busca de la abuela Hortensia. Por alguna corazonada, Balam tuvo el instinto de seguirla.

―¡Abuela! ―la abuela salió de su recámara―. Abuela, es la oportunidad. Entréneme bien, por favor, una estrella puede conceder el deseo que quiera.

―Ya veo, hija. ¿Qué es lo que quieres pedir?

―Pediré que los 13 glifos lleguen a mí. Seré la reina guerrera del sol. ¡Esta vez nadie me detendrá!

―¡En tus sueños! ―chilló Balam―. Abuela, no es justo, entréneme a mí también ―pero sólo obtuvo un bastonazo en la cabeza.



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En el texto hay: fantasia, romance juvenil, situaciones comicas

Editado: 17.11.2025

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