Ximantsi 2. Bajo la luna de Ximantsi

El renacer de Uxjua

La enredadera que cubría el palacio se encendió en llamas, convirtiéndose en cenizas de inmediato. En el umbral estaba la bestia, mucho más grande que nunca, sus ojos rojos brillaban y sus enormes dientes sobresalían y dejando salir una risa gutural, corrió hacia Feza.

―¡No te atrevas! ―Ndomi se paró frente a la criatura, esta se detuvo en seco, dejando salir un terrible alarido.

―¡No me detendrás, mboho insignificante! ―chilló Uxjua.

―Pensé que te habías arrepentido, Hojai, pero ahora veo que tu alma siempre estuvo podrida ―Ndomi apuntó su espada a su cabeza―, ahora puedo verte. El adulterio no fue lo que atrajo a la bestia. ¡Me das asco!

Ndomi levantó la espada, pero un fuerte viento lo hizo caer de espaldas. Xingu estaba en el umbral, con una transformación a medias en bestia, con los ojos desorbitados.

―¡No lo mates! ―chilló― ¡Huyan! ¡Yo lo detendré!

―¡Ya basta de proteger a tu amante, Xingu! ―Bosthi arrebató su báculo―. ¡Se ha vuelto muy peligroso! ¡No podemos dejarlo con vida!

―¡No! ¡Déjame!

Xingú soltó una mordida a Bosthi y recuperó su báculo justo a tiempo para evitar que Uxjua atacara a Feza.

―¡Llévense a Feza y a Mbanga de aquí! ¡Protéjanlos!

Banxu y Ndomi obligaron a los chicos a correr hacia la aldea. Bosthi se quedó, con una ira creciente que lo hacía convertirse en bestia, quiso luchar contra su hermano, pero la fuerza de Uxjua era mucho mayor, Xingu apenas logró poner a tiempo una protección para salvarlo.

―¡Mírame! ―dijo de inmediato―. Ahora puedes ver bien lo que he hecho ¿No?

―¡Maldita…! ―gruñó la bestia―. No lo mataré, pero poseeré a tu hijo bastardo y mataré a la ni…

―¡No te lo permitiré!

―¡No serás un impedimento para mí! ¡Soy todopoderoso!

―¡Tendrás que pasar sobre mi cadáver! ―Xingu se puso frente a la bestia, con una sonrisa de ira.

―¡Maldita perra! ¡Sabes que no podría matarte!

―No, nunca podrás ―dijo Xingu con una sonrisa maligna.

―¡Pero eso no me impedirá herirte!

Uxjua estuvo a punto de aplastar a Xingu con su enorme garra, ella apenas logró detenerlo creando una energía protectora con su báculo y la bestia salió huyendo por el bosque.

Xingu llegó a la aldea llevando a Bosthi severamente herido, una campana de energía rodeaba la aldea.

―Esto no será suficiente ―dijo Xingu―. Uxjua quiere poseer a Mbanga y asesinar a Feza, tenemos que llevarlos a la isla. Sólo la energía del Made nos permitirá crear una protección lo suficientemente fuerte.

―Xingu ―dijo Ndomi―, pude ver el corazón de Hojai. No fue el adulterio lo que atrajo al zuthu, era la envidia en persona. Nunca pudo sobresalir en lo que hacía ¿Sabes qué es lo que hizo en su patético intento por sentirse menos insignificante?

―Él es una buena persona, Ndomi, te juro que es una buena persona ―dijo ella, apesadumbrada.

―Quizá tu amor le hizo cambiar, pero eso no quita el hecho de que…

―¡Te aseguro que dentro de esa bestia hay…! ¡Por favor, Ndomi! ¡No lo mates!

―¿Dónde está ahora? ―preguntó Chheze

―En el bosque, de hecho, no entiendo por qué no nos siguió. Tenemos que partir hacia la isla, necesitamos la energía del Made para apresar a Uxjua, podemos mantenerlo preso y así no hará daño a nadie.

―Yo me quedaré ―dijo Ndomi―. Ustedes váyanse. Xingu, voy a intentar algo que logré en la isla de Kutsi, asustar tanto al zuthu como para convencerlo de salir del cuerpo de Hojai.

―Hazlo. Voy a poner una protección en todos los aldeanos y te alcanzaré.

Ndomi se internó en el bosque, blandiendo su espada, todo estaba en silencio y oscuridad, sólo una pequeña franja de Hatso iluminaba la noche del Hemi y los árboles daban un aspecto lúgubre entre la luz azul. Se escuchó una rama rompiéndose, Ndomi volteó de inmediato, el lobo estaba parado encima de una roca, dejando salir un aullido que pronto se convirtió en una risa gutural.

―¿Un solo mboho enfrentando al gran Uxjua? No sé si calificarlo como un acto de valentía o de estupidez.

―No importa como lo califiques ―Ndomi apuntó a la bestia con su espada―, he matado a otros como tú y créeme, te daré tanto dolor que desearás no haber salido de Hatso.

La bestia se hizo hacia atrás al ver el gesto de Ndomi, gruñó y se lanzó contra él a mordidas. Ndomi se defendía fieramente, hiriendo a la bestia en sus extremidades, con su espada. Otro gruñido hizo eco, Bosthi llegaba convertido en oso, ayudando a Ndomi a atacar a la bestia.

―¿Qué haces de vuelta? ¡Deberías estar ayudando a los otros a escapar!

―¿Escapar? ―gruñó Uxjua― Entonces eso quieren ¿No? Distraerme para que los otros escapen.

―No permitiré que hagas daño a tu propio hijo, Hojai ―gruñó Bosthi―, te mataré si es necesario.

―¡No tengo intenciones de morir! ¡Acabaré con los elegidos y entonces regresaré a Hatso! Ustedes lamentarán haberme enfrentado.

―¡Mírame! ―ordenó Ndomi―. No hay nadie más peligroso que yo en este bosque, ni siquiera tú, te ordeno que salgas de ese cuerpo o de lo contrario sufrirás de la más horrible de las muertes.

El gesto de Ndomi era de furia plena. Bosthi lo flanqueaba, enseñando los colmillos, Uxjua se hacía para atrás, como un animal atrapado. De pronto saltó cayendo sobre Bosthi, hiriéndole de gravedad, Ndomi lanzó una estocada clavando su espada en su pata delantera derecha y Uxjua aulló de dolor.

―No me deja otra, Bosthi ―dijo Ndomi

―Hazlo. Yo lo entiendo.

Ndomi se preparaba a atacar cuando apareció Xingu, cayendo del cielo con su báculo. Con un hechizo hizo que le salieran alas a Uxjua, se montó en él y ambos salieron volando.

―¡Esto no puede ser! ―gruñó Bosthi― ¿cómo puede ayudarlo a escapar? ¿Qué no ve que él puede matar a su propio hijo?




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