Ximantsi 2. Bajo la luna de Ximantsi

El pacto

Peregrinaron por un par de días y Uxjua no aparecía por ningún lado, estaban en la réplica de la isla de Kutsi, montando un campamento provisional antes de partir hacia el Made. Ndomi caminó selva adentro, hacia las ruinas del castillo de Njahui, nunca había estado en la réplica de Kutsi, y no sabía si aquellas ruinas le dejarían ver la majestuosidad del castillo como en la isla original. De algún modo, quería ver aquel castillo de nuevo, lo necesitaba para relajarse en esos momentos tan difíciles.

Sus ojos se abrieron de par en par, lo que veía era simplemente increíble. Esa isla tenía la réplica de un castillo completamente intacto, se alzaba majestuoso hacia el cielo azul oscuro.

Como sintiendo un hambre de muerte, corrió hacia allá. Dentro todo estaba cubierto por musgo y enredadera, pero aun así era un castillo hermoso. Ndomi recorrió cada pasillo y habitación de ese castillo, había algo increíblemente atrayente en él y no sabía que era.

―¿Qué es lo que le falta a este lugar? ―se preguntó a sí mismo.

―Yo sé qué es lo que no hay en este castillo ―Banxu estaba parada detrás de él―. No hay una sola alma perversa aquí, nunca fue habitado por gente perversa.

―No es eso… no sabría explicarlo.

―Yo lo entiendo, aunque tampoco sabría explicarlo. ―Banxu caminó hacia su amigo―. Vamos, ahora tenemos que vigilar, no podemos confiar en que Uxjua no nos siguió.

Caminaban de regreso, tranquilamente hasta que un rugido hizo eco en el viento. Ndomi se vio forzado a blandir su espada y ambos corrieron hacia el castillo principal de Kutsi, Xingu había colocado una campana de energía alrededor de todos. Uxjua intentaba romper la protección con sus garras y Xingu se veía cada vez más cansada. Ndomi corrió hacia la bestia, pero no pudo llegar ni a un metro cuando Xingu lanzó un hechizo que le congeló dentro de una prisión de hielo.

―¡Xingu! ¡Lo matarás! ―gruñó Banxu.

―¿Por qué lo proteges? ―gruñía Bosthi desde dentro de la protección― ¡Maldita sea, Xingu! ¿Tanto miedo tienes de perder a tu amante que eres capaz de poner en riesgo la vida de tus propios hijos?

―Mamá ―dijo la hija menor de Xingu, con lágrimas en los ojos―, a mí también me dolerá en el alma, pero ese ya no es papá, tienes que permitir que terminen con él.

―¡No puedo hacerlo! ―lloró Xingú― ¡No puedo!

―Pero ¿por qué? ― Banxu le dio una bofetada ―. ¡Maldita sea, reacciona!

Xingu la miró con un gesto de angustia, jadeando, bajó la mirada, apretó los ojos y habló de nuevo.

―No puedo decírtelo ―dijo Xingu, llorando.

―¿Cómo que no puedes…? Espera… ¿Por qué no puedes? ―Banxu bajó la guardia.

―Vamos a morir, los cuatro ―respondió Xingu, haciendo un gesto. Banxu frunció el entrecejo, su rostro se relajó y bajó la mirada.

―¡Oh…! ya entiendo.

Banxu se levantó y caminó hacia Bosthi, él puso sus manos en la protección, como queriendo salir de ahí para abrazarla.

―Bosthi, he sido muy feliz, no sólo desde que me entregué a ti por primera vez ―le dijo―, lo he sido desde que te conocí. ¿Recuerdas aquella vez que te dije que nada me impedía amarte? Creí que los nervios me habían hecho decírtelo, pero la realidad es que mi corazón me exigía expresarlo.

―¿Ba… Banxu?

―Cuida mucho de nuestros hijos. Cuida mucho de Ndomi, y ayuda a mi abuela a liberarla.

―Banxu, ¿qué piensas hacer?

―Es sólo un hasta luego, te veré cuando tu viaje en este mundo haya terminado.

―¡Banxu, no! ―Banxu se acercó a Yich, quien también estaba dentro de la campana―Tú también sabes de magia, necesito que estés atento.

―Ya… puedo ver el futuro cercano en tus ojos ―respondió el anciano―, eres muy valiente, hija.

Xingu observó a Banxu con dolor. Banxu la tomó las manos y ella agradeció entre dientes, caminó hacia la bestia que aún lanzaba zarpazos a la protección. Inhaló con fuerza y se paró frente a él.

―¡Uxjua! ―gritó― ¡Vengo a hacer un pacto contigo!

―¿Qué puedes tú ofrecerme?

―Mi vida ―dijo ella

―¡No, Banxu! ―gritó Bosthi

―¿Yo para qué quiero tu vida?

―Yo soy quien engendró a uno de los elegidos, mi vientre aún tiene la energía de la vida que llevé por meses ―Banxu se acercó aún más―, cuando tomes mi cuerpo, toda esa energía pasará a ti. Entonces podrás regresar a Hatso, sobrevivir ese viaje y ser el amo del universo entero. No necesitarás eliminar a los elegidos, porque serás tan poderoso como ellos.

―¿Estás segura de lo que pides, mujer? ―Uxjua caminó amenazador hacia ella.

―¡Banxu, si alguien tiene que sacrificarse es Xingu, no tú! ―chillaba Bosthi.

―Pero a cambio, debes jurarme que no asesinarás a ninguno de los que están en esta isla. Ellos gozarán de tu indulgencia eternamente.

―Banxu… ¿por qué? ―preguntó Chheze, desde dentro de la protección― ¿Acaso crees que él cumplirá su promesa? ―Banxu negó ligeramente con la cabeza.

―Ella ha elegido su camino ―Yich suspiró con tristeza―, yo jamás había hecho una predicción tan a futuro, ahora sé que ella es en verdad quien nos va a salvar de Uxjua.

―¡No! ¡Deténgala, por favor! ―suplicaba Bosthi. Ella volteó a ver a su esposo.

―Bosthi, te amo, siempre te he amado, nunca lo olvides. Pero somos el círculo de protectores, y nuestro deber aquí es proteger a Feza y a Mbanga, aún con nuestras vidas.

―Yo… Bosthi bajó la mirada, derrotado. Te amaré siempre, Banxu.

―¿Entonces? ―Banxu elevó sus brazos, un halo rojo los rodeó a ella y al zuthu― ¿Juras no hacer daño a nadie de los que ahora están en esta isla?

―Sí, lo juro. ¡Ahora dame tu cuerpo!

―En cuanto pierda la vida, podrás tomarlo.

Bosthi cayó de rodillas cuando de un zarpazo, el zuthu rasgó el cuello de Banxu y la protección cedió, Xingu se abrazó a sí misma, llorando. Observó a Ndomi, y el hielo se comenzó a derretir con velocidad, Uxjua se acercaba a Banxu cuando Yich se interpuso, emanando un halo de energía que le impedía acercarse a ella. Bosthi corrió hacia ella, la sangre salía a borbotones por su cuello cuando ella lo miró, con lágrimas en los ojos, llevándose consigo la imagen del hombre que amaba. Bosthi rugió de dolor, transformado en oso, abrazó con fuerza el cuerpo sin vida de su mujer.




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