Ximantsi
Vol. III
El amanta de la sacerdotiza
El libro de Uthe
C.C. Uctari.
Ximantsi. Mayo, 2014.
Todos los derechos reservados ©. Queda prohibida cualquier copia total o parcial de esta obra.
Tomo 1. Los secretos de la isla de la hechicera
Tomo 2. Bajo la luna de Ximantsi
Tomo 3. El amante de la sacerdotiza
Tomo 4. La guerra de los mboho
Nota del autor: Lo versátil de esta historia es que puedes leer primero el libro 3, o primero el 1 y el 2 sin perder el hilo. Sin embargo, te recomiendo que tras leer esta novela, leas los otros libros de la saga para comprender bien toda la historia.
EN XIMANTSI HAY UNA LEYENDA QUE DICE QUE QUIEN SE SUSCRIBA A MI PÁGINA Y CALIFIQUE ESTE LIBRO, ENCONTRARÁ EL AMOR.
La condena del alcohólico
Los últimos años habían sido un verdadero peligro en Ximantsi, la decisión del consejo Bamhña sobre los matrimonios arreglados había traído más problemas que soluciones, los suicidios, adulterios y abandono habían crecido desmedidamente esos últimos diez años. Nunca habían tenido tantos zuthus en su planeta como en ese entonces. Por fortuna para ellos, la mayoría de los demonios eran muy débiles, por lo que eran fáciles de destruir, pero si las cosas seguían así, no tardaría en llegar un zuthu tan poderoso como para causar daños severos.
El guardián Jutsi aún esperaba la resolución del consejo, él era comandante de la división de guardianes de la ciudad de Tse y tenía esperanza en que su propuesta sobre la creación del Consejo Thati fuera suficientemente fuerte como para asegurarle el puesto de consejero de seguridad. El actual consejero, un hombre de avanzada edad de nombre Romui, no tardaría mucho en morir y Jutsi quería asegurarse de tener todas las oportunidades para ganar ese puesto.
En su propuesta, el guardián estipulaba una cláusula a la ley de matrimonios arreglados, en la cual establecía que cada habitante de Ximantsi, entre los dieciséis y veinte años, debería formar una lista de candidatos para contraer matrimonio. El Consejo Thati se conformaría de sacerdotes y videntes que evaluarían lista por lista y determinarían quiénes serían las mejores opciones para formar pareja, y así evitar que los pecados de la carne atrajeran más zuthus a su mundo.
Había tenido éxito al lograr construir un nuevo dispositivo que mantenía congelada la libido de los jóvenes. El aparato bautizado como haki, fue probado con algunos estudiantes que se ofrecieron como voluntarios a cambio de retrasar su matrimonio obligatorio y se comprobó fehacientemente que el dispositivo inhibía cualquier tipo de deseo sexual. Esto junto con la propuesta de la lista para el Consejo Thati, prometía mantener completamente controladas las pasiones entre los jóvenes.
Revisaba nuevamente el informe sobre los resultados de haki cuando uno de sus subordinados entró a su despacho sin tocar la puerta. El guardián Jutsi le lanzó una mirada inquisidora al ver su atrevimiento.
―Le ruego me disculpe, señor ―el joven jadeaba ―, pero es urgente. Ya tenemos un sospechoso de crear al zuthu que atacó la ciudad hace dos días, lo tenemos atado en el patio principal.
―¿De quién se trata?
―El carpintero Tixfani
―¿Ese alcohólico? ―gruñó el guardián ―. ¡Debí imaginarlo! El muy imbécil provocó el suicidio de su propia mujer y ha causado tantos accidentes que ya no sé si haya habido muertos por su culpa.
―Venga rápido, el zuthu está siendo atraído por nuestros guardias, no tardaremos en verificar si Tixfani es o no su amo.
Jutsi casi corrió escaleras abajo, salió del edificio y llegó hasta una explanada en cuyo centro había una estructura en forma de cruz. Atado a ella, estaba un hombre muy delgado de piel amarilla y ojos y labios naranja El hombre vociferaba intentando inútilmente desatarse.
―¿No ha aceptado sus crímenes? ―preguntó Jutsi.
―No. Él insiste en que es inocente, pero el zuthu lo persiguió por un largo tiempo, es muy seguro que ese borracho sea su amo.
―¡Preparados, el zuthu se acerca! ―se escuchó el grito de un guardián de menor rango desde la puerta.
―¡Todos a sus puestos! ―gritó Jutsi.
Se hizo el silencio por algunos segundos. Al fondo de la avenida principal se notó una sombra negra, traslúcida y deforme acercarse corriendo con sus seis patas, era un zuthu medianamente poderoso, no habían podido derrotarlo desde su aparición unos meses atrás, eso significaba que el error que cometió su amo era de cierta gravedad.
Tixfani languideció al ver a la sombra correr hacia él. Dejó salir un gruñido de frustración cuando vio a un niño rubio entre los guardias.
―¡Dumui! ―gritó―, te ordené que no vinieras, ¿qué haces aquí?
Nadie había notado a ese niño de ocho años que observaba a Tixfani sin expresión alguna en su rostro, su larga cabellera amarilla caía como cortina sobre su rostro, cubriendo parte de sus ojos verdes. El guardián se acercó al muchacho, poniendo su mano sobre su hombro.
―¿Estás seguro de que quieres presenciar esto, muchacho?
Pero Dumui no contestó, se limitó a inclinarse a un costado para que la mano del guardián resbalara de su hombro.
―¡Lárgate de aquí, Dumui, maldita sea! ―chillaba Tixfani.
―¡El zuthu se acerca!
Todos los guardianes al rededor blandieron sus espadas, apuntando a la sombra que llegaba corriendo. De repente, todos ahogaron un grito, aquel jovencito había echado a correr por la explanada, colocándose justo frente al zuthu. Su semblante frío y carente de emociones se concentró en el demonio que se frenaba ante su presencia. El guardián Jutsi apuntó con una ballesta y amenazó al zuthu el cual gruñó retrocediendo, tomó al muchacho por la cintura y con grandes esfuerzos lo alejó del demonio, pues el chico pataleaba, insistiendo en soltarse.