Ximantsi 3. El amante de la sacerdotiza

El genocida

Uthe se sentía más confundida que nunca en su vida, ella que tanto se había convencido de obtar por el celibato, por primera vez sentía que al fin llegab alguien que valía la pena poner en su lista. Pero sus pies estaban fijos en la realidad, Dumui era antes que nada su alumno y ella era mayor que él por alrededor de siete años, el consejo jamás aprobaría una unión como esa. No le dio una respuesta, sólo le dijo que su unión jamás sería bien vista y que, de momento, sólo debían concentrarse en escapar a la isla.

Él le pidió que terminara de leer todo lo que había en su libreta. Después de la primera vez que puso que la amaba, todas las memorias eran sobre cuánto él deseaba casarse con ella. Aparentemente Dumui estaba convencido que no podía penetrar en la mente de Uthe, y era por eso no podía simplemente hacerla enamorarse también. Sin embargo, y eso fue algo que incluso no la dejó dormir, la profesora Mpadi había dado con la verdadera razón, no era que Dumui no pudiera obligarla a amarlo, era que no quería hacerlo, él quería conquistarla, ganarse su amor como los caballeros de la antigüedad en lugar de forzarla a algo que ella no deseara.

Era justo la concepción que ella tenía de cómo debería ser el amor, pero ella veía muy poco ético dejarse llevar por una fantasía de esa índole con un alumno, sin importar cuánto lo deseara.

Dumui le hizo saber que, si ella optaba por pedir el celibato, él también lo solicitaría y que la seguiría hasta el fin del mundo si era necesario. Estaba simplemente decidido a estar con ella a como diera lugar y eso la mantuvo en un estrés constante por los siguientes días.

Pero había cosas más importantes en qué pensar. Afortunadamente Dañu absorbió por completo el tiempo de Dumui en la construcción del barco y eso lo mantuvo alejado de ella el tiempo suficiente para que Uthe se concentrara únicamente en la isla a la que deseaba escapar.

El barco quedó terminado cuando sólo faltaban ocho días para finalizar el periodo vacacional. No dudaron en viajar a su recién creada isla para agregarle el resto de los elementos necesarios para sustentar vida. Simplemente dejaron más animales, semillas e injertos y regresaron a la isla de Kutsi para esconder su barco y regresar en la barca de turistas.

En la travesía de regreso a Tse, Dumui la pasó huyendo de Uthe. Aparentemente la indiferencia de ella le había obligado a mantenerse alejado, volvió a ser el chico callado y mal encarado que conoció meses atrás.

Uthe estaba en la cubierta observando algunos cetáceos retozar en el agua. Ñah, el mixi no tardó en llegar con ella, tan hablantín como siempre, insistiéndole a Uthe que le permitiera hablarle sobre Dumui.

―Está bien, quiero que me platiques ―dijo ella. El mixi abrió los ojos asombrado e incrédulo, pero Uthe le cerró el hocico de nuevo―, pero sólo lo que a mí concierne, cualquier otra cosa que no tenga que ver conmigo no la quiero saber.

―Pero es que todo tiene que ver con usted, profesora. El capitán Dumui ha estado esperando por usted desde que era niño.

―¿A qué te refieres?

Entusiasmado, el pequeño felino comenzó su relato. Dumui acostumbraba a pasar tiempo en el puerto desde muy temprana edad. Era un niño tan solitario y hambriento que pasaba el tiempo pescando y haciendo trabajos con los marinos para poder alimentarse, cerca de la tripulación de diversos barcos para no sentirse tan solo.

Desde muy pequeño y sin que nadie entendiera cómo, él se ganó la confianza de las criaturas de agua. Era el único mboho que charlaba con ellas y a su vez las criaturas le hacían saber lo que habría en su futuro.

Las criaturas de agua predijeron que él sería capitán de un barco, que salvaría la vida de muchos al vencer a un zuthu y que se convertiría en héroe, aunque muchos no lo reconocerían. Todo eso ya había sucedido, pero también le dijeron que él encontraría la felicidad en una y sólo una persona, ella le ayudaría a que otros lo vieran como lo que es, esa mujer sería la única en lograr que una emoción emergiera del interior de Dumui. Pero la vida de ambos se vería amenazada constantemente, la espada que él encontró estaba destinada a proteger el amor de ambos, que se vería amenazado por la maldad que a su vez, se sentía amenazada por el amor de ellos.

―Las criaturas le compusieron una canción, como a todos ¿quiere escucharla?

―A ver, cántala.

El mixi comenzó a cantar con su aguda voz.

De la pobreza y el abandono tu alma emerge

Llevando dentro la soledad y la tristeza

Pero dentro, donde tu corazón se enciende

El amor de antaño crecerá con fuerza.

El mundo te temerá, como no ha temido a ninguno.

Pero esa fortuna será por tu propia voluntad.

El mundo que crees odiar con el alma

es el mundo al que amabas sin igual

Tu presencia aquí es importante,

Para devolver a los mboho la pureza.

Aquella raza de la que tanto has renegado,

tarde o temprano defenderás con fiereza.

Y aunque la soledad parezca eterna,

no es algo que te acompañará por siempre

La felicidad se encontrará en una bifurcación,

y esa felicidad protegerás con temple.

Tus manos han de blandir la espada

que proteja la vida de quien será tu amor




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