Ximantsi 3. El amante de la sacerdotiza

El asesino de la máscara verde

Uthe y Dumui fueron llevados al hospital en donde pasaron la noche, pero sus heridas no eran de gravedad por lo que salieron al siguiente día. La ciudad entera los miraba al pasar, algunos se atrevían a acercarse para felicitar a Dumui, otros retiraban la mirada en cuanto sentían que él volteaba a verlos.

―No habrá un alma en este mundo que te crea que se trata del rector Kue ―comentó Uthe―. Es muy amado y respetado en esta comunidad.

―Y lo peor es que se ha ido, ―Dumui chasqueó la lengua―. Dañu me lo hizo saber, el sacerdote Zadu lo recomendó para dirigir el honorable colegio de la ciudad de Danda. Ni siquiera esperaron a tener su reunión contigo, simplemente se fue.

Estaban llegando al colegio cuando notaron que el profesor Yomi esperaba en la entrada con un cuarteto de guardias.

―Él ―señaló a Dumui caminando a grandes trancos hacia él―, no lo quiero de vuelta en el colegio, es muy peligroso.

―Pero… ―los guardias titubearon al ver a Dumui.

―¿Qué demonios quieres ahora, Yomi? ―gruñó Uthe.

―¿Es que acaso sólo yo veo la bestia que hay en este muchacho? ¿No vieron acaso cómo hasta los zuthus le temen? Él pudo herir a ese zuthu con su espada, nadie había logrado lastimar a un zuthu incorpóreo.

―¡Eres un idiota! ―Mientras Uthe discutía con Yomi, Dañu y Kuhu se acercaron a Dumui hablando en susurros.

―Eso es cierto, ¿cómo lograste lastimar al zuthu?

―No lo lastimé, sólo lo convencí de que lo hacía, pude meter miedo y dolor en su mente y no lo soportó, se doblegó en seguida. Me di cuenta de que a lo que más teme un zuthu es a la muerte y el sufrimiento, y usé eso en su contra.

―Eres único Dumui ―dijo Kuhu―. Creo que todos deberíamos hacer por que reconozcan esas habilidades tan únicas que tienes.

―¡Te lo advierto de una vez, Uthe! ―estalló Yomi―, soy uno de los candidatos a ser rector de este colegio, si insistes en defender delincuentes y yo…

―¿Usted qué? ―Dumui se acercó amenazador a Yomi, las piernas del profesor languidecieron―. ¿Sabe qué?, ya me harté. Olvídese de amenazar a quienes me defienden, olvídese de buscar que me expulsen, yo me voy por mi propia cuenta.

―¿Qué? ―gritaron todos al unísono.

―Mi futuro es mucho más grande del que me ordena esta sociedad, ya me cansé de querer pertenecer a algo que no me quiere aceptar.

―No, Dumui ―Dañu se interpuso entre Dumui y el profesor―, no le des el gusto.

―No es por él ni por nadie, es por mí.

―La escuela no te queda lejos y te falta muy poco ―suplicó Kuhu―, sólo tus prácticas y…

―No, ¡nunca más! ―interrumpió Dumui―. He dado demasiado de mi vida a algo que no me ha beneficiado en nada.

―Ven, Dumui ―Uthe jaló al chico por el brazo―, el profesor ya escuchó lo que quería escuchar.

Era como si no fuera suficiente para Yomi, buscaba en su mente qué más alegar, pero era notorio que no había argumento alguno que agregar. Uthe y sus alumnos caminaron hacia el interior del colegio y no pararon hasta el jardín trasero.

―Estás pensando en escapar ya a la isla ¿no es así? ―preguntó Uthe.

―No intentes detenerme, me iré pasando el invierno.

―No pienso detenerte, es más, iré contigo.

―¿Lo harás? ―Dumui perdió el aliento.

―Ustedes lo saben, yo no quiero estar bajo un régimen que me impide entregar mis conocimientos al mundo y que, por el contrario, quiere controlar mi destino.

―Iré también con ustedes ―dijo Dañu con determinación.

―Yo también iré ―intervino Toho, y enfadado volteó a ver a Zoni―, y tú, deberías dejar de quejarte de que no te agrada el simio con el que te quieren casar, y en lugar de eso…

―Huir con ustedes ―dijo Zoni, convencida―, sí, lo haré.

―Y yo ―Kuhu dio un paso adelante―, hablaremos con nuestros demás compañeros. Quien quiera ir con nosotros que lo haga y quien desee quedarse, que guarde nuestro secreto.

―No seré yo quien les diga qué hacer y qué no ―dijo Dumui con frialdad, pero con una sonrisa―, si quieren o no ser parte de esta sociedad es su decisión, lo que sí les voy a pedir es que no me acompañen en lo que sigue.

―¿Y qué es lo que sigue? ―preguntó Dañu.

―Iré tras el rector Kue.

―Sabía que lo dirías. ―Uthe se acercó a Dumui―. Mira Dumui, justo ahora hay muchos ojos sobre ti. Esa hazaña tuya con el zuthu combinada con el terror que metiste en los guardias para evitar que te bloquearan han hecho que todo mundo desconfíe de ti y comiencen a escuchar a Yomi.

―¿Quiere que arriesgue la vida de otros en lo que…?

―No, Dumui, Kue estará como rector en Danda. No está a cargo de ninguna edificación por lo que no hay peligro de que asesine a alguien en estos momentos. Sólo espera algunos meses a que las cosas se enfríen, es más, durante ese tiempo bien podrías ayudar a nuestra huida. La isla ya tiene todo, excepto casas, puedes ser ayudado por Dañu para planear algunas edificaciones que podamos construir con los materiales existentes en la isla y…

―Sí, eso haré. ―sorprendiendo a todos, Dumui dio a Uthe un beso en la boca―. Si todo va bien, podríamos irnos después del invierno.

Pasaron algunos meses en una monótona rutina. Una profesora de historia fue elegida rectora del colegio, por lo que Yomi estaba más malhumorado que nunca, pero la situación para el profesor era aún peor, ya que muchos alumnos habían tomado la actitud desafiante de Dumui y no permitían que el profesor los humillara para desahogar sus frustraciones.

Uthe continuó siendo profesora sin dar pie a que nadie sospechara lo que tenía en mente, no había contado nada de sus planes de huir, ni siquiera a su mejor amiga, Bete.

Por su parte, Dumui había desertado por completo del colegio, no tenía intención de regresar en absoluto por lo que dedicó todo ese tiempo a aprender de Dañu todo lo necesario sobre arquitectura. Había hecho varios viajes a la isla y según el testimonio de Dañu que lo había acompañado en un par de ocasiones, los animales le ayudaban en la construcción de las primeras casas, todas muy pequeñas, pero con lo necesario para albergar a algunas de las personas que pensaban huir a la isla.




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