Ximantsi 4. El libro de los elegidos.

La batalla de Kutsi

Ndomi y Uthe descansaban desnudos sobre frazadas en las ruinas del castillo. La nostalgia de su primera vida había dejado de hacer efecto y volvían a la realidad.

―Ningún mboho reveló nuestros secretos ―dijo Ndomi―, porque nosotros no quisimos darle a los mboho ninguna tecnología que les permitiera acercarse al Made, ni tampoco algo que les ayudara a hacer más poderosas sus armas.

―Pero ellos encontraron otros caminos.

―Como sea, no saben de esos seres de luz, ni tampoco del poder que pueden obtener de las gemas. ―Ndomi alcanzó la ropa de Uthe y la ayudó a vestirse―. Los mboho siempre se han preguntado por qué el mar de Yothi es amarillo, nadie ha podido determinar que ese brillo dorado no viene del agua, sino de su superficie, en donde moran millones de esos seres.

―Recuerdo que dejamos las armas en este castillo ―Uthe se levantó terminando de vestirse―, porque no sabíamos si destruir del todo su secreto o no. Yo encargué estas armas a los espíritus, les pedí que, en caso de que algún mboho las necesitara en el futuro, dieran acceso a ellas.

―Lástima que no se pudo proteger la bola de cristal de tu madre. Pero los báculos son armas comunes en el futuro. Si enviamos a Xingu su gema, ella podrá hacer que su báculo sea tan poderoso como el que usó en su primera vida.

―Ndomi, me dijiste de una profecía que dicta que la primera hechicera debe cerrar el Made. Pero yo no soy la primera hechicera de Ximantsi, lo fue Xithi. Xingu es la reencarnación de la primera hechicera de esta luna.

―¡Tienes razón! Es ella quien podrá cerrar el Made.

―Aún tenemos respuestas sin resolver, Ndomi. ¿Le dijiste a Feza que no intente cruzar a Hatso?

―Sí. Pero aún no sabemos cómo puede obtener ese poder sin llegar a Hatso y sin arriesgar su vida.

―El mal no se da cuenta que, en su intento por vencernos, sólo nos hace más poderosos ―Uthe tomó la caja de baquelita―, aun exorcizando a los zuthus, los que hemos sido poseídos nos quedamos con su fuerza y somos capaces de transformarnos cuando nos vemos en peligro. Feza y Mbanga, con tanto zuthus, se harán invencibles.

―Ellos necesitan todas las gemas ―Ndomi quitó la caja de las manos de Uthe―, estas gemas fueron creadas por si acaso la guerra se intensificaba. Ahora ellos enfrentan enemigos más peligrosos y necesitan de ellas.

En el aire se formó una nube en forma de espiral y de ahí salió un pequeño barco de madera que llegó flotando a manos de Ndomi.

―¡Justo a tiempo! ―Ndomi dejó la caja en el suelo y abrió la compuerta―, Uthe, por favor haz la carta para Xingu y Hojai mientras veo lo que enviaron.

Uthe sacó de su bolso una hoja y una vieja pluma y comenzó a escribir. Pero se detuvo cuando Ndomi dejó salir una mala palabra.

―¿Qué pasó?

―Si vuelvo a ver a Boja, lo patearé. ―Ndomi le mostró la carta de Kuamba―. El muy inútil olvidó fijar la fecha del temporizador y enviaron la respuesta a su propia era, sólo tres meses atrás. Los planos de Hojai y los secretos de la isla de Banxu llegaron a manos del canciller Zatemxi. La isla tuvo que ser evacuada y ahora la república tiene naves que les permitirán acercarse al Made.

―¡Por todos los espíritus! Ndomi, con más razón necesitamos respuestas. Ya sabemos todo, lo único que nos falta es conocer esa fuente de energía que me permitió despertar mis genes de hechicera. Con ese poder, no sólo Feza y Mbanga, sino todos los protectores podrán vencer a la república.

Ndomi decidió no responderles de inmediato, esperaría a tener respuestas más concretas.

Regresaron al castillo principal en donde el grupo de rebeldes hacía limpieza, preparándose para habitar aquel lugar hasta nuevo aviso. Ndomi fue a conseguir algo de comida mientras Uthe se encaminó hacia la costa. Ella observó a Ugi platicar con un joven de cabellera verde y ojos amatista, se la veía un poco nerviosa, pero sonriente. Complacida al ver que Ugi al fin se atrevía a entablar relación con otros mboho, caminó hacia la playa. El sol se ponía y el mar brillaba en un tono dorado, ella tomó agua entre sus manos y observó los destellos caer entre sus dedos.

―Recuerdo que Njahui fue el primero en lograr verlos ―habló―, y usando su poder, me ayudó a verlos también. Fui yo quien les dibujó en aquel papiro, con esas sonrisas que nunca pierden. ―Uthe dejó caer el resto del agua y puso su mano en la superficie del mar―. Necesito dar respuestas a mi hija, por favor, si pueden ayudarnos de nuevo, háganlo.

Después de una suntuosa comida, el grupo intercambió anécdotas. Se les dio a leer el poema de Njahui, y todos sin excepción tuvieron visiones del pasado. No fueron sólo los alumnos de Uthe, todos esos rebeldes que se refugiaban con ellos en Kutsi había vivido en la era de la monarquía y pelearon junto a ellos para vencer a los ejércitos.

De pronto, un vidente que había entre el grupo pudo ver que algo terrible pasaba entre los mboho:

“Sabiéndose inferiores al poder de Uthe, el consejo bamhña ha aprobado la ejecución de todos los animales con inteligencia que haya en cada puerto de Ximantsi. Saben que ese crimen atraería infinidad de zuthus y lo hacen con la esperanza de que Uthe no pueda vencer a tantos zuthus a la vez, y sea derrotada.”

Pero no era una visión a futuro, había sucedido. Uthe pudo sentir la horda de zuthus en su corazón, todos ellos arremolinándose en Hatso, preparados para cruzar hacia Ximantsi.

―Ya comenzaron ―Uthe tenía un rictus demoníaco en su rostro―, ¡los muy malditos han matado a cientos de animales! Fue un acto tan cruel que la energía llegó a Hatso en horas, una horda de zuthus se prepara para cruzar.

―¿En verdad fueron capaces de atraer zuthus para esta guerra? ―preguntó Ugi, incrédula―. Vamos a suponer que os zuthus nos eliminan, ¿cómo piensan ellos acabar después con los zuthus?

―Te aseguro que no lo han pensado ―comentó Ndomi―, son sociópatas, no analizan las cosas, sólo actúan de manera visceral para librarse de nosotros y no les importa lo que pase mañana. Debemos prepararnos, esto se va a poner rudo.




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