Ximantsi I. Los secretos en la isla de la hechicera

La lista Thati

En el colegio de la ciudad de Nhyatsi, los niños prestaban atención a la clase del futuro arquitecto Ndomi. Él mostraba una proyección holográfica en tercera dimensión al centro del aula circular, en donde los niños se sentaban sobre almohadas apiladas en los niveles de círculos concéntricos alrededor del practicante. La proyección mostraba un enorme planeta gaseoso de nubes verde-azules rodeado de infinidad de lunas.

―Entonces, ¿cómo se llama nuestro planeta nodriza? ―preguntó Ndomi.

―Hatso ―respondieron los niños al unísono.

―Muy bien. Veamos ―extendió una pequeña bala de plata a uno de los niños―, identifica nuestro mundo.

El niño apuntó la bala que emitió una luz rojiza, señalando un pequeño cuerpo aplanado que orbitaba cerca del polo sur del enorme planeta gaseoso.

―Este es Ximantsi, el mundo donde vivimos. ―Al decir esto, la imagen creció para mostrar con más nitidez una luna con forma de rosquilla que giraba como una moneda que va cayendo. Ndomi señaló un hueco en el centro de esa luna y se dirigió a los jovencitos―. ¿El centro de nuestra luna se conoce como…?

―El Made ―respondieron varios al unísono.

―Exactamente. En el Made entra toda la energía de Hatso y sale por las orillas de la luna. Es imposible acercarse al Made, su energía es tan grande que no hay nave que logre acercarse a menos de cien kilómetros sin ser destruida. Alrededor del hueco que es el Made, está el mar de Yothi, el único océano que hay en toda la luna y más en la orilla, la zona continental, que es…

Ndomi fue interrumpido por el timbre que marcaba el final de la clase.

―Para la siguiente semana quiero que hagan un modelo de nuestro sistema de lunas y que me identifiquen cada una de las zonas más importantes de Ximantsi.

Los niños tomaron sus libros y salieron corriendo del aula. Ndomi recogió algunas pertenencias y salió del aula. Caminó hasta el otro lado del pasillo, donde una joven bajita y delgada aún daba clase. Era su mejor amiga, la futura sacerdotisa Banxu. Entró sigilosamente y se recargó en la pared, escuchando la elocución de su amiga quien daba clase a preadolescentes.

―… murieron en el Ka al intentar regresar. Sólo quedó un vigía con vida y le costó meses ser rescatado ―explicaba Banxu―. Según su testimonio, el zuthu fue absorbido por sus dos amos. La hechicera Xingu de algún modo lanzó un hechizo que dominó a la criatura, pero el agrónomo Bosthi se interpuso y parte del zuthu quedó dentro de su cuerpo.

―¿Y nadie los ha encontrado? ―preguntó un jovencito.

―No. Se hizo sólo una expedición de rescate en la que el guardia logró regresar ―ella negó con la cabeza―. No se autorizaron más, por lo peligroso que es cruzar el Ka. Las investigaciones del navegante Hojai fueron desechadas ―rio en lo bajo― porque no quieren nada venido del amo de un zuthu. Como sea, su investigación siempre fue subestimada, porque proponía diseños y materiales muy arcaicos, diseños de hace 600 años y los navegantes actuales se niegan a aceptar que sus creaciones modernas puedan ser superadas por una nave basada en la antigüedad.

―¿El guardia no interrogó a los tuki para saber qué pasó con los poseídos? ―preguntó una alumna.

―Sabes que los tuki no quieren saber nada de nosotros y por ende no podemos enterarnos de nada de lo que les pasa ―explicó la joven profesora―, y, además, los zuthus que han logrado poseer a sus amos siempre buscan llegar al Made, el centro de nuestro mundo. Esa clase se las di hace unos días. ¿Quién recuerda por qué? ―Un chico levantó la mano.

―Porque el centro de nuestro mundo tiene una energía muy potente lanza a los zuthus de regreso hacia Hatso, en donde pueden hacerse más poderosos. Pero la mayoría muere en el intento.

―Como no ha habido signos de que Uxjua lograra siquiera acercarse al Made, se presume que los tres murieron.

―Hablando de Uxjua, ¿por qué es tan peligroso un zuthu con nombre? ―preguntó un niño.

―Los zuthu por lo general son criaturas de instintos. ―Banxu encendió el proyector holográfico. Mostró imágenes de una enorme nube negra con cabeza de lobo que perseguía en forma errática a un grupo de vigías y guardias en motonetas―. Cuando un zuthu llega, tiene poca inteligencia. Como ven aquí, Uxjua estaba recién llegado de Hatso, no era tan inteligente, pueden notar que no decide a quien perseguir, era menos peligroso en ese entonces. ―La imagen cambió a una cacería en donde el zuthu acechaba con mayor precisión, fingía estar atento a los hechiceros que tenía al frente, pero en realidad acechaba a los vigías que llegaban a su espalda, asesinándolos a todos ellos―. Al nombrarse a sí mismo como Uxjua, el zuthu dio su primer signo de inteligencia. Cobraba conciencia de quién era y de lo que podría ser capaz de hacer.

―Uxjua estuvo muchos meses persiguiendo a sus amos ―dijo uno de los niños―, mis papás dicen que no entienden por qué tardó tanto en hallarlos.

―Uno de mis profesores del colegio superior y yo hicimos una propuesta al respecto ―la voz de Banxu se quebró ligeramente―, pero creo que sólo hicimos el ridículo al presentarla.

Ndomi sonrió observando a su amiga. Ella no era una mboho promedio. La mayoría de los mboho tenían el cabello y piel en diferentes tonos de amarillo, negro, café o rojo. Otros tantos, como él, tenían el pelo rosa, azul o morado. Ella tenía su cabello verde oscuro, lacio y muy brilloso. Sus grandes ojos azules resaltaban mucho sobre su piel color lila y labios morados. La combinación de esos colores era tan rara en su raza que se consideraba atractiva para muchos.




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