El barco estaba a punto de llegar a la isla de Uthe y los pasajeros podían sentir la fuerza vital que el Made emanaba. Ndomi platicaba con Banxu y el capitán Nunane en la cubierta.
―Si esa criatura marina le sugirió buscar al fantasma, está usted en un problema, arquitecto ―decía el capitán―, pocos le han visto y el fantasma rara vez se detiene a hablar con alguien, está perdido en su mundo.
―A mí me sigue siendo muy extraño todo lo que ese niño te dijo ―Banxu chasqueó la lengua―. No entiendo qué razones egoístas puede tener alguien para hacer que me preñaras. ¿Qué beneficio puede obtener alguien de este embarazo?
―No lo sé. Quizá alguien que piense que le podemos heredar a nuestro hijo dones que puede usar en su beneficio.
―¿Pero qué dones? ―insistió Banxu.
En ese momento una camada de pequeños nogos negros con hocico color miel llegaron corriendo tras una pelota y chocaron con el capitán haciéndolo caer de costado.
―¡Endemoniados cachorros! ―gruño el capitán―. ¿Qué no les ha dicho su madre que no jueguen en la cubierta?
―No podemos jugar en la cubierta ―se quejó uno.
―Ni en los pasillos ―gruñó otro.
―Ni en las cabinas, ni en el cuarto de máquinas… ¿dónde se supone que vamos a jugar?
―¡Simplemente dejen de jugar! ―el capitán se puso de pie, sacudiéndose―. Si me disculpan, debo ir a la cabina de mando, atracaremos en menos de una hora.
―¿Usted es el arquitecto Ndomi? ―preguntó uno de los cachorros.
―Practicante de arquitecto. Realizaré mis prácticas en la isla de Uthe para obtener el título.
―Escuché que pudo hablar con un bada ―dijo otro cachorro―, ¿es eso cierto?
―Con un niño ―respondió él―. Quizá desobedeció a sus padres en la regla de no hablar con los mboho, nunca había escuchado que un bada hablara con nosotros.
―Hay leyendas entre los mixis ―dijo el cachorro―, todos esos felinos hablan mucho de un antiguo capitán que tenía la habilidad de hablar con los bada en la era de Uthe. Se dice, que él podía ver todo en la isla de Kutsi, tal y como era en la época de la princesa Tso. Los mixis lo llaman “el viejo capitán”
―¿Alguien mencionó sobre “el viejo capitán”? ―el contramaestre Ode, el mixi negro, se acercó caminando por encima de la baranda.
―Los cachorros hablan de un capitán que, igual que yo, había logrado que los bada hablaran con él ―respondió Ndomi. El felino se sentó meneando la cola.
―Desconocemos su nombre ―dijo el mixi―, sólo sabemos que fue el primero en navegar un barco hacia la isla de Uthe y el que abrió la oportunidad a los animales a tripular por completo un barco. Gracias a él, los animales ahora tenemos el respeto de los mbohos.
―Si navegó a la isla de Uthe, debió conocer a la hechicera ―dijo Ndomi, pensativo―. ¿Qué más sabes de él?
―No mucho, es una leyenda que ha pasado de generación en generación entre los mixis. Se dice que derrotó a varios zuthus, que poseía un poder terrible con el que hacía sucumbir fácilmente a cualquier enemigo. Muchos de los míos creen que él no sólo era capaz de ver todo en la isla de Kutsi como fue en la era de la monarquía, sino que podía hacer que otros pudieran verlo a través de sus ojos. Algunos especulan que se unió a la hechicera Uthe en su exilio, otros dicen que murió por ella.
―Creo que todo esto me está intrigando cada vez más.
―Eso es bueno ―Banxu le sonrió―, quizá esa curiosidad que sientes sea lo que necesitas para iniciar tu investigación.
El barco llegó a puerto a media tarde. Banxu y Ndomi fueron recogidos por un chofer que los llevó directo al castillo principal, era una obra arquitectónica increíble, construida en terracota, grandes ventanales con coloridos vitrales y rodeado de un jardín botánico y un laberinto de arbustos. El arqueólogo Noho les esperaba en el vestíbulo, leyendo el diario vespertino.
―¿Ya está listo, practicante? ―el arrogante sujeto parecía enfatizar la palabra “practicante”, como queriendo minimizar a Ndomi.
―Supongo que nos instalarán en el castillo ―dijo Banxu.
―¿En el castillo? ―se burló el arqueólogo―. ¡Pero claro que no! El hospedaje en el castillo está sólo destinado a las personas más importantes de Ximantsi.
―¿Y el arquitecto que se supone develará los secretos de esta isla no es suficientemente importante para ti, Noho? ―la hechicera Kuamba llegaba con paso elegante.
―Hasta donde yo sé, hechicera, el joven aquí presente aún no es arquitecto, y mientras no demuestre ser capaz de develar al menos un secreto, no se le considerará como alguien importante.
―¿Entonces para qué fui traído al castillo? ―preguntó Ndomi
―Porque quiero que le queden bien claras las reglas. No puedo estarle vigilando todo el tiempo y quiero asegurarme de que tenga bien establecidos sus límites. Tenga ―le extendió una porta planos―, son los planos generales del castillo. En ellos están marcadas las zonas a las que tiene acceso y las que son restringidas.
―Creí que el consejo había aprobado que yo tuviera acceso total ―dijo Ndomi, con total seguridad.