Ximantsi I. Los secretos en la isla de la hechicera

El made

No había nadie que pudiera corroborar con pruebas fehacientes la culpabilidad de Toke, por desgracia, los miembros del Consejo Bamhña eran personas de tanto peso en la política de Ximantsi, que nadie se atrevía a aceptar las acusaciones de Ndomi y su grupo.

No les quedó de otra más que esperar en el castillo el juicio que sería llevado a cabo pocas semanas después.

En esos días, Banxu se enteró del círculo de protectores y de su rol como encargada de prestar su vientre para el nacimiento de uno de los elegidos. Ella estaba nostálgica y deprimida, no sabía qué pensar por el hecho de que había pasado todo ese dolor sólo para enterarse que esa pequeña no era realmente hija suya. Aun así, tomó muy en serio su papel como madre, amaba a esa pequeña como si fuera suya, después de todo, la había llevado en su vientre por meses.

La alimentaba en la alcoba principal del castillo cuando Ndomi entró con un gesto de resignación.

―¿Ahora qué pasó? ―preguntó Banxu entornando los ojos.

―Que nosotros estamos presos en la isla esperando el juicio, pero resulta que a Toke se le permitió hacer un viaje en altamar ―él dibujó unas comillas en el aire y habló con sarcasmo―, que “para relajar sus nervios”.

―¿Lo dejaron irse? ―dijo Banxu, alterada.

―¿Qué quieres? ―Ndomi encogió los hombros―. El sujeto tiene mucho poder y algo me dice que algunos favores comprados en el consejo.

―Pero… ¿si escapa?

Ndomi no había considerado esa posibilidad, seguramente el consejero se alejaría para poder mover sus influencias y salir del problema o simplemente ocultarse para evitar un juicio, y pronto corroboró sus sospechas.

―¡Ndomi! ―entró Noho con un gesto de gravedad―, ¡tienen que salir de la isla!

―¿Por qué? ¿Qué pasó?

―Toke tiene más influencia en el consejo de lo que creíamos ―dijo Noho―. Por fortuna ellos aún creen que estoy en tu contra y me han dicho parte de los planes.

―¿Qué planes? ―preguntó Ndomi.

―Quieren quitarte a la niña para mantenerla vigilada y pretenden acusarlos a ti y a Banxu de conspiración y herejía.

―¿Herejía? ―chilló Banxu―, pero las leyes sobre herejía fueron derogadas hace siglos.

―La corrupción está carcomiendo a esta república, están buscando retomar algunas solamente para este juicio ―Noho hablaba apretando los dientes por el enfado―, Toke alega que usaron magia negra para derrotar al zuthu.

―¡No hay tiempo! ― Kuamba entró de repente junto con el vidente Thendo.

―He recibido una señal de los espíritus ―dijo el vidente―, el mal intenta aniquilar a los elegidos y a sus protectores. Debemos refugiarnos en la nueva isla, todos. Noho ―se dirigió al arqueólogo―, tú debes quedarte, necesitamos quien nos mantenga informados de lo que aquí ocurre.

―Entiendo. ―Noho intercambió una mirada de tristeza con Kuamba―. Haré los arreglos para que puedan salir en el barco de turismo, les haré creer que lo robaron para ocultarse en la zona continental.

Esa misma tarde, el círculo de protectores estaba en el barco, los animales no dudaron en ayudarles y se ofrecieron a tripular el barco hacia la nueva isla. Ndomi sintió curiosidad, el capitán Nunane parecía tan severo y apegado a los reglamentos que no entendía por qué había decidido ayudarles sin cuestionar nada.

―Usted es único mboho que he conocido que nos trata como un igual, arquitecto, quizá por eso el resto de los suyos no lo aceptará jamás ―le dijo el nogo―, y por eso he decidido ofrecerle mi lealtad, la merece mucho más que el más importante miembro del conse... ―Ode llegó corriendo a la cabina de mando.

―¡Capitán! ―gritó―, ¡barco a la vista!

―¿En este lugar? No es posible, maestre, Los únicos barcos que pueden llegar hasta aquí sin hacerse moronas son este y el… ¡Oh!

Corrieron hasta la proa, en donde en lontananza, entre el brillo del mar color champaña, se veía el barco de investigadores, el mismo que Ndomi y el círculo abordaron para construir la nueva isla.

―Es el barco donde partió el consejero Toke ―dijo el capitán observando desde sus binoculares―. ¿Qué hace aquí?

―El mal busca destruir a los elegidos y sus protectores ―Handi se paró a un lado de ellos, con los ojos entrecerrados― y Toke es su portal. Ndomi, debes detenerlo, o destruirá todo Ximantsi.

―¿Tuviste una visión de...? ―dijo su abuelo―. ¡Oh por los espíritus! ¡Ahora entiendo! El acto de crueldad de Toke con Banxu debe haber atraído otro zuthu. Toke lo sabe, y está buscando ser poseído como lo planeó desde un principio.

En ese momento el cielo comenzó a nublarse. Desde el Made, una sombra negra llegaba a galope.

―¡Desembarquen! ―ordenó Ndomi―, yo iré por Toke. Kuamba, préstame tu báculo.

Banxu y los más ancianos descendieron en botes. El resto simplemente se echaron a nadar hacia la isla mientras Ndomi y la tripulación se fue a toda marcha hacia la nave enemiga.

Pero llegaron muy tarde, en la cubierta del barco de investigadores había una criatura con cuerpo de caballo y cabeza de lagarto, negro brillante y con ojos rojizos. La criatura rio con malevolencia y se levantó con patas temblorosas.




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