Y ahora ¿qué digo? #2

3*** Cálmate.

--¡Oh por Dios, Penny! ¡Eso es fantástico! --gritó Allyson.

Penny sintió el impulso de apartar el teléfono, pero tenía el manos libres así que tuvo que aguantarse.

Su amiga la había llamado treinta y cinco minutos antes pidiéndole todos los pormenores de su cita con Jason, si era que podía llamarle así. Ella le había contado a Allyson cada cosa que había pasado o al menos cada cosa que podía recordar. A ella no le parecía  que fuera ''fantástico'', pero no dijo nada.

--Es obvio, Penny. Le gustas --volvió a chillar Allyson.

--¿Ally, podría, por favor, dejar de gritar? --pidió haciendo una mueca.

--¿Tienes resaca, Penny presumida?

-No, no tengo resaca. No necesito haber tomado para que me moleste el escándalo.

--Al parecer alguien despertó hoy de mal humor.

Penny resopló. No estaba de mal humor y no estaba con resaca, pero no había forma de que se lo explicara a Allyson y ella lo comprendiera.

--Ally, estoy conduciendo, Voy a desayunar con mi madre. Te llamaré cuando vuelva a casa-- anunció.

--De acuerdo. Saluda a Dave de mi parte.

--No pierdas tu tiempo, ni siquiera está en el país --rió Penny.

Su amiga bromeando sobre conquistar a cualquiera de sus hermanos era un chiste que nunca pasaba de moda, sobre todo porque ambas sabían que nunca sucedería. Penny suponía que ahora que Brett estaba en camino de convertirse en papá, todos los esfuerzos de Allyson se concentrarían en incomodar a Dave.

Penny aparcó frente a la casa de sus padres a las 8:20 de la mañana, así que no tenía que correr. Su madre llevaba una muy estricta rutina en su vida y desayunar a las 8:30 cada día era una de ellas. Los días que Penny no tenía que ir a la universidad le gustaba ir y desayunar con ella; en ocasiones sus hermanos también se unían, aunque no creía que sucediera ese día.

Entró en la casa con la llave que aún coacervaba y caminó hasta la terraza de la piscina, donde sabía que encontraría a su madre. Aquel siempre había sido su lugar favorito para desayunar y con el tiempo también se había convertido en el favorito de Penny.

En efecto, la encontró allí  sentada con su habitual taza de té en las manos mientras leía el periódico. Cuando notó su presencia levantó la vista y le sonrió.

--Oh, penny. Justo a tiempo.

--Buenos días, madre. --dijo besándola en ambas mejillas y sentándose frente a ella-- Muero de hambre.

--Puedo notarlo. Marlene vendrá en cualquier momento --anunció su madre-- Cuéntame de ti. ¿Como van las cosas en la facultad? --cuestionó esta mientras cerraba el periódico para prestarle atención.

Cada vez que se reunían su madre le hacía las mismas preguntas, aún así a Penny no le molestaba contarle cada semana lo bien que le estaba yendo. Le contaba sobre sus maestros y sobre las locuras que los ponían a hacer, incluso a veces hablaban sobre Allyson o sus calificaciones. Hablar sobre ese tipo de cosas con ella nunca había sido un problema, su madre era como una amiga más.

Todavía podía recordarla sentada con ella y Allyson en el jardín tomando té imaginario, o consolándola de adolescente cuando se había enamorado de un chico que apenas había notado su existencia.

Incluso cinco meses atrás, cuando había terminado su noviazgo de dos años con Owen, su madre había pasado toda la noche acariciándole el pelo y viéndola gastar tres cajas de servilletas mientras le repetía que era hermosa y que aún le quedaban muchos jóvenes  guapos que conocer. Pensó en Jason Davis y sonrió al pensar que su madre había tenido mucha razón.

--¿Hay alguna razón por la que sonríes de esa forma, Penny? --cuestionó su madre sin intentar ocultar su curiosidad.

--Solo estaba pensando.

--¿En alguien en particular?

--En realidad, si --sonrió-- He conocido a alguien y...

Penny hizo una pausa antes de continuar. Una cosa era no tener secretos con su madre y otra muy distinta era violar la confianza que su hermano había depositado en ella. Si le contaba a su madres sobre Jason tendría que hablarle de Jessica y su relación con Brett.

Ella era consciente de que un hijo no era algo que pudiera ocultarse por mucho tiempo pero cuando había almorzado con él dos días atrás Brett le había pedido que le guardara el secreto hasta que lograra poner toda esa situación en orden y ella no pensaba fallarle.

--¿Y...? --inquirió su madre, evidentemente interesada ante su repentino silencio.

--Bueno... no es nada del otro mundo, en realidad. Lo conocí ayer, no hay mucho que decir.

--Eso no es lo que veo en tus ojitos.

Penny estuvo a punto de refutar las palabras de su madre, pero en ese momento ambas escucharon un gran estruendo en el salón, seguido de un voz muy conocida, pero con un tono furioso que Penny nunca había escuchado.

--¡Quiero hablar con Philip, maldición! Llámalo ahora, no me importa que esté con el presidente.

Su madre se levantó de la mesa apresuradamente derramando se té y Penny la siguió.



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Editado: 23.04.2018

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