Penny no necesitó mucho esfuerzo para ver a Jason aparcado fuera de su edificio. Sonrío y caminó hacia él. Aquellos noventa minutos que habían pasado desde que él la había llamado habían sido una auténtica tortura.
Penny se había duchado, vestido y maquillado pensando en lo que fuera que él quisiera contarle. Se sentía curiosa, él parecía bastante feliz hacía un rato para que pudiera ser una mala noticia, así que sentía relajada al respecto, aunque su curiosidad fuera otra cosa.
Cubrió la distancia hasta el auto, entró y su sonrisa se ensanchó un poco más. Era loco, pero lo había extrañado.
—Hola —dijo tras cerrar la puerta.
Él no respondió, sino que se giró hacia ella con una sonrisa en el rostro y, sin mediar palabra, la besó. Penny no pensaba quejarse, aunque debía admitir que la había tomado por sorpresa. Como ya había dicho anteriormente, con Jason había descubierto que le gustaba, le encantaba ser besada.
—Buenas noches, chica linda. —dijo él, unos segundos después, cuando se apartó, agregó— dijiste que podía besarte cuando quisiera. Sin excusas.
—Y lo sostengo —dijo Penny —¿Dónde vamos? —preguntó, cambiando de tema, para darle a su rostro la oportunidad de volver a su color natural.
Jason puso el auto en marcha y sonrío.
—Ya lo verás. —apuntó.
—Oh no, nada de eso. No vas a llevarme en vilo todo el camino sin saber si me conduces al matadero —replicó con una sonrisa impaciente.
—Bueno... Pensé que tú y yo... nunca habíamos ido a cenar. Creí que tal vez sería una buena idea.
—Suena fantástico. Y... ¿Dónde vamos? —volvió a preguntar.
—Eso sí vas a tener que esperar para saberlo.
Como buena chica, Penny esperó pacientemente los veinte minutos más largos de su vida, sumida en un silencio que no era incomodo, pero si expectante.
Por fortuna, llegaron a un bonito restaurante francés que Penny había escuchado mencionar, pero en el que no había estado antes. Por lo general, la mayoría de sus cenas eran en casa de sus padres, o con Allyson comiendo ensalada y sopa instantánea.
El interior del lugar era aún más impresionante. Una enorme araña de cristal colgaba del techo, iluminando cada elegante esquina de aquel lugar.
Luego de comprobar la reserva, una amable chica los guió hasta su mesa que, debía resaltar, estaba perfectamente ubicada. Parecía que Jason en realidad se había esmerado aquella noche, pensó. Cuando al fin estuvieron solos y ella bromeó al respecto él sonrió.
—Soy un gran tipo cuando me esfuerzo.
—No sé si sentirme alagada porque te estás esforzando u ofendida al enterarme de que no te habías esforzado antes —dijo, pero de todas formas había una enorme sonrisa en sus labios.
Era casi imposible lograr contener su sonrisa cuando estaba en compañía de Jason.
—Permíteme arreglar lo que he dicho —pidió—. Si me había esforzado antes, pero esta noche amerita una dosis doble de esfuerzo —dijo, guiñándole un ojo.
—¿Y ya vas a contarme por qué?— cuestionó Penny con curiosidad.
Justo en ese momento, no cinco minutos antes o después. Justo en ese momento, llegó el camarero con los menús en las manos. Penny intentó sonreír con amabilidad mientras tomaba menú que le ofrecía, pero lo cierto era que, si la volvían a interrumpir de alguna forma, terminaría golpeando a alguien .
—¿Y bien? —preguntó , tan pronto el chico se marchó.
El rostro de Jason lucía una enorme sonrisa. Ella sabía que se reía de su impaciencia, pero no le importaba porque en ese momento lo único que quería en realidad era saber de qué se trataba.
—Estás impaciente ¿Eh?
—¿Qué esperas? No puedes decirme que tienes algo que contarme y luego fingir demencia —dijo—. Vas a hacer que mi cabeza explote.
La sonrisa en el rostro de Jason se hizo más grande, era una sonrisa tan sexy como el resto de él, que casi era capaz de hacerla olvidar el tema que tenían pendiente. Así era, había dicho "casi".
—No quisiera que tu cabeza explotase, pero debo admitir que postergarlo le da dramatismo a esta cena —bromeó.
—Si no me cuentas voy a pincharte con un tenedor, eso sí le dará dramatismo a esta cena. —advirtió.
—De acuerdo, te diré —suspiró, fingiendo estremecerse— ¿Recuerdas cuando nos conocimos y tú...?
—Ya eligieron que cenarán?
Penny levantó la vista hacia el camarero, pero en aquella ocasión no pudo controlar las chispas diabólicas que saltaron de sus ojos, supo que el chico lo había notado por la expresión de terror en su rostro, pero no se sintió culpable. Parecía como si conspirara en su contra.
Ella tomó la carta de las manos de Jason y junto a la suya la pasó al camarero, entornando los ojos.
Editado: 23.04.2018