- ¿Y ha estado asì todo el día?
-De hecho ha sido toda la semana. No quiera salir de la habitación, ni levantarse de la cama... Me preocupa su salud.
Penny escuchò aquellas voces que conocía tan bien y se volvió un ovillo dentro de las sábanas. Quería gritar que dejaran de observarla como si fuera un animal de feria y apagaran las jodidas luces, pero entonces su madre sabría que estaba despierta y la obligaría a levantarse. Al menos debía agradecer que hablaran en susurro.
Entendía que su familia estuviera preocupada por ella, también lo estarìa si cualquiera en casa se comportara de la forma en que lo hacìa, pero no lo necesitaba. Lo único que necesitaba era que su madre la alimentara e ignorara su presencia. Por desgracia eso había sido mucho pedir. Después de cinco días de intentos fallidos por hacerla salir de la cama, su madre había vuelto con artillería pesada: Brett.
-Si me dejas cinco minutos con ella me aseguraré de que baje a cenar -dijo él.
Penny quiso gritarle "inténtalo" pero se contuvo, mientras intentaba seguir fingiendo que estaba dormida.
-¿Vas a despertarla? -cuestionò su madre.
Ella pudo intuir que estaba frunciendo el ceño y deseò que sacara a Brett de allí por una oreja y le prohibiera molestarla, desafortunadamente Penny sabía que eso no iba a suceder.
-No será necesario, créeme. Estará en la mesa dentro de 20 minutos.
Las pocas esperanzas que concervaba de que su madre se negara se desvanecieron cuando escuchò la puerta de la habitación abrirse y cerrarse. Antes de que pudiera procesarlo, las sábanas fueron arrancadas tan repentinamente de si que un grito agudo escapò de sus labios.
-¡¿Estás loco?! Estaba dormida -exclamó.
-Claro que no. Vamos, sal de la cama, debes estar en la mesa dentro de... -hizo una pausa mientras miraba su reloj -18 minutos.
-No puedes hacer eso, edùcate. Pude haber estado desnuda bajo las sábanas.
-En ese caso habría sido un trauma para ambos -estableció- Métete a la ducha, enana, Jessica y su familia llegaràn en cualquier momento.
Penny tomó las sabanas de las manos de su hermano y volvió a cubrir sus ojos con ellas.
-Discúlpame con Jessy, dile que tengo Èbola o algo asì. Cierra la puerta cuando salgas.
Penny escuchó a Brett resoplar. No estaba segura de lograr que su hermano cediera con respecto a ella, él nunca lo hacìa, pero Penny debía jugar las cartas que tenìa a su favor. Si dejaba pasar un poco màs el tiempo, serìa demasiado tarde para arreglarse y asì podría...
-Te quedan 15 minutos, Penny, uno màs y y mismo te llevarè hasta la ducha -la amenazó y ella sabía que era capaz de hacerlo -Nos estás preocupando a todos, mamà està a minutos de llamar a un doctor. Dave tomó el primer vuelo que encontró desde Australia porque mamà le contó que tienes una semana que no te levantas de la cama y ahora debe creer que estás muriendo. Tienes 38 segundos para explicarme que te pasa o acabaràs metida en la ducha con esa horrible pijama antes de que puedas darte cuenta.
Penny rodó los ojos, aunque Brett no podía ver su rostro ella se sintió valiente con aquel gesto privado de rebeldía. Ni loca se atrevería a decirle a Brett que sucedía. Amaba a su hermano, Brett era fantástico, pero no tenìa madera de confidente; contarle sus problemas solo daría paso a solo Dios sabe que situación que Penny no podría controlar.
Brett volvió a tomar las sabanas de su rostro y ya Penny sabía lo que seguía, asì que antes de que el pudiera dar un paso màs, ella se tirò de la cama y alzó los brazos en señal de rendición.
-De acuerdo, està bien, bajarè en quince minutos.
-Trece minutos -señalò, inflexible.
-Perfecto, trece minutos. Puedes irte.
-Te esperarè fuera.
Penny asintió, era obvio que no habría forma de convencerlo de lo contrario. Enfrascarse en una discusión con Brett de por qué debería esperarla con su madre en el salón serìa perder valiosos minutos de los trece que le quedaban para adecentar su horrible aspecto. Y vaya que lo necesitaba.
*
**
***
Penny se mirò al espejo por enésima vez mientras se decía que algo no estaba bien con su aspecto. Por màs que intentara ocultarlo no había mucho que pudiera hacer con una semana completa de desvelos y lagrimas; su vestido amarillo, lo màs apropiado que había encontrado entre sus antiguas cosas, dadas las circunstancias, la hacìa lucir incluso màs pálida de lo que ya estaba, además de que no estaba segura de poder sostenerse sobre sus tacones después de siete días metida en un cama sintiendo compasión de si misma. Había intentado compensar eso con el maquillaje, pero no había podía lograr nada en contra de las enormes ojeras que bordeaban sus ojos. En dos palabras: daba asco.
De todos modos, no había mucho que pudiera hacer. El hecho de no estar satisfecha con su aspecto no serìa una buena excusa que darle a Brett, no había forma en el mundo de que ella le dijera aquello y él no encontrara la forma de persuadiría para bajar o, en su defecto, la llevara a la fuerza.
Editado: 23.04.2018