Brett POV
Brett sintió una suave sacudida mientras dormía. Como si aquello fuera a hacerlo caer nuevamente en el gran sueño que estaba teniendo, cerró los ojos con fuerza y se dio la vuelta; pero unas manos volvieron a sacudirlo.
—Brett... Brett despierta.
Como impulsado por un resorte, sus ojos se abrieron con bastante rapidez. Incluso dormido podía reconocer indudablemente la voz de Jessica y detectar cuando algo no estaba bien.
—¿Sucede algo? —cuestionó alerta.
—No estoy segura. Creo que son contracciones.
Tan rápido como esas palabras fueron captadas por sus oídos Brett se lanzó de la cama e intentó poner su mente en perspectiva. ¡Oh diablos! ¿Por qué justo ahora? Se suponía que faltaban dos semanas.
—Bien... Eh... ¿Qué hago? —preguntó mientras miraba a todos lados de la habitación. Tal vez él también debió de ir con Jessica a esa mierda prenatal. Seguro sabría qué hacer si hubiera asistido.
—Llama a la Doctora Rhodes —musitó ella con los dientes apretados. Resultaba evidente que estaba sufriendo y Brett se sintió como un completo inepto frente a la situación.
Y debía decir que no era para nada un sentimiento alentador. Aun así, tomó su celular de la mesilla de noche y marcó a la Doctora Rhodes. Sintió un profundo alivio cuando, al cuarto timbrazo, ella contestó.
—Doctora Rhodes, habla Brett Henderson... Si, si... sucede que Jessica piensa que... ambos pensamos que... Bueno, es evidente que este bebé nacerá hoy.
Tras aquellas torpes palabras, Brett se empeñó en poner atención y recordar cada instrucción que la mujer le proporcionaba mientas al mismo tiempo intentaba estar pendiente de Jessica y de cómo su rostro se contraía en algunos momentos.
—Vamos, Jessica. Hay que llevarte al hospital.
La ayudó a levantarse de la cama y tomó sus llaves y su teléfono...
—¿No piensas ponerte ropa? —preguntó Jessica entre un jadeo de dolor y otro.
Brett se miró y recordó que aún estaba en pijama, gracias a Dios Jessica se lo había mencionado, porque habría sido bastante vergonzoso llegar al hospital y darse cuenta de que estaba en pijama y descalzo.
—¿Puedes esperar un minuto?
Ella asintió, mientras hacía un gesto de dolor.
Él tomó con rapidez unos vaqueros y se los puso aceleradamente, luego tomó una camiseta.
—Está al revés, Brett.
Brett, le lanzó un vistazo a la camiseta mientras se preguntaba cómo diablos ella era capaz de estar a punto de dar a luz y estar tan pendiente de banalidades. Él solo la miraba y ya estaba al borde de un colapso nervioso, de hecho, creía que sería el primero en lanzar un grito. Era probable que Jessica tuviera que llevarlo a él a urgencias cuando se desmayara.
Se colocó la camiseta correctamente y tomó sus zapatos entre las manos, ya tendría tiempo de ponérselos más tarde, cuando los nervios no estuvieran a punto de asfixiarlo y las manos dejaran de temblarle.
—También trae esos bolsos de ahí —pidió, señalándole una esquina de la habitación donde, efectivamente, había dos enormes bolsos.
¿Qué carajo?! ¿Acaso pensaba mudarse al hospital?
—¿Lista? —le preguntó mientras tomaba los bolsos e intentaba calmarse un poco, era ridículo que Jessica estuviera más centrada que él. —Vamos a tener un bebé hoy —dijo, más para sí mismo que para ella.
La ayudó a bajar las escaleras y a subir en el asiento trasero del auto. Eran al menos 20 minutos hasta el hospital y Brett sintió miedo de no poder llegar a tiempo. Sabía que Jessica dando a luz en su auto en medio de la carretera no sería tan lindo como en las películas.
Un sollozo escapó de los labios de ella y lo hizo mirarla por el retrovisor.
—Ya casi llegamos, no te preocupes cariño, todo estará bien. Lo juro.
—No, nada estará bien a partir de ahora. —contestó ella apretando los labios. Era como si por alguna absurda razón ella se negara rotundamente a gritar.
—¿Qué? ¿Pasa algo? —Inquirió sintiendo el pánico recorrerlo.
Los ojos de Brett iban de forma alterna del camino al espejo retrovisor. Ni siquiera sabía si debía detener el auto y comprobar que estuviera bien o seguir conduciendo y llevarla al hospital, donde sí podían ayudarla.
—Acabo de romper fuente, Brett. Ya no hay marcha atrás —murmuró y Brett vio como una lagrima se deslizaba por sus mejillas.
—Tranquila, cielo. Estaremos en el hospital en ocho minutos y todo estará bien. —repitió.
—No, no estará bien, ni siquiera tenemos nombre. Voy a dar a luz un bebé sin nombre.
Brett sintió ganas de reír, pero se contuvo. No haberse puesto de acuerdo con el nombre no era el mayor de sus problemas en ese momento, al menos no para él, evidentemente para Jessica aquello era muy importante.
Editado: 24.04.2018