Y ahora ¿qué más? #3

9*** Los odio a todos, Nazis.

Jessica miró la pila de cajas frente a ella mientas pensaba que todavía tenía tiempo de darse la vuelta y dejarlo allí. No sería la primera vez que bajaba al sótano con la intención de revisar aquellas cajas y al final se marchaba sin siquiera mirar. 

Se supone que ella debía de haberlas revisado antes de mudarse, para evitar cargar basura innecesaria a la casa nueva, pero como Brett se había negado a pasar todo un día revisando cajas y ella estaba demasiado embarazada en ese momento, había tenido que llevarlas consigo. 

Por un momento había pensado en tirarlas todas a la basura, después de todo, Brett le dijo que llevaban años arrumbadas sin que nadie las abriera, así que lo que fuera que hubiera allí no podía ser de mucho valor; pero Erin le había contado que aquellas cajas estaban la mayoría de los recuerdos universitarios de Brett y a Jess le había picado la curiosidad. Durante los meses que habían pasado ella había intentado poner en orden el contenido de aquellas cajas, pero era difícil poder ocuparse de un sótano con una bebé recién nacida en brazos. 

Ese día, sin embargo, era el mejor para aquello, porque du madre de había empeñado en llevarse a Bree a su casa por alguna razón que Jessica no podía comprender. Habían sido cinco largos días de discusión, pero al final si madre de había salido con la suya. Dos horas atrás había salido de allí con Bree en un brazo, la pañalera en otro y una enorme sonrisa que Jess no podía comprender, en los labios. 

Ese día Jessica no tenía excusa para no encargarse de las cajas, así que ahí estaba, con una fea camiseta que su abuelo le había regalado unos meses antes de morir que decía "Los odio a todos, Nazis" y un pantalón corto que de seguro tendría que tirar a la basura después de aquella excursión a villa polvo. Arriba, en el salón, se escuchaba a todo volumen la canción que escuchaba cuando hacía lo que para ella era trabajo pesado. "Get busy" de Sean Paul. Que en ese momento para ella soñaba como: saca caja, abre caja, mira caja, vota caja. 

Se armó de valor y tomó la primera, pesaba como si hubiera uña cuerpo humano descuartizado ahí dentro, pero al abrirla solo encontrón un montón de películas en VHS. Eran al menos tres docenas de películas polvorientas. Jess no pudo evitar reír a carcajadas. 

Tomó su teléfono y tras marcar a Brett y ponerlo en alta voz, lo colocó en una silla junto a ella justo cuando Brett contestaba la llamada. 

—Espero que hayas comenzado a tener un ataque de pánico porque tu mamá se llevó a Bree —dijo, Jess podía escucharlo sonreír. 

—No, solo tengo una pregunta —respondió ella mientras sacaba una de las películas y leía una etiqueta en la que decía "Película oriental. Muy mala, pero muy graciosa" Eso definitivamente lo había escrito el. —¿Si encuentro una cápsula del tiempo con películas orientales malas, pero graciosas, la tiro a basura o a un museo? 

—¿En serio encontraste eso? —preguntó él, riendo a carcajadas— Creí mi compañero Jimmy se había quedado con ellas. 

—Si te hubieras dignado en abrir estas cajas al menos medio siglo atrás, lo sabrías. —Se burló—Pero ahora no te sirven de nada porque necesitas viajar en el tiempo para conseguir un reproductor de estos. 

—¿Qué más has encontrado? —cuestionó. 

—Estoy abriendo la segunda de las cajas. Esta tiene... Más cintas ¿En serio, Brett? ¿No tenías vida social? 

—Ese debe ser el porno —dijo. 

—Por Dios, dime que estás bromeando —exclamó— Aghgg... No estás bromeando. ¿Pechos industriales? ¿Es en serio? 

—Esa es buena, chicas con grandes pechos que... 

—¡No quiero saberlo, Brett! —Chilló— Jovencito, eras un pervertido. 

—Tenía 19 y era un pobre chico solo en la universidad —se defendió él. 

Jess hizo un gesto de fingida decepción, pero luego recordó que él no podía verla. 

—¿Quieres quedarte en línea y decirme que tirar y que conservar? —preguntó tomando la tercera caja y poniendo las otras a un lado. 

—No. Aunque no me creas, tengo cosas que hacer. Por mí puedes tirarlas todas a la basura. 

—¿Y perder la oportunidad de fisgonear en tu perversión? ¡Ni loca! 

—Bien, entonces conserva lo que quieras y si estás muy insegura puedes llamarme y preguntar. ¿De acuerdo? 

Jess se detuvo unos segundos, lanzó una mirada al móvil sobre la silla con una sonrisa en el rostro. 

—Estas tratándome como a una niña —se quejó. 

—¿Cómo crees? Solo lo hago divertido. Debo dejarte, Dave quiere hablar sobre algo—dijo—. Te amo. 

—Awww ¡Qué lindo! —se burló Jess. 



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En el texto hay: peligro, bebe, madre

Editado: 24.04.2018

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