Y ahora ¿qué más? #3

12*** El viejo gruñón que eres por dentro.

 

 

Tal como había prometido, Jessica llamó a Dave a primera hora en la mañana para decirle formalmente que renunciaba. Él no pidió muchos detalles, ella tampoco se las dio. Intentó ser cortés de la misma forma en que Jess intentó no mandarlo a la mierda cada vez que se acordaba de Paige. El resultado había sido la llamada de quince minutos más hipócrita que ella alguna vez había tenido. 

Brett no había disimulado en ningún momento su descontento con la decisión que había tomado, pero no había dicho nada al respecto y eso era algo que debía agradecer. 

Hasta el momento en que lo había dicho, Jess nunca se había planteado la idea de dejar su empleo, pero en ese momento se sentía como si hubieran retirado un enorme bloque de concreto de sus hombros. Contrario a lo que había pensado que pasaría si se quedaba sin trabajo, Jess se sentía tranquila, relajada. Mientras miraba su tercera página web de empleos, tenía una enorme sonrisa en los labios, como si tuviera mucho de donde elegir, aunque en realidad no era así. Lamentablemente, no habían muchas opciones para una adolescente con pocos conocimientos profesionales, sin estudios universitarios y con muy poca experiencia como ella. 

De todos modos, Jess no perdería la paciencia ni la esperanza. Sabía que en algún lugar del internet había un empleo esperando por ella. Mientras Bree siguiera dormida en sus piernas y Brett continuará intentando fingir que lo que ella hacía no le importaba porque estaba muy concentrado en lo que fuera que estuviese leyendo, todo estaría bien. 

—Aquí no hay nada para mí, pero tal vez en la próxima... —susurró para sí misma, mientras cerraba ese portal de empleo e iba por su cuarto intento. 

Sabía que, detrás de ella Brett levantaba la vista hacia ella con disimulo, así que hacía todo lo posible por no mirarlo. Lo conocía demasiado bien como para saber que en algún momento diría algo, Brett no podía estarse callado durante mucho tiempo. 

En la cuarta web de empleos obtuvo los mismos resultados que con las otras tres: nada. Pero no perdía su optimismo, para ese momento preparar café expreso en una cafetería en el centro ya no le parecía tan mala idea. 

La pobre Bree que se había quedado dormida sobre sus piernas, ahora había despertado y no parecía para nada dispuesta a permanecer calmada sobre sus muslos mientras ella gastaba otras dos horas de su vida en buscar un empleo que cada minuto le hacía perder más las esperanzas. 

Brett se levantó de la cama y tomó a la niña en sus brazos, dándole a Jess esa de mira de "Mira en lo que te has convertido" que a Jessica solo pudo causarle gracia. 

—Para la próxima ocasión en la que tenga que buscar empleo, te compraré anteojos y una revista de National Geographic. Así puedes apartar la vista de tu revista, mirarme sobre tus espejuelos y lucir por fuera como el viejo gruñón que eres por dentro. 

—Si. Mientras tú sigues aquí jugando a la comediante y buscando un empleo que no necesitas, yo iré a darle de comer a Bree —dijo Brett. 

—Necesito el empleo —le corrigió Jess, sin molestarse en mirarlo—. Renuncié esta mañana ¿Lo recuerdas? 

—Eso es una tonta excusa. Sabes que puedes volver, Dave creería que fue un episodio de... ¡Qué se yo! Depresión postparto, y no le importaría devolverte tu puesto. 

—Dave es un cabrón estúpido y no quiero que crea ni me devuelva nada. ¿Puedes entender eso? ¿O tengo que decírtelo en braille? 

Obviamente las cosas entre ella y Brett no eran un camino de rosas después de la discusión del día anterior. Jess no estaba enojada con él, pero estaba enojada con el mundo y él estaba en el mundo, así que algo le tocaba. Brett por su parte, estaba algo molesto por su determinación de irse de la empresa, pero mientras no intentara hacerla cambiar de opinión Jess estaría bien con eso. 

Lo que más le molestaba a Jessica era no poder comprenderse a sí misma y a la naturaleza de su enojo. Sabía que Brett no la engañaba, menos con Paige, pero igual le molestaba haber sido la última en enterarse, le molestaba que fueran a estar juntos y solos cada día, le molestaba sentir que de alguna forma había dejado ganar a Dave y, sobre todo, le molestaba estar celosa de todos modos. 

Brett se marchó con Bree en brazos y no había que ser muy inteligente para saber que estaba huyendo de su mal humor ¿Quién lo diría? Brett huyendo de su mal humor. 

Pasaron al menos cuarenta minutos en los que Jessica continuó revisando portales de empleo sin obtener ningún resultado satisfactorio. 

¿Por qué Brett tardaba tanto ahí abajo? Se levantó del sillón y bajo las escaleras mientras intentaba recuperar la sensibilidad en las nalgas. 

Lo encontró hablando por teléfono en la cocina, mientras intentaba poner el biberón en la boca de la pobre Bree con la única mano que le quedaba. 

—Has tardado— dijo Jess cuando finalizó la llamada, tomando a Bree de sus brazos para que él pudiera poner el teléfono en su lugar. 



#1290 en Novela romántica
#441 en Chick lit
#490 en Otros
#172 en Humor

En el texto hay: peligro, bebe, madre

Editado: 24.04.2018

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.