Y ahora ¿qué más? #3

16*** El auto dorado.

—Adiós, Luise, namasté. 

Jess escuchó a Allyson despedirse de otra chica. Tal vez aquella fuera la numero ocho, o nueve. ¿Cuánta gente podía saludar esa chica sin cansarse? 

—Allyson ¿Nos vamos? 

—Por supuesto —respondió, con una enorme sonrisa, por fin traspasando las puertas del estudio de yoga—. Luces estresada, tal vez deberías tomar otra clase a la semana. 

''Tal vez debería ir donde no estés tu''. Pensó Jess. 

Jessica no quería ser grosera con Allyson, la chica era agradable, tal vez demasiado para su gusto, pero agradable al fin. Ella sabía que, si hubiera conocido a Allyson George en cualquier otro lugar, tal vez nunca hubieran pasado de un saludo, así que se alegraba de que Penny las hubiera presentado, aunque la mitad del tiempo estuviera pensando en formar legales de hacerla callar. 

—Allyson, ¿En serio tienes que despedirte de todas una a una? —preguntó, caminando con ella hasta el auto. 

—Tal vez deberías intentarlo tú también, lo de ser agradable. 

—Yo soy agradable, solo no veo la necesidad de decir adiós Emilie, adiós Lynne, adiós Jenny, adiós Sarah, adiós Luise... 

—Ya, lo capto, es suficiente. Me mareas. ¿Qué tal si vamos por un Green tea en pago por hacerte esperar? 

— ¿Por qué no mejor un café? —preguntó, intentando disimular una mueca de asco. 

—Luego no te quejes de la celulitis... 

—Un Green tea está bien para mí— la interrumpió. 

—Eso pensé —Dijo Allyson, conduciendo hacia la cafetería. 

Genial, ahora Allyson había logrado que cada vez que viera una taza de café pensara en celulitis. 

 

 

Jess miró a Lucy y le sonrió ampliamente, hacía tanto tiempo que no la veía. La chica también le dedicó una gran sonrisa. Jessica se fijó en que había alguien más junto a ella, una chica que ella nunca antes había visto, al menos Lucy no se había quedado sola en recepción. 

— ¡Jess! ¡Qué alegría verte! —exclamó mientras la abrazaba —. Fue toda una sorpresa que no volvieras hace dos semanas. 

—Sí. Ha sido toda una locura. Ya sabes... 

— ¿Quieres que le avise a Brett que estás aquí? —le preguntó, sonriente. 

—No, es una sorpresa. Me dijo que no tendría tiempo de salir a comer hoy, así que le traje algo —explicó. 

—Bien, entonces ya te veré—se despidió Lucy, mientras Jess entraba en el ascensor. 

La verdad era que Jess extrañaba un poco aquel lugar. Es decir, había estado trabajando allí casi un año y era inevitable no acostumbrarse al lugar y a las personas en aquel tiempo. Y aunque en las semanas que llevaba en T&H habían sido buenas, todavía no lograba acostumbrarse del todo al ambiente. 

Salió del ascensor en el piso 10 y caminó hacia la oficina de Sandra, no quería encontrarte con Dave, pero tampoco sería capaz de ir a la empresa y no pasar a saludar a su amiga. 

—Hola —saludó desde el umbral, aunque pareció más un susurro que cualquier otra cosa. 

—Jessica ¿Qué haces aquí? —Le sonrió Sandra — ¿Por qué susurras? 

— ¿Dave está aquí? —le cuestionó en otro susurro. 

— ¿Qué? ¿Por qué susurras? Entra. 

—Te pregunto que si Dave está aquí —repitió. 

Sandra hizo una mueca de no haber entendido nada. Jess se preguntó por qué no le había preguntado a Lucy, se habría inventado una buena excusa para explicar el porqué de su pregunta. 

— ¡¿Que si Dave está ahí, maldición?! 

Su amiga abrió los ojos muy grandes al mismo tiempo que Jess escuchaba aquella voz detrás de sí. 

—De hecho, estoy aquí atrás. Podrás verme si das la vuelta. 

Volvió a maldecir, pero esa vez en silencio, luego se giró hacia Dave, intentando lucir calmada, aunque sabía que no iba a lograrlo ni con dos años de práctica. 

—Hola, señor... eh... Dave —ahora que él ya no era su jefe, no había razón para llamarle señor, pero aún le costaba acostumbrarse. 

—Hola, Jessica. ¿Qué te trae por aquí? 

—Yo... Hmm... Vine a traerle algo a Brett —contestó. 

— ¿Y te escondes por...? 

Jess miró a Sandra, pidiéndole ayuda, pero su amiga la ignoró. Ya se la pagaría. 

—No me oculto, solo... pasé a saludar —dijo con una falsa sonrisa —Hola. 

Lo que en realidad quería era arrancarle todos y cada uno de sus dientes de ese horrible rosto y luego golpearlo con su sándwich de pavo, pero se contuvo. 



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En el texto hay: peligro, bebe, madre

Editado: 24.04.2018

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