Jessica escuchó la puerta cerrarse de golpe detrás de ella, ni siquiera le importó ser la responsable; su cerebro solo era capaz de pensar en una sola cosa en ese momento: ¿Por qué Brett la hacía volver a la casa de esa forma tan turbadora?
En el salón Brett estaba sentado en el sofá con Mike frente a él, parecían estar revisando algunos documentos con tanta concentración que solo Bree fue quien notó su presencia. La pobre pequeña parecía haber sido olvidada por su padre y estaba tirada en el suelo mientras chupaba un muñeco de goma e intentaba alcanzar su pie derecho, tal vez para llevarlo también a su boca.
La parte paranoica de Jess respiró profundo al ver que no parecía estar sucediendo nada grave en casa, Bree lucía mejor que nunca, levantó la vista hacia ella y soltó un grito de emoción al verla. Dejó de lado el horripilante muñeco de goma que hasta solo un segundo atrás había estado intentado tragarse y comenzó a gatear en su dirección. Jessica le sonrió y acortó la distancia entre ambas para tomarla en brazos; solo entonces Brett notó su presencia.
No sonrió al verla, pero suspiró y el gesto despertó las alarmas de Jess, era como si lo aliviara ver que estaba en casa. Algo pasaba.
—Por fin estás en casa —dijo él, poniéndose de pie.
—¿Pasa algo? —cuestionó.
Bree intentaba desprender un mechón de su cabello por puro deporte mientras Jess se sentía más angustia de lo que recordaba haberlo estado jamás. La cara de Brett no ayudaba mucho, a decir verdad y la de Mike no era mejor. Lo peor era que a Jessica no se le ocurría que podía estar pasando y nadie en esa habitación parecía tener prisa por contarle.
—Tenemos que hablar —anunció Brett, detrás de él Mike se puso de pie.
—Voy a ir con Russell, tal vez podamos investigar algo más.
El hombre salió de la casa sin decir ni una sola palabra más, dejándolos solos. Los nervios de Jess iban gradualmente en ascenso y amenazaban con hacer explotar su cabeza en cualquier momento.
—¿Vas a decirme que sucede?
Brett le señaló una caja que se encontraba sobre una mesilla y en la que Jessica no se había fijado hasta el momento. No era nada fuera de lo común, una caja de color azul con un enorme lazo dorado encima. No había nada en aquella caja que la hiciera pensar que había algo mal con ella, salvo, tal vez, el hecho de recibir un regalo mes y medio antes de la boda.
» ¿Qué pasa con la caja?
La verdad es que no tenía tiempo para el suspense. Si esa caja era la culpable de que un día que estaba siendo tan agradable terminara con ella sintiendo su corazón latir en su cabeza mientras aguardaba por una explicación, entonces quería saberlo ya.
—Llegó esta mañana por correo —explicó mientras tomaba la caja y se la extendía.
Por un momento Jess temió que hubiera una granada o una serpiente de cascabel ahí dentro, pero luego se dio cachetadas mentales y se exigió ser lógica y dejar de pensar ese tipo de estupideces. Abrió la misteriosa caja y el contenido del interior parecía tan inofensivo que le dieron ganas de reír: una nota escrita a máquina y un grupo de fotos.
Solo que al meter la mano y sacar la primera de las fotos, la familiar sensación de su corazón latiendo contra su cráneo volvió con mucha más fuerza. Era una foto de ella, tal vez de uno o dos meses atrás, ni siquiera podía recordarlo en ese momento, pero si podía notar que había sido tomada a través del cristal de un auto mientras dejaba a Bree en casa de su madre.
Intentó respirar profundo y no permitir que ningún ruido escapara de sus labios. Tomó la segunda de las fotos, era evidente que la habían tomado de igual forma, pero en esta ocasión mientras caminaba con Dan después ir por cafés, esta era más reciente y Jess se preguntó cómo era posible que ni ella ni Russell hubieran notado que había por ahí algún demente tomándole fotos.
Las manos comenzaron a temblarle y sintió ganas de vomitar, pero se contuvo y dejó la foto dentro de la caja, no necesitaba ver nada más. Si había algo más perturbador se desmayaría; sin embargo, por inercia llevó la mano hasta la nota. Tenía que ver lo que decía. Por unos segundos solo pudo ser consciente de la línea de tinta negra sobre el papel blanco. Las diminutas manos de Bree golpeando contra su rostro ni siquiera las sentía, cuando las líneas se transformaron en letras y éstas en palabras entonces el golpeteo en su cabeza cambio por un zumbido.
"No me olvides, aun esto cerca"
¿Era en serio? Porque si no era así alguien tenía que decir al quien fuera aquel enfermo que había dejado de ser divertido.
Dejó el maldito trozo de papel dentro de la caja e instintivamente estrechó a Bree contra ella. ¡Joder! ¿Qué mierda estaba pasando? Brett continuaba de pie frente a ella, imaginaba que esperaba que dijera algo, pero a Jess no se le ocurría nada que decir, solo podía temblar y apretar los ojos con fuerza.
Editado: 24.04.2018