Y ahora ¿qué más? #3

36*** No hay nadie ahí dentro.

Brett POV

Brett miró su reloj y luego, como si necesitara confirmación, su celular. Se suponía que Jessica volvía a la casa sobre las seis, la última vez que habían hablado ella no parecía tener intención de cambiar alguno de sus planes, así que saber qué hacía más de dos horas que había pasado por Bree a casa de su madre y el hecho de no poder localizarla ni a ella ni a Russell en el celular le ponía los nervios de punta.

Como última opción había echado un vistazo al rastreador del auto y este le decía que seguía estando en el aparcamiento de su trabajo, lo cual lo ponía de peor humor. Estaba preocupado y tendría una crisis nerviosa si Jessica no atravesaba esa puerta o al menos le contestaba las llamadas en los próximos cinco minutos.

Para intentar calmarse fue hasta la cocina y busco algo que comer, pero no había nada que llamara su atención. No creía poder hacer nada que lo distrajera hasta que no supiera por qué, casi a las nueve de la noche, Jessica no daba señales de vida.

Se le ocurrió llamar a Penny, en aquellos últimos meses ellas parecían haber vuelto mejores amigas, sobre todo con los preparativos de la boda que parecía estar a la vuelta de la esquina. Cinco semanas parecían ser muy poco tiempo para todo lo que se necesitaba, incluso cuando Jessica, su hermana y la planeadora daban la impresión de pasar todo el día haciendo alguna cosa sobre ella.

Penny no tardó mucho en contestar y casi de inmediato Brett pudo escuchar el escándalo. No tenía idea de dónde andaba metida Penny, pero quería saber cómo soportaba aquel ruido.

—¿Alò? ¿Alò? ¿Brett, estás ahí? —gritó su hermana —¿Por qué llamas? ¿Pasa algo?

Brett abrió la boca para pedirle que por lo menos bajara el tono de voz, pero entonces escuchó un sonido que lo desconcertó.

—¿Eso es un perro? ¿Penny, donde estás metida?

—Estoy en casa ¿Qué quieres? —canturreó ella, era evidente que tenía prisas en finalizar la llamada.

—No se aceptan animales en tu edificio —remarcó, apretándose el puente de la nariz. Eso lo sabía mejor que nadie, porque había vivido allí y había sido uno de los más felices cuando la política de "Cero animales" se había implementado.

—Sí, bueno... es que acabo de mudarme —dijo, como si tal cosa —Y el perro es Benicio, Jason me lo regaló y es una cosa hermosa y adorable y...—comenzó a decir, como si hablara con un bebé, lo que le dio a entender a Brett que le hablaba al animal.

—Ya hablaremos después de todas las incoherencias que estás diciendo. ¿Jessica está contigo y con... Benicio? —preguntó de mala gana.

—No he sabido de Jessy en todo el día. Hablamos ayer sobre ir el fin de semana con Elise a lo de la degustación del menú —comentó —. Por cierto, Brett ¿Ya terminaste con tus votos? ¿Y ya fuiste a lo de tu traje?

—No y no —respondió impaciente. No quería hablar sobre la boda con Penny, porque sabía que esa sería una conversación que se alargaría una eternidad. Quería saber dónde estaba Jessica.

—¿Por qué no?

—Porque estoy ocupado, Penny. Te llamaré después.

—¿Ocupado en qué cosa? —inquirió ella, como si no hubiera escuchado sus últimas palabras.

"En nada. Solo intentando encontrar a la demente que pone notas y fotos de Jessica por todos lados antes de que cosas peores sucedan. Perdón si el puto traje es más importante que eso."

Afortunadamente esas palabras no salieron de su cabeza. Penny no tenía la culpa de nada, ni siquiera de no saber lo que sucedía. Jessica había sido quien había tomado la decisión de mantenerlo en secreto, con el argumento de que no tenía sentido preocupar a la familia con algo que podía no ser más que una broma. Parecía reacia a creer que en realidad estaba en peligro, pero Brett sabía que en el fondo solo estaba demasiado asustada para aceptarlo.

En la cabeza de Jessica, mientras no reconociera el peligro como tal, no se hacía efectivo. Creía que mientras negara la seriedad de la situación todo se mantendría tal como antes, pero a él no lo engañaba tan fácilmente; la sentía dando vueltas en la cama toda la noche, levantarse en repetidas ocasiones para ir hasta la habitación de Bree, aunque tenía el monitor justo al lado y en las mañanas, también podía ver las ojeras en su rostro.

Si no hacía ningún comentario era porque sabía que ella encontraría la forma de negarlo y luego terminaría enojada sin que ninguno de los dos supiera exactamente por qué, pero eso no quería decir que no fuera consciente de que todo aquel lio le estaba afectando mucho más de lo que estaba dispuesta a aceptar, incluso para sí misma.

—¡Brett! —le llamó Penny— estoy hablándote.

—Solo estoy algo ocupado, te prometo que iré el lunes —respondió, sin prestar mucha atención a sus propias palabras —Te veré después.



#1450 en Novela romántica
#498 en Chick lit
#550 en Otros
#193 en Humor

En el texto hay: peligro, bebe, madre

Editado: 24.04.2018

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.