Y ahora ¿qué más? #3

41*** Gracias a Henrry

Si le preguntaban, Jessica podía jurar que no se había quedado dormida, ni siquiera podía recordarse cerrando los ojos, sin embargo, cuando un ruido sordo inundó el lugar y la hizo dar un respingo, Jess sintió como si hubiera aparecido allí de repente.

Tan pronto como su cerebro en reservas le permitió, se puso alerta. Continuaba sola en el oscuro sótano que, de forma extraña y espeluznante parecía aún más sombrío que la última vez que le había prestado atención.

Miró a todos lados buscando el sonido que la había arrancado de su incompresible estado de semi inconciencia, pero no encontró nada. Y eso era extraño, porque ya había comprobado en el tiempo que llevaba encerrada en ese maldito lugar –fuera cuanto fuera- que no podía escuchar nada del exterior en cuanto las puertas se cerraban y era por completo capaz de ver las puertas cerradas pese a la oscuridad, así que solo le quedaban dos opciones: o el ruido provenía del interior, o había sido demasiado fuerte, tanto que lo había escuchado en aquel mugroso agujero.

Se quedó tan tranquila como pudo, lo cual fue sorprendentemente difícil porque, aunque estaba débil y atada contra una silla que no podía mover, estaba asusta y tenía mucho frio -y no estaba segura de cuál de esas dos razones ayudaban a que le castañearan los dientes- no podía parar de temblar.

De todos modos, lo intentó y no pudo ser consciente de cuánto tiempo pasó esperando a que el sonido se repitiera, pero no sucedió y Jess comenzó a temer que, tras algunos pocos días metida en ese lugar hubiera comenzado a perder la cabeza.

Frente a la inquietud que le provocaba la idea de que volverla loca fuera, precisamente, el plan de Miranda, intentó pensar en cosas que la mantuviera anclada a la realidad.

Pensó en Russell y se preguntó que estaría pasando con él. ¿Estaría bien o no? Y en el caso de estar bien, ¿Estaría con Brett intentando encontrarla? Sabía que Brett la buscaba, de eso no tenía dudas y le dolía el pecho solo de imaginarse la angustia que debía estar experimentando.

Para esos momentos, ocultarle a su familia que estaba desaparecida debía ser imposible, en el caso remoto de que Brett lo hubiera intentado. Así que era muy probable que el caos dramático de los Davis ya se hubiera desatado.

Se preguntó qué estaría pasando en su familia. Su madre debería estar al borde de un ataque. Jason seguro estaba buscando a quien matar y la energía de su padre debería estar invertida en fingir que lo tenía todo bajo control, aunque en el fondo estuviera enloqueciendo.

Pensó en Penny y se preguntó en que estaría pensando. La idea de que era posible que no estuviera viva para el día de su boda la tomó de repente y le dejó un mal sabor de boca.

Contuvo una amarga carcajada al recordar las palabras de Brett cuando habían discutido por primera vez la opción de un guardaespaldas; "No quiero tener que cancelar mi segunda boda en un año porque mi prometida desapareció".

¿Y qué haría si su prometida moría?

Se preguntó qué harían cuando llegara el día de su boda y ella no apareciera. Para ese momento ¿Ya la habrían encontrado? ¿Estaría muerta, siquiera? Miranda dijo que la tendría encerrada hasta que le rogara morir, pero ¿Cuánto tiempo sería eso?

¿Tendría la oportunidad de escapar en el tiempo que pasara allí? O, mejor dicho, ¿Quería escapar? ¿Quería volver a casa y decirle a Brett que no tenía ni idea de dónde estaba su hija? ¿Qué no había sido capaz de protegerla?

Se negó a pensar en las horribles palabras que Miranda le había dicho. Su bebé estaría bien. Aunque la parte aun racional de su cerebro repetía sin cesar que Miranda Graham estaba loca y que ya había comprobado más de una vez hasta donde podía llegar, pero Jessica no se permitiría caer en el pesimismo.

El sonido que la había puesto en alerta unos minutos atrás se repitió y Jess se quedó quieta esperando que volviera a escucharse, sin embargo, en lugar de eso la puerta se abrió y una Miranda con cara de perturbada bajó los pocos escalones casi a la carrera.

Llevaba puesto el mismo abrigo enorme del día en que la había llevado allí, sobre lo que parecía un pijama, y pese a lo escalofriante de la situación, Jess no pudo evitar pensar que estaba viendo a Miranda en pijama y aun así lucía perfecta.

—Nos vamos —jadeó mientras se acercaba.

Jess necesitó unos segundos para procesar esas palabras, tanto que, cuando logró comprenderlas Miranda se encontraba junto a ella con unas pequeñas pinzas en las manos.

» No tenemos mucho tiempo, Jessica, voy a usar esto para soltarte las manos un segundo —dijo sacudiendo las pinzas en su rostro —y luego esto para volver a atarlas —agregó mostrándoles más de las condenadas cintas de plástico infernal. Lucían demasiado frágiles para lo fuerte y dolorosas que eran—. Si intentas alguna estupidez tendrás una bala en la cabeza antes de poder levantarte. ¿Entendido?



#1287 en Novela romántica
#444 en Chick lit
#485 en Otros
#169 en Humor

En el texto hay: peligro, bebe, madre

Editado: 24.04.2018

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.