Y ahora ¿qué más? #3

48*** Dont stop me now.

Jess apretó su agarre sobre el brazo de su padre justo en el momento en el que la música comenzó a sonar en el interior de la iglesia. La melodía suave inició y eso fue suficiente para que su estómago diera un vuelco, para bien o para mal no tuvo mucho tiempo para regodearse en su inquietud, porque Elise le dio la señal y en el interior de la iglesia se escuchó el sonido de unas trompetas.

¡Por Dios! La música le recordó una escena de Shrek, así que cuando las puertas se abrieron ella estaba apretando los labios para contener la risa.

Su padre le miró un segundo, mientras la música de las trompetas cesaba y de pronto, se empezaba a escuchar la música de unos violines, seguidos de la voz más dulce que Jess había escuchado jamás. Ella conocía la canción, Penny la había hecho escuchar Caro mio ben un millón de veces en la última semana, para que se familiarizara con la música de su marcha nupcial.

Pero el instrumental original no podía compararse con lo que estaba escuchando ahora.

—¿Estás lista, Jessy? —preguntó su padre en un susurro.

—Lo estoy —. Jess se sorprendió al darse cuenta de que en esas palabras había más seguridad de la que creía sentir. Aunque sabía que era cierto, ella estaba lista para casarse, estaba segura de querer hacerlo.

—Vamos, Jessica, es el momento —interrumpió Elise, arreglándole un poco el bajo del vestido.

Entonces Jess comenzó a avanzar del brazo de su padre y cuando sus ojos se encontraron con los de Brett a algunos metros de distancia, ya no pudo dejar de mirarlo. Todo lo demás que había dentro de aquella iglesia dejó de existir mientras caminaba hacia el altar, una sonrisa boba se dibujó en sus labios y Jessica tuvo la impresión de que ya no se iría. Seguía nerviosa, pero ahora su inquietud había pasado a un segundo plano.

El tiempo que trascurrió hasta que ella y su padre le pareció lento, se dio cuenta de lo mucho que había extrañado a Brett, y no terminaba de decidir si eso era gracioso o absurdo, solo había sido una noche y algunas horas, pero de todos modos en la única cosa en la que pudo pensar mientras avanzaba era en poder estar cerca de él.

Cuando, tras los segundos más largos de su vida, se encontró por fin frente a Brett su corazón volvió a dar violentas sacudidas, se miraron a los ojos. Los de Brett estaban rojos y Jess le lanzó una sonrisa, hubiera hecho alguna broma al respecto si sus ojos no hubieran elegido ese momento para llenarse de lágrimas. Como se había vuelto costumbre en aquel día, respiró profundo, haciendo un intento por no llorar.

Su padre colocó su mano sobre la de Brett, tal cual les habían dicho la noche anterior y se inclinó un poco hacia él.

—Mas te vale comportarte y ser el esposo perfecto, sino voy a cortarte la cabeza y a usarla de recipiente para tus pelotas —le susurró, con una sonrisa en el rostro. Cualquiera pensaría que estaba felicitándolos, o diciendo las cosas que los padres normales decían al entregar su hija al altar.

Jess se alegró de que nadie más pudiera escucharlo y de que, tras esas palabras, su padre fuera a ocupar su lugar con la mejor de sus sonrisas.

—Cuando te vi entrar se me ocurrieron un montón de cosas que decirte, pero las palabras de tu padre me hicieron olvidarlo todo —masculló Brett, ayudándola a retomar el camino hacia el altar.

Se esforzó por contener una carcajada, pero no lo logró.

—¿Intentas cambiar de tema para que no mencione que casi te pones a llorar? —bromeó, aunque ella no era la más indicada, tomando en cuenta que había estado a punto de hacer lo mismo solo unos segundos atrás.

—¿Llorar? ¡Claro que no! Es solo que este lugar es muy antiguo, creo que alguna cosa me cayó en el ojo.

—Por supuesto —dijo Jess, dejándole entender que no le creía ni un poco.

—¿Crees que podría saltarme unos cuantos pasos y besaste ahora? —preguntó, mientras se detenían frente al altar.

—No creo que sea una buena idea —respondió, aunque sabía que si le hubiera preguntado si quería que la besara, la respuesta habría sido otra, sin importar que fuera o no buena idea.

Se detuvieron frente al sacerdote. Jess le lanzó una mirada a Brett un segundo mientras el anciano barbudo frente a ellos decía las palabras de recibimiento. Sus ojos volvían a estar rojos, Jess se acercó un poco a él, para poder susurrarle al oído.

—Te amo.

Él la miró un segundo antes de inclinarse hacia ella y depositar un suave beso en sus labios. La sonrisa de Jessica se ensanchó sin importarle la breve mirada del sacerdote.

Queridos hermanos que hoy acompañáis a Jessica y Brett en la celebración de su matrimonio en el señor, sed bienvenidos...

Miró a Brett de soslayo y encontró sus ojos fijos en ella, sonrió y volvió a enfocarse en el sacerdote que oficiaba la ceremonia preparándose para una hora que sería muy larga, pero también la más dulce de su vida.

***

Jess escuchó el fuerte aplauso desde el momento en el que ella y Brett pusieron un pie en el interior del Jardín de Erin. Estaba orgullosa de poder decir que sus nervios habían desaparecido casi por completo, sin ninguna duda era gracias a su mano entrelazada con la de Brett. Tal vez una pequeña parte se debiera también al hecho de no llevar ya el pesado vestido de la ceremonia. Este era más de su estilo; era un traje en encaje, de corte sirena y escote en forma de corazón. Llevaba la espalda al descubierto y no tenía mangas así que Jess podía moverse sin sentir que llevaba algo muy pesado atado a la cintura.



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En el texto hay: peligro, bebe, madre

Editado: 24.04.2018

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