Y ahora ¿qué piensas? #4

2*** Dave no tendría una cita contigo.

Allyson miró la pantalla de su teléfono y el número que aparecía en ella, no lo tenía agendado y por eso había rechazado la llamada las tres veces anteriores, pero al parecer alguien estaba muriendo en algún sitio y ella era de vital importancia para salvar esa vida.

Hastiada, dejó de lado el libro en el que llevaba rato intentando concentrarse y tomó la llamada. Por primera vez en su vida universitaria intentaba esforzarse en pasar unas pruebas -suponía que sus exámenes finales lo valían- y el mundo conspiraba para no dejarla estudiar.

—Diga.

—Allyson. ¿Eres tú?

Reconoció de inmediato la voz al otro lado de la línea y le causó una mezcla de sorpresa y gracia.

—Dave ¿Has llamado uno a uno a todos los números de la guía telefónica?

—Le pedí tu número a Penny —explicó.

Allyson no se imagina con que excusas Dave le había pedido su número a Penny, pero si podía imaginarse el interrogatorio que le haría su amiga en cuanto la viera. Porque todos sabían que intentar interrogarlo a él era un caso perdido, incluso para Penny, la reina del acorralamiento.

—¿Entonces para qué preguntas, genio? —No pensaba negar el hecho de que le encantaba molestar a Dave, pero en esa ocasión su pregunta era más que valida. No hacía que intentar llevarlo al borde de su paciencia perdiera la gracia.

—Lo que me pregunto es ¿Cuándo piensas comenzar con esa locura de las citas?

—¿Impaciente, cielo? —le provocó.

—Mientras más rápido empiece, más rápido se acabará.

Allyson no pudo controlar la carcajada que escapó de lo profundo de su garganta.

—Pensaba robarme tu número del celular de Penny y llamarte en la semana, gracias por salvarme de cometer un acto criminal, cariño —lo escuchó gruñir al otro lado de la línea, pero lo ignoró —¿Te viene bien el viernes?

—Me viene bien cualquier día siempre y cuando terminemos pronto con esto.

—No muestres tanto entusiasmo, amorcito, o podrías asustarme —se burló. Luego cambió de tema con rapidez— Entonces el viernes será. Pasarás por mí a las 7:30. Sé puntual. Sabes donde vivo.

—¿Sigues viviendo con tus padres? —preguntó, como si vivir con sus padres fuera el peor de los pecados—¡Eso es patético!

—No te preocupes, corazón, este fin de semana estoy sola.

—Yo no... no me refería a...

Allyson podía imaginarse claramente el rostro de Dave. Le encantaba esa recién descubierta habilidad de ponerlo nervioso.

—Relájate, Dave, no voy a violarte.

—Bien —le respondió él, antes de colgar la llamada.

Allyson miró la pantalla y sonrió. Iba a ser muy divertido molestarlo por algunas horas el viernes.

*

**

***

—¿Qué crees de este? —le preguntó a Penny, mientras intentaba decidirse por un de los dos pares de zapatos.

—No voy a responder a tu pregunta hasta que tú no contestes la mía —dijo Penny, cruzándose de brazos.

—No es importante, Penny.

—Para mí es importante saber por qué mi hermano quería tu número —insistió su amiga.

—Quería proponerme una loca noche de pasión —habló con la vista fija en los zapatos —Pero no te preocupes, lo rechacé.

Penny la miró y entornó los ojos, llevaba toda la tarde insistiendo en aquello, Allyson le había dado una explicación al menos tres veces, pero su amiga no se había creído ni una de ellas. Pensó que le creería cuando le dijo que la había llamado para preguntarle como curar la clamidia, pero no fue así.

—No sabe cómo confesarles que es gay, solo quería un concejo —inventó. A la cuarta era la vencida, seguro.

—Te golpearé con el tacón de este zapato si no me dices la verdad —la amenazó Penny, con un zapato kilométrico en las manos. ¿Tal vez la quinta?

Allyson prefirió no provocar más la paciencia de su amiga.

—De acuerdo, tendré una cita con tu hermano el viernes —confesó, aun de espaldas a Penny, fingiendo que estaba muy concentrada en su elección, cuando la verdad era que no quería mirarla.

—Eso es aún más inverosímil. Dave no tendría una cita contigo.

—Vaya, gracias. —ironizó.

—No lo digo por mal —aclaró —Es solo que no eres su tipo, eres...

—Muy joven, lo sé —la interrumpió, de mal humor. Se giró para mirarla a los ojos—Lo chantajeé. Y es todo lo que diré al respecto.

—Pero...

—Chist... —la calló— Si le dices algo, te mataré.

—Es que...

—Nada, Penny. ¿Puedes cerrar la boca y ayudarme a elegir un par de zapatos?

Su amiga asintió, al parecer demasiado estupefacta para replicar o seguir intentando obtener información y luego se sumergió en la tarea de explicarle los pros y contras de cada par de zapatos que Allyson había elegido. Al final, como siempre, terminaron llevándoselos casi todos. Era demasiado difícil elegir un solo par.



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En el texto hay: amor adolescente, rechazo, reto

Editado: 25.05.2018

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