Y ahora ¿qué piensas? #4

7*** Segunda cita.

Allyson aparcó frente al edificio de Dave y le escribió un mensaje para informarle que ya había llegado. Conocía el lugar, había estado allí un montón de veces con Penny, sin embargo, todas esas veces sólo había ido para hacer de chofer de su amiga y en cada una de las situaciones se había negado a subir. 

En esa ocasión, tampoco tenía intención de salir del auto, aunque por razones muy distintas. La más importante de todas era el hecho de  que disponía de, más o menos, cuarenta minutos para cruzar la ciudad y hasta ella podía reconocer que todo ese tiempo encerrada en su auto con Dave era demasiado para su salud mental, así que prefería usar sus últimos minutos a solas para revestirse de paciencia. 

Subió un poco el volumen de la musica y dejó caer la cabeza sobre el respaldo de su asiento, cerró los ojos un segundo y respiró profundo.

Debía admitir que estaba algo nerviosa. Quería, en serio quería, que a Dave le gustara lo que tenia planeado, pero no era tonta y sabía que a Dave no le gustaba nada que no fuera sí mismo, por eso se sentía inquieta. Si lo escuchaba quejarse una vez más estaba segura de que no podría evitar golpearlo en la cabeza. Con un hierro.

Sonrió al pensar en ella golpeándolo en la cabeza, pero esa sonrisa se borró cuando la puerta de su auto se abrió de repente. Soltó un grito demasiado agudo antes de poder certificar que se trataba de Dave. 

—¡Mierda! —chilló, con los restos de su nerviosismo —. Necesitas modales, David. 

—Toqué el cristal al menos tres veces, pero qué se puede esperar cuando estás encerrada escuchando eso.

 Allyson echó un vistazo  a la radio para evitar que sus ojos se quedaran fijos en él mientras se metía al auto. ¡Joder! Había conocido muchos chicos guapos, incluso se había acostado con unos cuantos, por eso no lograba comprender como Dave la descolocaba de aquella forma cuando ni siquiera intentaba ser agradable. 

El lunes a primera hora agendaría cita con algún psicólogo que pudiera asegurarle que no estaba volviéndose loca. 

—¿Volviste a perderte en el mundo de las hadas, Allyson? —La voz burlona y molesta de Dave la llevó de vuelta a la realidad, dónde él estaba junto a ella en su auto inundando el limitado espacio con su perfume y actuando como si no se enterara de que todas sus hormonas iniciaban una fiesta salvaje y hacían twerking desde que lo veían. 

—No —respondió, intentando sonar calmada—. Me preguntaba como es que pueden no gustarte las SpiceGirls, eran todo un icono sexual en tus tiempos.

—¿Mis tiempos? —preguntó, colocándose el cinturón de seguridad, aunque el auto aún permanecía apagado— Lamento desilucionarte, pero en “mis tiempos” yo estaba ocupado con cosas realmente importantes que no incluían a cuatro chicas semidesnudas que...

—¡Eran cinco, Dave! —lo interrumpió antes de que dijera otra barbaridad— y ya deja de hablar, cada vez me convences más de que si no eres gay, al menos lo fuiste alguna vez. 

Su broma no fue muy bien recibida. Ella no había esperado otra cosa de él, para ser sincera y aprovechó su silencio para poner el auto en marcha y subirle el volumen a la musica mientas sonaba “Who you think you are”.

—Supongo que preguntarte dónde vamos será una pérdida de tiempo —comentó Dave, diez minutos más tarde.

—Supones bien —sonrió, lanzándole una breve mirada. ignoró adrede su mala cara, ya se había vuelto parte del paquete que Dave implicaba—. Te va a encantar el lugar. 

O al menos eso esperaba, a ella le había encantado desde el primer momento en que lo vio en el blog de Yossie. Observó a Dave con la vista periférica mientras él, se dejaba caer sobre el respaldo del asiento, dejándola tan sorprendida como era posible. 

Ese movimiento causó que sus fosas nasales se llenaran con el aroma de su perfume. ¡Por todos los santos! Jamás permitiría que nadie volviera a ocupar ese asiento. ¡Nunca! 

Allyson pensó que todo estaba igual con Dave y al mismo tiempo no. Alguna cosa debería estar pasando para que no estuviera peleando o gruñendo o quejándose. No había hecho más preguntas, tampoco había hecho alusión al tiempo que Allyson llevaba conduciendo y había ignorado por completo todas las canciones de las Spice girls que habían sonado. 

—¿Estás bien? —cuestionó Allyson sin poder contener su curiosidad. 

Él pareció sorprendido algunos segundos, luego volvió a adoptar su expresión de que todo le importaba un carajo.

—¿Por qué no estaría bien? —replicó.

—Porque estás callado y tu ceño no está fruncido —remarcó Allyson, deseando que él pudiera ver por sí mismo el fallo que ella veía — y no te estás quejando de nada —agregó cuando vio que su gesto seguía igual. 

—Si ¿Y eso qué? —Dave parecía cada vez más aburrido, cosa que provocaba más inquietud en Allyson—. Me obligaste a esto, estoy atrapado en cuatro citas más contigo y quejarme todo el tiempo no va a hacer que pase más rápido, aunque te pregunte un millón de veces dónde vamos no me lo dirás y aunque te ruegue con todas mis fuerzas que quites esa horrible musica, no lo harás. Guardaré mis fuerzas para algo que sí pueda darme resultados.



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En el texto hay: amor adolescente, rechazo, reto

Editado: 25.05.2018

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