Mientras caminaba de vuelta al auto, Allyson le lanzó a Dave una breve mirada. Puso los ojos en blanco e intentó ignorarlo, tal como había hecho en las últimas cinco ocasiones, pero esta vez no funcionó.
-¿Cuando vas borrar esa expresión de tonto de tu rostro? -cuestionó, apurando el paso.
-No está tan mal lo del Paintball, quizá vuelva alguna vez -comentó. Ignorándo su pregunta y su tono de voz.
-Eso lo dices porque ganaste -se quejó Allyson, hurgando en sus bolsillos por sus llaves unos metros antes de llegar hasta el auto - Casi podría jurar que te dejaron ganar.
Él no respondió a su ataque, pero le dedicó una efímera sonrisa de superioridad que la inquietó. Aquel no era un gesto de simpatía, pero era, por mucho, la primera vez que Dave le sonreía en seis años.
Allyson gruñó, sin poder evitarlo.
-¿En qué momento cambiamos de papeles y me convertí en la que gruñe? -cuestionó cuando llegó a su auto. Quitó el seguro y estaba a punto de entrar en él cuando sintió que Dave le arrebataba las llaves- ¿Qué mierda...?
-En el momento en el que perdiste tan rápido que fue vergonzoso y yo gané -respondió haciendo, esa desagradable sonrisa aún más amplia-. Ahora, si me lo permites, yo conduciré.
Aquel gesto de prepotencia fue suficiente para hacerla perder la pequeña cantidad de paciencia que le quedaba.
-¡Perdí porque no esperaba que tú, precisamente tú, me dispararas! -chilló- Éramos del mismo equipo.
-Ya sabes lo que dicen sobre no confiar en nadie. No hay equipos en la vida real.
Como si quisiera demostrar algo, aprovechó ese momento para deslizarse entre ella y la puerta abierta del auto y ocupar el asiento del conductor.
-Sal de mi auto, Dave.
-Claro que no. Tu me arrastarte hasta aquí, me obligaste a jugar algo que no conocía y gané, creo que me merezco el derecho de conducir y librarme de un ataque al corazón cada vez que rebasas a algún otro vehículo. Y ya que estamos, también me merezco el derecho de elegir donde comer.
Allyson se quedó mirándolo. ¿Qué carajo había pasado con el David Henderson que había entrado en su auto unas horas antes? Fácil, se dijo, había ganado una partida de Woodsball. Cuatro horas en medio de la nada, gana una juego y se convierte en otro Dave, peor que el original, si acaso era posible.
Con unas enormes ganas de asesinarlo, pero sin animo de discutir, entró en el auto. Intentó encender la radio, pero él interpuso la mano.
-Eso también le corresponde al ganador -dijo sin mirarla-. No pienso ir otra hora de vuelta escuchando a las SpiceGirls.
-Me agradaba más hace cuatro horas -se quejó Allyson, cruzándose de brazos.
-Apuesto a que si.
Allyson eligió ignorar ese comentario.
Observó sus manos sobre el volante de su auto y perdió unos segundos observándolo con disimulo. Era el momento de aceptar que algo estaba mal con ella. Era solo una mano, por amor a Dios, y ella estaba allí atontada como si estuviera viéndolo desnudo.
-El cinturón -indicó Dave, mirándola brevemente, aunque aquellos segundo fueron suficientes para que Allyson notara que algo había cambiado en sus ojos. Volvía a ser el mismo Dave de siempre.
-¿Ah?
-El cinturón, Allyson -repitió él, con voz cansada- Ponte el cinturón.
Ella lo hizo sin rechistar. Una persona normal ni siquiera lo habría notado, pero David no era normal, así que no le sorprendía ese tipo de rarezas.
Tan pronto ella hizo caso, él puso el auto en marcha, saliendo del improvisado aparcamiento de Billy. Allyson no apartó la vista de él mientras lo hacía y al cabo de algunos pocos minutos, ya no pudo contener la risa.
Dave intentó ignorarla, permaneciendo con la vista fija en el camino y Allyson continúo acosándolo con la mirada mientras conducía; fijándose en la concentración que podía apreciarse en su rostro y su posición, hasta que lo hizo perder la paciencia.
-¿Qué tanto miras, Allyson? -inquirió, sin mirarla.
-Ahora entiendo por qué te parece que nadie conduce correctamente -indicó intentando contener la risa-. Das la impresión de llevar un mono en el hombro leyéndote un manual de tránsito.
-Bueno, los manuales de tránsito existen para algo. ¿No crees? Si leyeras alguna vez uno, te darías cuenta de que la mitad de las cosas que haces frente al volante son practicamente ilegales.
-Obsesivo -suspiró, pero no pudo evitar reír. Molestar a Dave nunca saldría de su top 3 de actividades favoritas.
Veinte minutos después, aparcaron frente a una cafetería o algo parecido. Allyson no tenía intención de ponerse quisquillosa, se conformaba con hacer algo para detener el rugido de su estómago así que salió del auto incluso antes que Dave.
Se dejó guiar por él al interior del lugar. Ocuparon una de las pequeñas mesas al fondo, pese a lo que podía esperarse de un sábado a las cinco de la tarde, casi no había nadie allí, salvo por ellos y un grupo de ruidosas adolescentes en un rincón.