Allyson despertó con la luz del sol golpeándola en la cara, no era nada bonito. Le costó unos segundos desperezarse y comprender que se encontraba en la cama de Dave, aunque tal vez habría sido más fácil de no estar completamente sola en la habitación demasiado iluminada.
Echó un vistazo por toda la estancia, mientras intentaba aclarar sus ideas y sus ojos chocaron contra el reloj sobre la mesilla. Pasaban de la una del día. Se miró a sí misma, cubierta solo por el edredon de Dave, que en ese momento no estaba tan calentito como la noche anterior. ¿Dónde estaba Dave?
Allyson volvió a lanzar una mirada por todo el lugar, como si él fuera a aparecer de repente en alguna esquina. Se dejó caer nuevamente sobre el colchón y se cubrió hasta la cabeza. Poner sus pensamientos en orden no siempre era tan fácil; en ese momento ni siquiera lograba decidir si salir de la cama o no.
No quería tener que pensar si había hecho algo prudente y sinceramente, tampoco quería ver a Dave y tener que comprobar si volvía a ser el de siempre o continuaba siendo el Dave gracioso y agradable que le había hecho el amor la noche pasada. Bueno, con el que había tenido sexo. Del bueno. Toda la noche. Una sonrisa boba se instaló en su rostro.
Se envolvió en el edredón y se puso de pie. La primera cosa que tenía que hacer era correr esas malditas cortinas. Luego se quedó de pie en medio de la habitación esperando a que el duende en su cabeza le dijera que hacer. Necesitó apenas unos segundos antes de comenzar a recoger su ropa que, curiosamente, se encontraba desperdigada por el lugar y se metió al baño. No perdió el tiempo, ni siquiera se molestó en comprobar frente al espejo el desastre que estaba hecha.
Tomó una ducha mientras pensaba que hacer cuando saliera de allí. ¿Debía intentar hablar con David? ¿O marcharse a casa?
Al salir del baño, veinte minutos después, aún no tenía idea de que diablos hacer sin embargo, Dave le había facilitado la elección al aparecer en la puerta de la habitacion. No pareció notarla frente a él hasta que Allyson carraspeó para llamar su atención.
—Eh... Hummm... Hola —No logró sostenerle la mirada — Iba a... ya sabes...
—¿Te marchabas? —la interrumpió.
Allyson lo miró unos segundos. Le hubiera gusta descifrar sus pensamientos, saber si el hecho de que se marchara le aliviaba o le preocupaba. Por desgracia no lo logró. Su rostro era tan inexpresivo como lo era siempre.
—Iba a buscarte —confesó.
Se obligó a fijar sus ojos en los de él. ¡Vamos! Que en los últimos días se había estado comportando como una adolescente, pero no lo era. Era una adulta y también la reina del sexo casual. Aquel no era el momento para comenzar a comportarse como una virgen avergonzada.
—Penny estuvo aquí. Acaba de marcharse.
Aquellas pocas palabras la hicieron quedarse de piedra un instante. ¿Penny? Joder, no estaba segura de poder llamarlo suerte, pero unos minutos más y se la habría encontrado. Naturalmente no estaba preparada para que su mejor amiga se enterara de que se había acostado con su hermano, sabía que tendría que decírselo alguna vez, pero por el momento prefería guardárselo.
»Dejó dicho que la llamaras.
—¿Qué...? —cuestionó confundida.
—Deja explicarlo más claro, Allyson. Penny estuvo aquí, en esta habitación. Mientras dormíamos —remarcó, como si ella no comprendiera bien lo que esas palabras significaban.
Por primera vez pudo descifrar tal vez un poco de lo que pasaba por la cabeza de Dave y ver a un témpano de hielo ligeramente aterrado no era alentador.
—¿Está muy molesta?
—Escupe fuego. Sin embargo, te tranquilizará saber que toda su ira está dirigida a mi.
—Oh... ¿Lo siento?
No tenía idea de qué decir. La situación era incomoda, si pensaba en Penny, de pie en algún lugar de esa habitación mirándola mientras yacía desnuda junto a Dave, casi se le hacía imposible respirar. Tal vez su amiga no estuviera enojada del todo con ella, pero era muy consciente de que se le armaría una grande.
Su cabeza no paraba de girar trantando de encontrar la mejor manera de abordar el tema con Penny, porque una cosa era molestarla a propósito dándole detalles que no quería cuando salía con alguien más, pero explicarle como había terminado en la cama de su hermano no era algo que querría recordar por bonito.
—Tal vez deba marcharme —susurró.
—Si, tal vez...
Allyson asintió como idiota más de una vez, no se le ocurría nada más que decir.
—De... acuerdo. Adios —sus pies parecían pegados al suelo.
—Gracias por la sopa.
—Si...
—Y... por todo lo demás.